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miércoles, 9 de enero de 2013

LA LIBERTAD DE LA FRAGATA COMO SÍMBOLO DE LA SOBERANÍA RECUPERADA , por Adrián Corbella (para "Redacción Popular" del 08-01-13)





La soberanía es uno de los atributos más importantes de los Estados. Un Estado es soberano cuando es la máxima autoridad dentro del territorio que controla, cuando no existen poderes externos que lo limitan.
La idea de la soberanía irrestricta de los Estados se ha ido moderando, difumando, en la medida en que fue surgiendo desde hace más de un siglo legislación internacional sobre los temas más diversos (no proliferación nuclear, protección del medio ambiente, defensa de los derechos humanos, y muchas otras cuestiones) que los países acuerdan cumplir. De la misma manera se han creado diversos organismos internacionales (Naciones Unidas, OEA, Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial) a los que los países se suman adquiriendo compromisos.
Pero, estas características de nuestro mundo del siglo XXI, no deben hacernos pensar que la soberanía es una cosa del pasado. Por el contrario, es fácil observar como los países fundadores de la ONU conservan el derecho de veto en el organismo, o cómo el Estado que aún constituye la potencia más fuerte, el Imperio de nuestros días, no suscribe ningún acuerdo internacional que limite su soberanía e incluso impone su legislación local en los casos penales que afecten a integrantes de sus fuerzas armadas, aunque los delitos se cometan en otros Estados. Estos simples ejemplos demuestran que la soberanía no es un atributo perimido o demodé; es, por el contrario, un principio defendido con todo vigor por los países fuertes.
Por el contrario, los países más débiles no sólo ven avasallada muchas veces su soberanía (los acuerdos de no proliferación nuclear no se aplican a los que más armamento nuclear tienen) sino que se les pretende transmitir que este concepto está perimido y que el mundo actual está “globalizado”.
Pero, evidentemente, el ámbito en el que más se ha limitado la soberanía de los países subdesarrollados o en vías de desarrollo es el económico-financiero. Los organismos de crédito internacional ejercen auténticos “protectorados” sobre los países; envían sus procónsules que hacen y deshacen a su antojo. Imponen leyes y políticas. E incluso, “persuaden” a los Estados de aceptar el CIADI como instancia que resolverá las dificultades que pudiesen surgir entre Estados “soberanos” y empresas transnacionales. Cuesta encontrar un caso en el que el CIADI le haya dado la razón a un Estado en contra de una empresa. Argentina ingresó en ese sistema en la década del noventa, durante la Segunda Década Infame.
Argentina acumuló en esa década del noventa una impresionante deuda externa en dólares que se contrajo sobre todo para mantener artificialmente la paridad 1 a 1 entre el peso y el dólar, que requería de un ingreso continuo de billetes norteamericanos vía endeudamiento o liquidación de activos –privatizaciones sobre todo; también se vendieron las reservas en oro del Banco Central-. Esta carrera loca y desprejuiciada hacia un abismo insondable concluyó con la crisis del 2001, el acorralamiento de los depósitos y el default.
Desde el 2003 se han venido tomando medidas tendientes a recuperar la capacidad de acción soberana del Estado. La deuda con el FMI se pagó de una sola vez, y luego se invitó amablemente al organismo a no enviar más sus delegaciones proconsulares de “asesores” (con aires casi de autoridades virreinales). La deuda con los bonistas se refinanció con una quita espectacular, del 75%, generando un proceso de desendeudamiento que devuelve al Estado esa capacidad de acción soberana. Muchas privatizaciones se revirtieron con el mismo sentido, permitir al Estado controlar los resortes fundamentales para desarrollar una política económica autónoma.
Quedaron afuera un 7% de los bonistas, que no aceptaron ninguna de las dos instancias de canje (2005 y 2010) y recurrieron a medidas judiciales. Pero no eran bonistas cualquiera. Eran los llamados “fondos buitre”, grandes empresas financieras con sede en paraísos fiscales que compran bonos incobrables por  monedas, a tenedores desesperados, y luego utilizan su gran capacidad de presión para tratar de cobrarlos a su valor nominal, con ganancias fantásticas. Empresas que logran gran influencia, debido a su poder económico, entre políticos, abogados, economistas y profesionales de la información.
