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viernes, 11 de enero de 2013

La guerra de la Fragata, por Dante Augusto Palma (para ”Diario Registrado” de 11 de enero de 2013 )




Se ha dicho que hay quitarle tono épico a la llegada de la Fragata Libertad porque finalmente no ha regresado de ninguna guerra. Eso es, en parte, verdad. Sin embargo, curiosamente, el buque militar argentino ha sido el botín circunstancial de nuevas formas de la guerra. En otras palabras, del mismo modo que el mapa geopolítico del mundo, tras la caída del Muro de Berlín, obliga a repensar las soberanías estatales que se debilitan frente a la prepotencia ubicua del mercado, también parece necesario reflexionar acerca de si estas transformaciones no hacen que la visión tradicional de la guerra deba también revisarse. Porque está muy claro que hay excepciones y que especialmente Estados Unidos (y en parte Inglaterra con Malvinas, por ejemplo) mantiene la lógica imperial de la ocupación militar de los territorios, pero sería absurdo pensar que el siglo XXI puede describirse con categorías decimonónicas.
Pues hoy las guerras son mucho más sutiles, aunque no menos implacables, y ya no hace falta trasladar un ejército a territorio enemigo para imponer condiciones. Ahora es más fácil y aséptico. Alcanza con una economía globalizada que busca aislar económicamente al país que ose desafiar, al menos en parte, la lógica de un capital financiero que no se sonroja al utilizar vericuetos legales y jueces cómplices de las distintas latitudes. Esto es, justamente, lo que intentan hacerle padecer a Argentina porque es un mal ejemplo dado que entró en default producto de las políticas neoliberales inherentes al mismo modelo que impone las condiciones actuales pero sale a flote con una receta que ha decidido que la solución no es una dieta que imponga sacrificios a los sectores vulnerables. Por otra parte, la renegociación de la deuda argentina con la quita más importante de la historia del mundo, realizada por el gobierno de Kirchner, ha visibilizado el modo en que opera lo más rancio de la perversión capitalista: los Fondos Buitre. Tan escandalosa es la actuación de estos especuladores que incluso Estados gobernados por visiones tecnócratas entienden que el triunfo de los Fondos Buitre implicaría un quiebre en el orden económico  mundial, no sólo porque generaría un hito para futuras renegociaciones de deudas sino porque llevaría a crisis sociales como las que padece la Europa del “Nuevo Consenso de Frankfurt”.
Estamos en un mundo que cambia vertiginosamente y en un momento en el que hay que redefinir lo que se entiende por Estado y por soberanía. En este contexto, ¿alguien puede creer que las guerras de la actualidad vayan a ser similares a las de antaño?
Se ha dicho que hay quitarle tono épico a la llegada de la Fragata Libertad porque finalmente no ha regresado de ninguna guerra.

Eso es, en parte, verdad. Sin embargo, curiosamente, el buque militar argentino ha sido el botín circunstancial de nuevas formas de la guerra. En otras palabras, del mismo modo que el mapa geopolítico del mundo, tras la caída del Muro de Berlín, obliga a repensar las soberanías estatales que se debilitan frente a la prepotencia ubicua del mercado, también parece necesario reflexionar acerca de si estas transformaciones no hacen que la visión tradicional de la guerra deba también revisarse. Porque está muy claro que hay excepciones y que especialmente Estados Unidos (y en parte Inglaterra con Malvinas, por ejemplo) mantiene la lógica imperial de la ocupación militar de los territorios, pero sería absurdo pensar que el siglo XXI puede describirse con categorías decimonónicas.

Pues hoy las guerras son mucho más sutiles, aunque no menos implacables, y ya no hace falta trasladar un ejército a territorio enemigo para imponer condiciones. Ahora es más fácil y aséptico.

Alcanza con una economía globalizada que busca aislar económicamente al país que ose desafiar, al menos en parte, la lógica de un capital financiero que no se sonroja al utilizar vericuetos legales y jueces cómplices de las distintas latitudes.

Esto es, justamente, lo que intentan hacerle padecer a Argentina porque es un mal ejemplo dado que entró en default producto de las políticas neoliberales inherentes al mismo modelo que impone las condiciones actuales pero sale a flote con una receta que ha decidido que la solución no es una dieta que imponga sacrificios a los sectores vulnerables. Por otra parte, la renegociación de la deuda argentina con la quita más importante de la historia del mundo, realizada por el gobierno de Kirchner, ha visibilizado el modo en que opera lo más rancio de la perversión capitalista: los Fondos Buitre. Tan escandalosa es la actuación de estos especuladores que incluso Estados gobernados por visiones tecnócratas entienden que el triunfo de los Fondos Buitre implicaría un quiebre en el orden económico  mundial, no sólo porque generaría un hito para futuras renegociaciones de deudas sino porque llevaría a crisis sociales como las que padece la Europa del “Nuevo Consenso de Frankfurt”.

Estamos en un mundo que cambia vertiginosamente y en un momento en el que hay que redefinir lo que se entiende por Estado y por soberanía. En este contexto, ¿alguien puede creer que las guerras de la actualidad vayan a ser similares a las de antaño?


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