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viernes, 8 de febrero de 2013

DE CACEROLAS Y NAVEGANTES, por Gustavo Rosa (para “Apuntes Discontinuos” del 06-02-13)



Arriba : Manifestantes opositores destilando amor hacia funcionarios demonizados (Todo parecido con personas reales no es casual).

Parece que el domingo fue el día de hacer catarsis con los vices. Los militantes del FAP se dieron “el lujo” de abuchear al vicepresidente, Amado Boudou, en el acto por el bicentenario de la Batalla de San Lorenzo. Y el mismo día, un incidente similar, aunque con características mucho más violentas, tuvo como blanco al viceministro de Economía Axel Kicillof, que viajaba con su familia en un Buquebus. El hecho es conocido: caceroleros desbordados insultan, agravian, provocan y mienten. Y después dicen que la violencia viene del otro lado. Que lo hayan echado a Nelson Castro de un bar capitalino ameritará un poco de bulla por parte de la derecha desorientada y odiadora, porque no tienen más hechos que los victimice. Una cosa no tiene que ver con la otra. El dueño del bar ejerció su derecho de admisión de una manera algo arbitraria, pero los pasajeros del barco se extralimitaron en su libertad de expresión. O mejor dicho, la desperdiciaron, porque en ese griterío bestial nada hay que pueda ser atendido como demanda política. A riesgo del Autor de estos Apuntes, se puede decir que nada de lo que vociferaron esos exaltados individuos puede ser tomado como idea.
  “Chorro” es una acusación que deberá investigar un fiscal y sentenciar un juez, pero debe demostrarse con pruebas. Si el funcionario viajó con su familia en un servicio público pudiéndolo hacer por otros medios más discretos y costosos indica que tiene poco que ocultar. Pero como los prejuicios dominan el juicio de los cacharreros, no pueden alcanzar esas conclusiones tan sutiles. Lo de “cagón” habrá que determinarlo con un estudio concienzudo de la dieta del funcionario: tal vez abusa de los lácteos y las frutas y de ahí venga la liviandad de su vientre. Ahora, que alguien utilice como insulto el término “marxista”, merece un análisis un poco más profundo y, por tanto, no apto para caceroleros, que no entienden de esas cosas. Esos dedos acusadores se asemejan a los que se levantaban en el Medioevo ante las sospechadas de brujería. La sola denuncia significaba la muerte, aunque no llegara a demostrarse –como no podía ser de otra manera- la actividad brujeril. Pero entonces, la Iglesia Católica había convertido en delito la brujería, como algunos años después lo hizo con el marxismo y el comunismo. Y estos bullangueros intolerantes todavía no se han enterado que ser marxista no es un delito que merezca algún castigo.
Si los pasajeros usaron esa palabra como insulto es porque la han leído y escuchado hasta el hartazgo como deslegitimación del economista estrella del kirchnerismo en los medios opositores. En realidad, no deben tener idea de por qué le tienen tanta bronca. Sólo saben que lo tienen que odiar porque es oficialista y eso desalienta cualquier intento de aproximación. Los caceroleros tienen la característica inmodificable de reaccionar con éxito a las manipulaciones mediáticas, con la engañosa convicción de ser críticos y, por tanto, ciudadanos ejemplares. En el video difundido por ellos mismos, se escucha “devolveme mis dólares”, lo que induce a pensar que por ese lado está el núcleo del conflicto, como lo ha estado siempre.
El año pasado, en la protesta culinaria del 13S el eje estaba puesto en las medidas de control a la compra de divisas. Muchos expresaron el rechazo a la decisión gubernamental a través de la idea de que “no se puede salir del país”. Sin embargo, hubo un 13 por  ciento más de turistas al exterior que en 2011. Vaya paradoja. ¿Quién los entiende? Tal vez no se enteran de esas cosas porque no consumen los medios adecuados: sólo los que traen chimentos, tergiversaciones y mentiras. Esos medios que, más que informar, alimentan prejuicios y alientan la sedición civil por cualquier cosa.
Por eso, poco saben de lo que está haciendo Kicillof para controlar la inflación, tema que tanto les preocupa. Esta semana comenzó con la novedad del congelamiento de precios por dos meses acordado entre el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno –el otro cuco para los medios- y las principales cadenas de supermercados. Después se sumaron otros sectores, lo que resulta muy alentador. Esto, además de ser un alivio para las billeteras, dejará al descubierto una de las sospechas más fundadas que tiene nuestra economía: que el incremento de los precios no tiene otro sustento más que en la mera especulación. Y que la concentración en la producción y comercialización es sumamente perjudicial. El 80 por ciento de los alimentos, bebidas y artículos de limpieza que se venden en las góndolas son producidos por tan sólo 28 empresas. Miguel Angel Calvete, director ejecutivo de la asociación que nuclea a los supermercados chinos, aseguró que se sentarán “a charlar, pero el cuadro ideal para que sea sustentable sería un acuerdo marco con toda la cadena de comercialización: distribuidores, mayoristas y también con la industria”.
Y aquí entra en escena el viceministro de Economía con un trabajo que, junto a su equipo, viene haciendo con mucho sigilo. Uno de los mayores misterios que tiene nuestra economía se relaciona con los márgenes de ganancia que maneja cada sector. El equipo de Kicillof analiza desde hace un tiempo las cadenas de valor para ver dónde se encuentran los mayores márgenes de ganancia, la principal causa de la inflación. Con la información en mano, el Gobierno Nacional podrá detectar dónde se queda el mayor porcentual que impide una plena redistribución del ingreso. Difícil explicar todo esto a un individuo exaltado que retorna de unas vacaciones en Punta del Este.
Estos episodios que tanto opacan la construcción del país para todos se repetirán mientras los referentes de la oposición se sigan negando a exponer cuáles son las ideas que sostienen. Si la dirigencia política opositora cacharrea, es lógico que lo hagan sus seguidores. Tanto dirigentes como dirigidos están a merced de una agenda mediática que sólo tiene como fin condicionar la gestión presidencial. Mientras los principales medios de comunicación disfracen de información sus intenciones destituyentes, el clima seguirá caldeado y enrarecido. Y tan confuso que los agresores se sienten agredidos por las víctimas de sus agresiones. Paciencia: grita quien no tiene razón e insulta quien ya no tiene argumentos. Y cacerolea el que siempre está en contra aunque no entienda nada de nada.

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