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martes, 1 de enero de 2013

LA ECONOMÍA NO ES COMPLICADA, por Alfredo Zaiat (Extracto del libro “Economía a contramano” de Zaiat, pags. 13 a 21)



“La economía no es complicada ni existen motivos para que sea un espacio exclusivo para quienes son considerados especialistas. […] si no se entiende lo que dicen los economistas, pese a la reiteración de la explicación […] lo más probable es que haya algo oculto o que sea un engaño […] [ellos] explican los temas económicos […]con una jerga específica, sombría […]. De este modo se excluye a la mayoría de la comprensión de acontecimientos económicos relevantes de la vida cotidiana.
[…]
Ocultar en un lenguaje encriptado la comprensión de los fenómenos económicos, o peor aún, considerar que existen expertos con títulos de Licenciados en Economía, y si son otorgados por universidades extranjeras, de Estados Unidos, mejor, que dicen que saben lo que va a pasar pronosticando la evolución de variables macroeconómicas, es el método más eficaz para lograr que aceptemos sumisa o resignadamente que los intereses del poder económico se encuentran por encima del interés general.
[…]
La economía convencional es el marco teórico de protección de esos intereses y los economistas ortodoxos, los encargados de ser ejecutores y, en especial, encargados de convencer a la sociedad que lo mejor para todos es preservar privilegios del poder económico. No lo dicen en forma directa, sino que con jerga bastante incomprensible, haciendo creer que hablan del beneficio colectivo, se ocupan de cuidar el terreno de unos pocos.

‘Los miembros más destacados de la profesión… se han integrado en una especie de Politburó del correcto pensamiento económico. En regla general –como se podría esperar de un club de caballeros- esto los ha colocado del lado equivocado en todas las cuestiones importantes de política y no sólo recientemente, sino por décadas. Ellos predicen desastres donde no los hay. Niegan la posibilidad de eventos que después acontecen.’ (1)

¿Por qué tanta gente, en tantos países, reverencia entonces a economistas gurúes? La credibilidad de esos sacerdotes proviene de la sistemática promoción de la ignorancia. Comprender cómo la sociedad se organiza para producir y distribuir bienes y servicios no es sencillo. Sin embargo, no es más difícil que entender cualquier otra disciplina.

[…]

Para cocinar una rica comida hay que leer una receta para saber qué condimentos utilizar, a qué temperatura y durante cuánto tiempo tiene que estar en el horno o en la cacerola. […]
Con la economía pasa lo mismo. Tiene que haber voluntad y deseo para romper el cerco tan bien cuidado por los denominados expertos.
Ceder el conocimiento, ignorancia que resulta funcional a la existencia de falsos profetas de la economía, es entregarse al sometimiento. Es convertirse en reproductor de palabras de otros, supuestamente técnicos.
Existe un consenso bastante extendido acerca de que los temas económicos son complicados, complejos. Es necesario desafiar esa trampa. La cuestión económica no es difícil de abordar; sólo requiere de un poco de dedicación. Pensar con criterio; no prestado. Tienen que saber que no necesita la habilidad de un cirujano porque no van a ingresar a un quirófano a operar. Sólo tienen que tener la vocación de adquirir herramientas básicas para evitar ser engañados o, peor aún, encontrarse defendiendo intereses que no son propios.
Situaciones de la vida cotidiana aportan experiencias útiles para generar aprendizajes. Para ello necesitan apropiarse de algunos principios básicos, que, si comparten, nos permitirán un acompañamiento amigable en la tarea de reflexionar sobre el dinámico proceso político, económico y social de los últimos años.

1) LA ECONOMÍA NO ES UNA CIENCIA EXACTA.
Si es una ciencia […] es una ciencia social.[...]
2) LA ECONOMÍA NO NECESITA CONOCIMIENTOS ESPECIALES DE MATEMÁTICA
Los economistas no tienen necesariamente una habilidad superlativa en el manejo de la matemática. […] En las obras de los pensadores fundamentales de la economía, Adam Smith, Karl Marx, David Ricardo y John Keynes, hay muy pocos números.

3) LA ECONOMÍA NO ENSEÑA A LOS ECONOMISTAS A HACER PRONÓSTICOS.
Los pronósticos es la actividad más rentable de economistas del poder económico. Se han convertido en hombres de negocios dedicados a la comercialización de información económica. En cuanto a la medición precisa de las variables, la economía se acerca a las ciencias ocultas. Ellos poseen una seducción secreta que es momento de develarla. Presentan la cantidad incalculable de sus errores como la prueba contundente de lo complicado de su trabajo. Cuánto más se equivocan, más necesidad dicen que tenemos de sus ilustradas opiniones. Este tipo de economista tiene la cualidad de ser el único experto cuya utilidad se refuerza, vaya absurdo, con los errores que comete.

4) LA ECONOMÍA SE PUEDE EXPLICAR SIN TECNICISMO INCOMPRENSIBLES
El lenguaje cerrado de economistas es la manera de construir una cofradía para subordinar al resto a sus predicciones e interpretaciones de la realidad.

