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sábado, 27 de octubre de 2012

Néstor Kirchner, cuando era un desconocido. (entrevista radial del 2001), por Omar López y Raúl Dellatorre (para “Redacción Popular” del 27-10-12)



Néstor kirchner: Las convicciones que no dejo en la puerta
Omar López y Raúl Dellatorre

La siguiente entrevista, perteneciente al archivo de audios de Mate amargo fue realizada en el año 2001, cuando el programa se emitía por Radio Splendid. En aquellos años Menem presidía el partido justicialista y ya se lo acusaba judicialmente por el caso de tráfico de armas. Sus huestes se reúnen para tratar de apoyarlo ante la citación judicial. Algunos no se prestan a ese juego y no concurren a la cita. Ellos son el gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner, y la Senadora Cristina Fernández, entre otros. Por si alguna duda cabe, aquí ofrecemos la entrevista de casi 20 minutos que nos otorgó Néstor Kirchner.

-Gobernador Kirchner ¿Esta reunión de la plana mayor del justicialismo es el comienzo de un nuevo plan de alianzas para establecer un nuevo liderazgo en el movimiento?

-Bueno, mire. Yo no sé quiénes son los que han concurrido hoy. Yo lo que le digo es que no me importa, se lo digo con todo respeto, realmente, no me importa lo que se pueda haber tratado allí. Yo creo que en este tema hay que hablar sin hipocresías. Acá, en este país, dicen -”en este momento hay que gobernar, no son momentos de elecciones internas-“. Puede ser aceptable el término, pero yo creo que hay que gobernar los 1.600 días, los cuatro años de una gestión. No hay que decir que ahora gobernamos y después hacemos política; eso es un absurdo. Pero uno debe hablar con valentía de lo que piensa: yo creo que al país le haría mucho bien que el justicialismo se oxigene, que revalide su representatividad, que tenga una respuesta alternativa a lo que está sucediendo, que sea la posibilidad de generar un diálogo bien hegemonizado y constructivo para la situación que hoy tiene la Argentina; y no, por el contrario, que Juan hable por Juan, Pedro hable por Pedro y Andrés hable por Andrés. Porque esto, en vez de ayudar, dificulta la gobernabilidad.
Y por el otro lado, con una conducción como la que tiene el justicialismo, lo digo con absoluto respeto -porque no me gusta descalificar a nadie desde el punto de vista personal-, yo creo que el presidente* se volvió autista. No hay comprensión del marco del país, de la situación de exclusión social y exclusión estructural. Se sigue jugando con números macro, se sigue especulando con situaciones que no están andando bien. Cada uno cree que lo que está haciendo es prácticamente un camino al premio Nobel y esto no es así; porque lo que está ocurriendo en la Argentina es realmente complicado, difícil, necesita soluciones realmente transgresoras y audaces para resolverlo.

-Usted recién dijo que estaba pensando en soledad estos temas. ¿Esto significa que no encuentra interlocutores dentro del justicialismo para discutir estos temas desde este enfoque que usted tiene?

-No, no. Hay gobernadores que acompañan esta postura con más o menos presencia, dirigentes muy importantes con los que estamos construyendo un ámbito que, dentro de un tiempo, vamos a dar a conocer a la luz pública. También se integran independientes e incluso dirigentes del propio radicalismo. Digamos, en soledad en cuanto a que pareciera ser que decir, que definir con claridad quién tiene la representatividad, qué política se debe aplicar y cuál es el rol que tiene el justicialismo como oposición en este momento sería un acto de imprudencia porque se estaría perjudicando la gobernabilidad. Yo creo que se perjudica más la gobernabilidad cuando un movimiento como el justicialismo, una de las principales fuerzas políticas del país, está completamente anarquizado.

-¿Este nuevo ámbito tendría que ver con un bloque aparte que están planteando tres senadores?

-Nosotros ya tenemos un bloque aparte hace rato, desde que Cristina fue expulsada por sus valientes posturas en las discusiones que se daban en el país en ese momento. Y hoy puede haber un acuerdo táctico con otros senadores para que el senado deje de ser una corporación que defiende nada más que los intereses de los propios senadores, para que el senado pase a defender lo que realmente debe defender, que son los intereses de las provincias a las que representan.

-Por la información que vamos conociendo todos los días vemos que no hay una sola mirada en el justicialismo sino por lo menos tres. Por un lado la capacidad operativa que está desarrollando el gobernador de la provincia de Buenos Aires, en segundo lugar, la que ha empezado a configurar el gobernador de Córdoba, la de Reutemann y, por supuesto, la suya. ¿Podría llegar a existir alguna idea de sintetizar, aun en medio de las diferencias, un frente común entre los cuatro?

