El asesinato de tres partidarios de Capriles y el burdo
intento de cargárselo a Chávez dan una pauta -no por esperable menos diáfana-
en cuanto a calibrar hasta dónde pueden llegar los EE.UU. en su movida
estratégica orientada al “cambio de régimen” en Venezuela. Sería demasiado
ingenuo suponer que aceptarán de buen grado una derrota de la derecha, esto es,
revolución bolivariana hasta 2019 por lo menos.
Todas las encuestas dan ganador al PSUV (Partido Socialista
Unido de Venezuela) salvo la de la agencia que trabaja para Capriles, pero
también es cierto que a Chávez no le alcanza con ganar: si gana por poco la
revolución se debilita.
Nadie puede creer que Capriles es “lo nuevo” ni tomarlo en
serio cuando dice que en Venezuela falta salud y educación y que con sus
políticas el pueblo accederá a esos bienes. En simultáneo con ello, la clase
media parece estar mirando la película con un difuso temor de que un triunfo de
la derecha desorganice el país por la vía de la pérdida de conquistas que sus
beneficiarios no tolerarán de buen grado y que, como consecuencia de ello, la
opción por Capriles se parezca mucho a un salto hacia la ingobernabilidad del
país. Aun deseándolo, el fin de la revolución de los pobres llegaría, en la
óptica de estos sectores medios, con menos sobresaltos y más sensatez si se espera
al desgaste y al cansancio que otros seis años de chavismo deberían producir en
la sociedad. Si de este modo fueran las cosas, el comicio podría arrojar una
victoria de Chávez por dos dígitos.
El problema de esa base social timorata y prejuiciosa que
exhibe Capriles es que habita un mundillo del tamaño de su bolsillo y de sus
módicos intereses de clase, por lo cual no va, en política, más allá de lo que
puede ir en su desarrollo económico y, lo que es peor, no advierte que la
incidencia de los factores externos pueden ser el detonante de lo que tanto
temen, es decir, del caos que haga peligrar sus bien ganados ahorros.
Venezuela ha aumentado su estatura estratégica en
Latinoamérica. Ha aumentado la cantidad de influencia que Venezuela puede
ejercer en un escenario en el cual la propia Venezuela tiene un interés
estratégico. Esto ha ocurrido no sólo ni principalmente porque Venezuela es la
tercera reserva mundial de petróleo sino también porque:
1) La renta petrolera ha financiado las dos terceras partes
de los programas sociales del gobierno.
2) El nivel de distribución de la educación y la salud ha
incluido a prácticamente la totalidad de los sectores que la socialdemocracia y
el socialcristianismo dejaban siempre afuera y al 80 % de la población total de
Venezuela, con tendencia a mejorar esos índices.
3) Un pueblo masivamente culto, educado y encuadrado en un
mando único es un pueblo al que será difícil volver a someter.
4) La fuerzas armadas y de seguridad responden a la
oficialidad comprometida ideológicamete con el ideario nacional y soberanista.
5) Venezuela e Irán son socios en la OPEP (Organización de Países
Exportadores de Petróleo) y tienen el potencial de incidir en una eventual
cartelización del precio del crudo, algo que ninguno de ambos países se propone
pero que los EE.UU. ven como amenaza. Venezuela apoya también el programa
pacífico de desarrollo nuclear iraní, ha incrementado su comercio con ese país
y las inversiones iraníes en materia habitacional en Venezuela han sido, en los
últimos años, considerables. No hay datos precisos respecto de acuerdos en
materia de defensa.
6) Venezuela acaba de firmar ocho acuerdos con Rusia en
materia de emprendimientos petrolíferos en la “Franja del Orinoco” y se ha
abastecido, en los últimos años, con material militar defensivo de fabricación
rusa en el marco de acuerdos entre ambos países.
7) Convenios con China en materia aeroespacial, minería y
ferrocarriles abren otra puerta más al competidor estratégico más importante
que tienen hoy los EE.UU. en el mundo.
8) Venezuela en el Mercosur fue un resultado no previsto ni
por el Pentágono, ni por el Departamento de Estado, ni por la inteligencia
estadounidense. Brasil, como Venzuela, cultiva con Irán, Rusia y China
relaciones amistosas y de mutuo beneficio económico.
9) La consolidación del modelo venezolano de distribución de
la riqueza a partir del uso soberano de sus recursos naturales es políticamente
perjudicial, en el largo plazo, para los planes de restauración dominial de los
EE.UU. en nuestro continente.
La prieta síntesis que antecede explica, en parte, la
importancia de las elecciones en Venezuela y de su resultado. Se trata de dos
proyectos antagónicos que miden fuerzas en Venezuela pero cuya tensión política
atraviesa todo el continente. También en Brasil, en Bolivia, en Uruguay, en
Ecuador, en Nicaragua y en Argentina, bajo formas diversas, se libran batallas
de clase en las cuales el cogollo es la producción y la distribución de la
riqueza.
Estados Unidos logró unir a toda la oposición a Chávez en
una movida del tipo toda la carne en el asador. Si ganan (lo que no es
probable) vienen por todo, es decir, en primer lugar, por la ruptura del
proceso integrador (Unasur, ALBA). Las derechas del continente (la argentina en
primer lugar) han ido a aprender y a hacer fuerza por Radonsky. En Argentina
tratan de imponer al pueblo la percepción de que Cristina es igual a Chávez, lo
que es bienechoramente cierto en algunos puntos y correctamente inexacto en
otros. La derecha, en ningún país de América Latina, puede expresar su programa
pues, de hacerlo, la votarían pocos. Apelan, entonces, a clamar por las
“libertades”. Y critican, tanto en Venezuela como en Argentina, “…la presión
sobre la prensa, el ahogo a la iniciativa privada y el ejercicio de un liderazgo
personalista y autocrático” (Pagni, La Nación, 1º/10/12).
Y así como amenazan a Chávez con las represalias del
Pentágono, aquí hacen lo mismo con el gobierno argentino. El procesado por
espía Pagni acaba de decir que, hasta ahora, Argentina era considerado por
EE.UU. como un país que hacía un uso pacífico de la energía nuclear, pero que
después de la reunión de Timerman con su par iraní, “…orientó la proa del avión
hacia el centro del huracán”.
Todo concatenado, entonces. Si desestabilizan a Chávez las campanas
comenzarán a doblar por todo el continente, doblarán por todos los gobiernos
que han hecho de la soberanía nacional un principio irrenunciable.
Y en un escenario de triunfo popular consolidado Venezuela
marchará, presuntamente, a la superación de las contradicciones que siempre
existen en todo proceso revolucionario. Tascar el freno y parar un poco
equivaldrá, tal vez, al comienzo de la derrota por otros medios. Profundizar,
en cambio, el modelo bolivariano creando poder popular, cualquiera sea la forma
que asuma este poder popular, significará transferir al pueblo y sus
organizaciones la responsabilidad histórica que hoy recae sobre las espaldas de
un solo hombre a quien las elecciones burguesas han instaurado, hasta ahora, en
el lugar institucional de Presidente de la Nación.
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No nos engañemos,, los 3 muertos en la campaña no se suicidaron, las patotas chavistas hicieron lo suyo. Seguramente ganarán las elecciones, pero que bueno, Venezuela comienza a despertar.
ResponderEliminarNo importa lo que decida el propietario del blog,, ya sabe que la gente está harta de Chavez y que su persona es nefasta,, VIVA VENEZUELA LIBRE
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