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martes, 29 de enero de 2013

LIBRE COMERCIO, PARA COMERNOS MEJOR…, por Juan Chaneton (para “Nos Comunicamos” de enero de 2013)





Balance de la Cumbre en Santiago de Chile


El lunes, con la tradicional “foto de familia”, culminó la cumbre CELAC-UE que, por cierto, no deja más que esperanzas a futuro en lo que hace a la relación comercial bilateral.

Y ello es así por cuanto la Thatcher del capitalismo tardío, la alemana Ángela Merkel, continúa fanáticamente aferrada al “libre comercio” como herramienta apta para sortear las crisis de estancamiento, recesión y freno de las fuerzas productivas que sufre la Zona Euro y ad-láteres en el marco de las políticas neoliberales que los gobiernos siguen aplicando allí con celo y constancia dignos de mejor causa.
Cristina Fernández, la presidenta argentina, se reunió con la canciller alemana y le hizo saber que el compromiso, en el Mercosur, es actuar como un solo bloque, al punto de que ninguna propuesta para llevar al G-20 será elaborada hasta que Paraguay no tenga un gobierno legítimo luego de sus próximas elecciones, ya que Franco es un golpista impresentable.
Asimismo, el crecimiento industrial de nuestros países y el empleo no deberán ser afectados por ningún acuerdo que alumbre entre ambos bloques -manifestó Cristina en línea con Dilma Rousseff (tuvo que abandonar la reunión por la tragedia Rio Grande do Sul).
Y de aquí surge, precisamente el escepticismo: mientras Europa siga subsidiando lo esencial de su producción agrícola, el Mercosur deberá hacer lo propio con la suya y entonces el tan meneado libre comercio se convertirá (ya lo es) en una mera entelequia o, peor aún, en un subterfugio de los países ricos para someter aún más a los menos desarrollados. Ello ocurre por el rigor del deterioro de los términos del intercambio, expresión, esta última, de cuño cepaliano y setentista pero que continúa tan vigente como hace medio siglo y significa que vendemos barato y compramos caro porque lo que vendemos es lechuga y zapallitos mientras que ellos colocan aquí sus manufacturas industriales con mucho valor agregado y, por ende, mucho más caras. Basta de ese veneno, fue la posición con que Cristina se hizo eco de aspiraciones comunes a todo el Mercosur.
La Unión europea, días antes de iniciarse la cumbre de Santiago de Chile, ya había anunciado la aplicación de una suerte de “tasa Tobin”, es decir, un impuesto del 0,1 % a las transacciones financieras ordinarias. Para las negociaciones con derivados esa tasa será del 0,01 %. Por eso, hubo coincidencia en Santiago entre la presidenta argentina y la canciller alemana en que sin regulación financiera permanente y estable que ponga un límite a la timba en la economía virtual, la producción -y, por ende, el empleo- sufrirán las consecuencias.
En síntesis, queda por ver qué se elabora en nuestra región para llevar al G-20 y qué aceptación tendrá dicha propuesta entre los europeos. Están en crisis y no será imponiéndonos a nosotros sus medicinas que enferman más al enfermo como podremos acordar políticas comunes. Más bien deberá ser a la inversa. Europa puede aprender mucho del Mercosur y de la CELAC. Pero a Europa la manejan los ricos que, ya se sabe, piensan con el bolsillo, necesitan de la finanza especulativa y fomentan el negocio de las drogas con el cual incorporan al circuito, previamente blanqueadas, pingües cantidades de circulante que va a parar a sus cuentas en los paraísos fiscales.
No han querido, los europeos, condenar a los fondos buitre, lo que se da de patadas con la declamada posición de Merkel de poner un límite a la especulación financiera. Tampoco han querido escuchar los planteos sudamericanos acerca de la inviabilidad del CIADI como tribunal para dirimir conflictos de intereses entre los Estados y las empresas multinacionales. El CIADI es un espacio para perder, no para ganar. Allí las cosas están organizadas de modo que las empresas siempre –o casi siempre- tienen razón y continuar allí es claramente inconveniente para la Argentina y para cualquier país sudamericano. Brasil no está y Venezuela se retiró. Ellos ejercieron su soberanía frente a los poderosos. Tema pendiente, sin duda, en la agenda Mercosur-UE.
Un párrafo de la declaración final dice: “Reafirmamos nuestro compromiso de adoptar políticas que promuevan el comercio y la inversión entre los países de la Celac y la UE, convencidos de que ello contribuirá a garantizar el desarrollo sostenible y que puede fomentar el crecimiento económico y la generación de empleo…”
Como diría Walter Martínez, periodista de Telesur en su programa Dossier: bla, bla, bla…
La miga de la cumbre estuvo en el aspecto político. Sin decirlo con estas palabras, lo que dijo Evo Morales fue basta de palabras, al narcotráfico se lo combate eliminando los paraísos fiscales y Estados Unidos no quiere eliminar los paraísos fiscales porque la economía negra le aporta al sistema financiero capitalista casi el total de las divisas que circulan allí.
Y es un derecho humano del pueblo de Bolivia y un reclamo soberanista anclado en razones históricas, políticas y culturales –agregó el Presidente- la salida al mar. Habló concreto y claro el presidente boliviano, como siempre.
Y el otro costado político del tema es Cuba. La Cumbre tal vez sea recordada como un punto de inflexión en la lucha del pueblo y gobierno cubanos, durante más de medio siglo, para romper el bloqueo a que sometió a la revolución socialista el imperio anglosajón con base en América del norte y capital en Washington. Por primera vez en ese más de medio siglo los latinoamericanos nos hemos sacado de encima a ese huésped indeseable que son los Estados Unidos de América del norte. Sebastián Piñera, que presidió esta Cumbre, traspasó la presidencia pro tempore a Raúl Castro, presidente de Cuba y que, hasta la próxima Cumbre, será el artífice de la aplicación de las líneas fijadas por la CELAC frente al mundo entero.
Ahora, a Cuba, ya la tienen adentro. Y se la tienen que aguantar. Aunque no les guste. O aunque les duela…

Juan Chaneton
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