-Mire, nosotros vamos a construir un espacio nacional. No nos sentimos encolumnados detrás de nadie, sino que queremos representar y liderar una nueva visión del justicialismo ante el país. Lo que pasa es que se suele decir que porque uno es el ex presidente y otros porque son gobernadores de las provincias más importantes hoy representan la voluntad mayoritaria del justicialismo. No, yo creo que el justicialismo está viviendo un profundo debate, anarquizado, sí, pero un profundo debate, un profundo intercambio de ideas y, evidentemente, algunos aspiramos a que el justicialismo cumpla el rol para el cual nació, que es transformar la historia, defender a los que menos tienen, construir un país, construir una nación. Y bueno, en esa tarea es en la que nosotros estamos inmersos.

-Hoy tienen una reunión con el Presidente de la Nación. Están lanzando una serie de planes de empleo, de vivienda, de infraestructura, ¿Qué perspectiva le está dando usted a estos planes? ¿Cómo se ubica en esta situación que también ha dado posiciones encontradas entre los gobernadores de su partido?

-Primero, del plan de viviendas populares de $ 9.000 no voy a hablar, porque es una falta de respeto a la gente mandarla a vivir a una vivienda de $ 9.000, que no sé cómo se puede llegar a construir. Segundo, con respecto a los otros planes, que la nación vaya a invertir en las provincias con los fondos fiduciarios que quiera, siempre y cuando no afecte los fondos Fonavi, que no los comprometa como garantía, porque esos fondos son una obtención federal que hemos logrado para las provincias cediendo el 15% de la participación con el fin de que la nación financie el sistema previsional.

-¿Coincide con las críticas que le está haciendo Ruckauf a Machinea en cuanto a las políticas económica?

-Machinea tiene que entender que la Argentina es la suma de las provincias, que acá no solo hay exclusión social, sino exclusión estructural, que hay regiones que están luchando por su propia viabilidad y que, evidentemente, si no se generan ventajas comparativas en el interior de la Argentina que, de alguna manera, quiebren las asimetrías que se tienen con el centro del país, se va a seguir generando la concentración económica y se va a seguir profundizando la injusta distribución del ingreso. Hay que tomar medidas que tiendan a paliar esta situación, si no, realmente, podrán constituir una caja sana, pero van a generar un país absolutamente quebrado, destruido estructuralmente, cada día con más pobres y con más situaciones incontrolables.

-Hay dos marchas hoy. Una, al congreso, convocada por Hugo Moyano para pedir una comisión que investigue la deuda externa y otra, convocada por la CTA de Víctor De Gennaro, que pide la reformulación del plan económico. ¿Con cuál de las dos se queda?

-En primer lugar, tengo un gran respeto por Víctor De Gennaro. Coincido completamente con él en el tema del seguro de desempleo. Usted fíjese que, ante el tema del desempleo, el gobierno nacional vuelve a la receta menemista de los Planes Trabajar, que habían sacado. Yo creo que hay que terminar con esto y tener un seguro de desempleo serio, que definitivamente tienda a dar un marco de cobertura digna y no clientelista a las situaciones de exclusión laboral. En cuanto a Moyano valoro muchísimo la posición que ha tomado. Yo creo que son posiciones confluyentes, muy valoradas y muy importantes y que, conjuntamente con todas las responsabilidades que tenemos que asumir los dirigentes políticos, institucionales y empresarios, todos juntos podemos llegar a construir una nueva visión de las repuestas que la Argentina necesita.

-Según su experiencia, ¿cómo se llega al 1,9 % de desocupación, casi pleno empleo, en la capital de su provincia?

-Lo que le voy a decir puede ser que no les guste a los economistas liberales, a los supuestos gurúes de la economía. Yo creo en el Estado, creo en el Estado promotor, creo en el Estado que realmente apoye el marco de la movilidad social y eso hemos hecho nosotros.
Hemos hecho una mezcla de ideas keynesianas tomadas de los buenos resultados que tuvieron en la crisis de los años 30 en los Estados Unidos y del Plan Marshall, cuando se emitieron 6.000 o 7.000 millones de dólares después de la Segunda Guerra Mundial, para reactivar fuertemente nuestra economía coordinando proyectos que hacen a una fuerte infraestructura pública, proyectos de reconversión económica como el puerto de Caleta Olivia, el aeropuerto del Calafate, la ruta 40, que estamos construyendo, la construcción de la mina del Cerro Vanguardia con Pérez Companc, en el cerro San Julián, para darle algunos ejemplos. Es decir, apoyar la reconversión de la economía con parte de la promoción del estado, generando una política con la creación de cooperativas y demás, que origine pequeñas inversiones desde el punto de vista de las viviendas y, además, que nos permita ocupar aquellos sectores que habían quedado expoliados por el sector petrolero. Todo esto dará un fuerte resultado, pero el Estado tiene una fuerte presencia; en mi provincia no hay mercado. Si el Estado no está presente, estos temas no se pueden solucionar.
Ahora usted encuentra a los gurúes de la economía que le dicen “no, el Estado no. Esas son recetas viejas, ineficientes”, y demás. Entonces trabajan en la construcción de la teoría del derrame, de la teoría de la acumulación, de la teoría de la concentración, donde se favorecen diez grupos empresarios, diez grupos económicos fuertes y, evidentemente, quedan afuera el resto de los argentinos esperando que se derrame algo.