En los últimos dos meses del año el gobierno argentino se enfrentó a una dura ofensiva de los fondos buitres. En New York el juez de primera instancia Thomas Griesa falló a favor de estas aves rapaces, lo que despertó una creciente preocupación tanto en la Reserva Federal como entre el gobierno norteamericano. De prosperar la interpretación que le daba Griesa a la cuestión, se ponía en riesgo cualquier futura reeestructuración de deuda soberana, ya que tornaba a la plaza neoyorquina un lugar jurídicamente inseguro para estas operaciones. Tras algunas semanas, el gobierno argentino logró un fallo favorable en la apelación, y el tema sigue hoy en disputa en Estados Unidos.
Por esas mismas semanas, la Fragata ARA Libertad, buque escuela de la Armada Argentina realizó un inesperado cambio de rumbo: por decisión de algunos mandos de la Armada (ya pasados a retiro) se cambió el destino de Nigeria a Ghana. Fue una auténtica emboscada porque allí, en un país que no estaba en la ruta original del barco, esperaba a la Fragata una orden judicial de embargo. Un absurdo importante, ya que no se puede embargar una embarcación militar.
El gobierno argentino se manejó con cautela, agotando todas las instancias legales ante la Justicia de Ghana, el gobierno de ese país, y el Tribunal del Mar de Hamburgo, que finalmente ordenó el 15 de diciembre la liberación inmediata de la embarcación.
Estos hechos coincidieron con semanas particularmente movidas en la política interna de Argentina, con sectores de la oposición apoyando la postura de los fondos buitres en New York, con otros rasgándose las vestiduras por la situación de la Fragata, más una protesta “espontánea” (aunque anunciada desde septiembre) de manifestantes con cacerolas, el 8N, que reclamaban, entre otras cosas, por la política financiera del gobierno.
Como suele suceder en la política argentina, los hechos inexplicables se siguieron sucediendo. Así como algunos mandos de la Armada desviaron “casualmente” la Fragata hacia el puerto de Tema donde la esperaba una encerrona, fue otra casualidad que el intento de los ghaneses de apoderarse del barco, de tomarlo por asalto casi como en una película de piratas, fuese el 9 de noviembre, el día siguiente del cacerolazo opositor. Casualidades, que les dicen…
La decisión del Tribunal del Mar de Hamburgo liberó a la Fragata. El Estado argentino, con las leyes en la mano, logró nuevamente superar las presiones casi extorsivas de estos pulpos financieros internacionales que se refugian en paraísos fiscales, más allá de la ley incluso de los países del Primer Mundo.
El regreso de la Fragata ARA Libertad y sus tripulantes que defendieron la soberanía nacional en el continente africano ha despertado un gran entusiasmo. En Mar del Plata los esperan la Presidenta Cristina Fernández, ministros, mandos militares, habitantes de la ciudad, turistas, cholulos varios y miles de militantes que se han movilizado desde diversas partes del país. Y semejante despliegue no es exagerado. Porque cuando mañana 9 de enero ingrese gallardamente al puerto de Mar del Plata una embarcación impresionante, elegante, hermosa y anticuada, atracará en la Perla del Atlántico mucho más que la Fragata ARA Libertad -y sus héroes que se enfrentaron a situaciones muy complejas en Tema-.
Lo que ingresará al puerto, con las velas al viento, es la esperanza de cientos de países del mundo de recuperar definitivamente su soberanía; la ilusión de lograr que de una vez para siempre los grandulones transnacionales no se impongan a como de lugar; el sueño de que esa vieja frase pronunciada hace un siglo por el presidente norteamericano Theodore “Teddy” Roosevelt (“Habla suavemente, pero lleva un Gran Garrote”) pase definitivamente a la historia.


Adrián Corbella, 8 de enero de 2013


Publicado en “Redacción Popular” con el título de ARGENTINA (y toda la patria grande) 1-FONDOS BUITRES 0 :

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