5) LA ECONOMÍA NO ES MÁS IMPORTANTE QUE LA POLÍTICA
Ha-Joon Chang, economista coreano, doctorado en Cambrdge […] uno de los más destacados economistas heterodoxos, escribió:

‘[…]el ejercicio de buenas políticas económicas no requiere de buenos economistas’ (2)

Esta definición tiene un componente eminentemente político, que no reniega del aporte técnico de profesionales del saber económico. Sólo enfatiza la necesidad de supremacía de la conducción del poder político sobre la labor de los economistas. Es lo que ha empezado a desplegarse incomodando hasta la exasperación a lo conservadores que consideran que la economía tiene una única forma de ser entendida, y que no es otra que la ortodoxa, conocida como neoliberal. Por ese motivo no se permiten reconocer que una economía pueda crecer en forma sostenida sin seguir sus recetas. Esta notable carencia conceptual explica los reiterados errores de diagnóstico y pronósticos sobre la evolución de la economía argentina.

6) LA ECONOMÍA DE UN PAÍS NO SE ASEMEJA A UNA ECONOMÍA FAMILIAR
[…]La frase dice que los gobiernos, como los hogares, deben vivir con sus propios recursos. […] Pero lo países emiten sus propias monedas y pueden gastar más de lo que recaudan cuando lo hacen de forma consistente […]los gobiernos pueden adquirir todos los bienes y servicios que quieran siempre y cuando los puedan comprar con la moneda que ellos emiten. Los gobiernos nunca se pueden quedar sin dinero porque lo emiten; las familias no emiten dinero. Es una diferencia sustancial para destruir el argumento de la austeridad, que está construido sobre falsedades. Ese discurso lo padecen ahora los europeos, como aquí lo sufrimos en los noventa. El aumento del gasto público y la emisión monetaria con objetivos de expansión y en forma sustentable no provoca una crisis, sino que, por el contrario, la evita, si la economía no utiliza en plenitud su capacidad productiva.
Los problemas de deuda de una economía nacional no son comparables con los problemas de deuda de una familia individual.
[…]

7) LA ECONOMÍA INTERVIENE EN LA DISPUTA POR EL PODER
En el espacio de la economía se expresa una relación de poder entre diferentes sujetos sociales en un momento histórico determinado.

‘La economía no es  la asignación de recursos escasos para satisfacer deseos ilimitados. La economía es el estudio de cómo la sociedad moviliza la totalidad de sus recursos para mejorar el nivel de vida de toda la población’ (3)
Cuando se introduce el tema del bienestar social aparece el debate de cómo se distribuye la riqueza. Al abordarlo necesariamente se interpela al poder, que no es otro que el económico.

Estas siete definiciones brindan el marco conceptual general para perder el miedo a la economía y, en especial, para empezar a intervenir corriendo el velo a la ciencia sombría.
Un primer paso es que el discurso económico convencional se ha construido sobre metáforas que naturalizan y personifican a la economía,  a los sujetos sociales e instituciones. Cualquier alteración de los mismos lo narra en términos de catástrofes de la naturaleza y enfermedades propias de las personas. Sus economistas mencionan situaciones de crisis afirmando que una ‘tormenta’ sacude el mundo, que los mercados se ‘agitan’, o que las Bolsas ‘sufren’ brutales ‘sacudidas’. Advierten sobre la existencia de una ‘sequía’ crediticia, o informan que un ‘tsunami’ financiero provoca el desplome de los precios. Poco importa que las metáforas sean incongruentes entre sí; por ejemplo ‘tormentas’ y ‘sequías’.
Lo significativo es que la crisis es una catástrofe natural que, por tanto, se desencadena por sí misma y a todos no pone en peligro.
No hay pues responsables, sólo damnificados. Instituciones económicas que fueron dotadas de vida natural y, por lo tanto, se humanizan, generan lamentos en gran parte de la población cuando, en realidad, las padecen por sus acciones.
Detrás de metáforas médicas o meteorológicas, los causantes de daños económicos, por ejemplo los banqueros durante una crisis financiero o grandes empresas en períodos de suba de precios, quedan ocultos. Estas metáforas inducen a una mezcla de miedo y compasión, de anonadamiento ante el desastre provocado por las fuerzas de una naturaleza desatada y de solidaridad antes sus víctimas.[…]
Los discursos económicos van moldeando la sociedad bajo el criterio de las emociones y creencias, ocultando la tensión de los intereses de los grupos sociales. Es decir, transforman unos hechos económicos que serían muy fáciles de comprender, por ejemplo, quiénes son los responsables del alza de precios, en acontecimientos que adquieren autonomía de sus principales protagonistas. Con su palabra dominante articulada en un discurso económico amplificado en el espacio público, obtienen legitimidad social, logrando que sus propios intereses, que son de una minoría privilegiada, terminen asociados al bienestar general”.

Por Alfredo Zaiat
Selección tomada de “Economía a contramano”, Planeta, Buenos Aires, 2012, pags. 13 a 21.


NOTAS:
(1): Galbraith, James K., ‘How Economists Got it Wrong’, The American Prospect, febrero de 2000.

 (2): Chang, Ha-Joon: ’23 things they don’t tell you about capitalism’, Penguin Group, 2010.

(3): Weeks, John: ‘Los astrólogos de la economía’, Página 12, 23-04-12



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