-A su criterio, ¿este plan de obras que va a ofrecer el presidente no es de corte keynesiano más que neoliberal?

-Yo creo que filosóficamente van a servir. Si las hacen, van a servir. Yo apoyo cualquier plan de obra pública o infraestructura. Lo que digo es que no comprometan los fondos que son federales, nuestros, y que ya estamos invirtiendo en nuestras provincias. Que aporten nuevos dineros, pero con la garantía del Estado Nacional. Yo no me opongo a ningún tipo de inversión nacional; que la Nación haga el aporte que tiene que hacer sin comprometer a las provincias en esta tarea.

-Doctor, ¿quiere ser presidente?

-Sí, me gustaría. Algún día.

-¿En el 2003?

-En realidad, me gustaría participar activamente de un proyecto que conduzca a toda la argentina y aportar toda la experiencia que uno tiene en esa tarea.

-¿Va a apoyar al gobierno del Dr. de la Rúa o va a ser crítico, desde el punto de vista de su mirada económica? Algunos hablan de continuidad de las políticas menemistas, otros hablan de la atadura de pies y manos a las políticas del banco mundial y del fondo monetario.

-Usted qué quiere, ¿una respuesta que dan la mayoría de los políticos para quedar bien o lo que yo le diga con sinceridad?

-No, lo que usted está pensando en tanto a su necesidad de articular su propia política.

-No. No es mi necesidad de articular mi propia política, sino la de la necesidad que a mí me parece que tiene la Argentina. Yo le voy a responder con absoluta sinceridad. En primer lugar, creo que hemos cambiado al presidente, pero no al gobierno. Tengo el mayor de los respetos personales por el Dr. De la Rúa. Mi relación con él, honestamente, es mucho mejor que la que tenía con el presidente Menem, no lo puedo dejar de reconocer.
Lo que yo creo es que acá se ha roto el contrato electoral. No se está cumpliendo lo que se prometió durante la campaña electoral y se están reiterando las recetas anteriores. Ese es el problema fundamental que hoy tiene la Argentina. Toda aquella esperanza de cambio que habían representado, indudablemente, De la Rúa y Chacho Álvarez, todo aquel cambio que había propugnado el Frepaso, en su momento, hoy se encuentra totalmente diluido en la teoría de la resignación; el mismo discurso que yo he escuchado en muchos menemistas con vestiduras progresistas: “Nos gustaría hacer aquello pero no podemos, no queda más remedio que seguir haciendo esto”. Yo creo que se pueden hacer, con valentía, muchas otras cosas y tenemos que tratar de que el Dr. De la Rúa las haga. Es decir, que apoyo al gobierno del Dr. De la Rúa, pero, fundamentalmente, apoyo que lleve adelante las medidas que prometió en la campaña electoral.

-Si usted tiene que elegir entre votar a Duhalde como candidato a senador o a Raúl Alfonsín, en el contexto de su partido, hoy por hoy ¿a quién vota?

-Qué pregunta la suya. Yo lo votaría a Duhalde, pero quiero decirle algo. Yo coincido en muchas de las apreciaciones que ha hecho, en los últimos tiempos, el Dr. Alfonsín. Creo que es un dirigente muy valioso, y en esto quiero desprenderme de muchas cosas, rescato toda la actividad en el planteo original que tuvo el Dr. Alfonsín en el Mercosur y demás, que hoy nadie le reconoce. Quiero reconocerlo como dirigente, más allá de las diferencias que podemos llegar a tener, porque creo que es un político muy importante para el país. Sería muy injusto. Es decir, lo votaría a Duhalde por afectos y demás, pero debo reconocer lo que es el Dr. Alfonsín como dirigente.

-Y sobre todo porque Duhalde tiene en este momento el inflador de Ruckauf y mucho no le va a convenir a usted.

-No, pero no es una cuestión de conveniencia. Piense bien lo que le dije y creo que por ahí va a entender.


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