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domingo, 2 de septiembre de 2012

Reírse más, por Lucas Cremades (para “Revista 23” del 29-08-12)




Por qué nos gusta Capusotto.

Volvió y fue el programa más visto de la TV Pública con su cóctel de humor absurdo y referencias claras. Humoristas y sociólogos desgranan el éxito de un programa que superó el estatus de culto.

Capusotto presentó al peculiar mozo de la parrilla El No-No y a Juan José José Luis con Ramón, el porro que le pega mal.

Larga vida a Peter Capusotto y sus videos, auguraron miles de televidentes argentinos luego del auspicioso arranque del ciclo creado por la histriónica y exitosa dupla humorística compuesta por Diego Capusotto y Pedro Saborido, que van por su séptima temporada en televisión.


Entre escenarios enclenques que fortalecen la dinámica de una risa generalizada y cócteles filosóficos sin demasiados protocolos, como los que suele emprender con sus intervenciones la genial Violencia Rivas, el programa –que se emite los lunes a las 22.30 por la Televisión Pública– demostró una vez más que el éxito se sustenta en la increíble originalidad de cada uno de los personajes y sketches nuevos de esta flamante temporada, como “El porro me pega mal” y “Robotril”, un Robocop en Rivotril.

¿Por qué nos gusta Capusotto? Esa es la cuestión. Sin permisos, sin banderas, sin esquemas rígidos y con muchísima predisposición para la parodia. El estreno del lunes 27 de agosto mostró a Diego Capusotto tirando lujos en su propia cancha sin traicionar la química de su humor. Así lo demuestran los 4,7 puntos de rating promedio obtenidos durante su primera presentación, lo más visto de la TV Pública. Detalles nada despreciables en materia televisiva; mucho más si se tiene en cuenta que el ciclo de sketches compitió cara a cara con parte de Graduados, por Telefé (lo más visto del día), y la nueva ficción de El Trece, Sos mi hombre.


Para Luis Alberto Quevedo, licenciado en Sociología y director del Proyecto Comunicación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), el programa de Capusotto se basa en un conjunto de personajes construidos sobre ciertos referentes culturales reconocibles para el público: “Capusotto nos propone un puente que nos permita reírnos. Pero la gracia no viene de la proximidad con el imitado (por ejemplo, si yo me propongo imitar a Sandro, tengo que imitarlo apareciendo como lo más parecido posible y exagerando algunos rasgos que funcionan como guiños al receptor). Sin embargo, en la fórmula Capusotto el referente está a mucha distancia, muy lejano, casi como un resto a partir del cual se construye la parodia”, argumenta Quevedo y da un ejemplo: “Violencia Rivas tiene muy poco que ver con Violeta Rivas, en realidad, casi nada. Del mismo modo, el rapero latino Di+Di Dr. Bolas Ricardo Arjona Latino Solanas nada tiene nada que ver ni con Arjona ni con Pino Solanas. El referente queda perdido en el personaje pero funciona como un elemento de reconocimiento en el pacto con el televidente. Una parte de lo que nos produce gracia es, justamente, ¿por qué cuernos le puso ese nombre a su personaje?”, agrega.


Pablo Marchetti, editor responsable de la revista Barcelona y panelista del programa Duro de Domar, siente al ciclo de Capusotto y sus videos como una suerte de páramo mental al servicio de la risa. “Siempre esperé ansioso los estrenos de Capusotto. He ido a ver sus películas y siempre estoy detrás de lo que hace. Básicamente me divierte, logra hacerme cagar de la risa como pocas cosas en la vida. Junta mundos que parecen imposibles y me siento representado en ellos. Sea desde el rock barrial y su parte más chabona hasta en su parte más política. Cuando hace de rockero ilustrado, no puedo creer que junte esos mundos que me fascinan. Creo que el secreto está a la vista: tanto Diego como Pedro Saborido hacen lo que se les canta, son las dos cabezas que están detrás de la criatura. Lo que a mí me cuesta creer es que eso que se les canta hacer signifique tanto para mí”.

El respeto del ámbito humorístico hacia Diego Capusotto es uno de los tantos atributos que sustentan la permanencia del programa entre los favoritos dentro del ambiente televisivo. Según el músico y comediante Jey Mammon, Capusotto es “un referente del humor absurdo. Un humor que va medio transversal a la tele y que se introdujo en el medio cuando parecía que no había espacio para un humor del estilo de Peter y sus videos. Me parece que instaló algo de culto como en su momento lo fue Alfredo Casero con Cha Cha Cha. De ahí salieron unos cuantos pilares de este tipo de humor que a mí particularmente me encanta. Celebro y me gusta que haya trascendido esa cosa del gueto que a veces tiene este tipo de humor. Aplaudo que la gente se haya incorporado al universo Capusotto y me alegra que siga en la TV Pública más allá de cualquier postura política. Me parece que si él sigue eligiendo ese espacio tiene que ver con que es un programa de culto donde la gente lo ve a él. De hecho, se ve más en Internet que en la tele. De modo que si promedió los 5 puntos de rating, habría que elevarlo a 20, de acuerdo a la cantidad de público que lo sigue desde YouTube”, opina el actor, que siente debilidad cada vez que aparece Violencia Rivas. “Tuve la grata oportunidad de conocer a Diego una vez que se acercó a ver uno de mis shows. Estaba sentado en la última fila sin querer llamar la atención. Siento que es un tipo con mucha humildad. Cualquiera que esté en la situación en la que está él se te sube a un pony. La esencia del pibe sigue siendo la misma y creo que ese es uno de los pilares fundamentales donde se asienta el éxito de sus programas”.


Las particularidades de esta séptima temporada respecto de las anteriores son que la mayoría de los personajes nuevos se escapan un poco –tal vez sólo por ahora– de la cultura rock y se bifurcan hacia situaciones de la vida cotidiana en general, como las comunicaciones vía chat en una genial red social llamada Garolfa.


Como si fuera una delantera goleadora, la dupla risueña conformada por Saborido y Capusotto también se sube a la ola de los chimentos a través del singular Jorge Meconio, que se nutre de la falta de ética, por ejemplo para referirse a las mujeres de sus amigos. El episodio generó obvias repercusiones en los medios, que vieron en este personaje la sutileza de la dupla para referirse a la relación que une a Marcelo Tinelli con Guillermina Valdés, ex mujer de Sebastián Ortega, en otras épocas amigo del conductor de ShowMatch.


Las musas que inspiran a Capusotto son de por sí un misterio. Aunque su cuerpo parezca transmitir que sólo ríe cuando la cámara se enciende, lo captura y lo transforma. “El cuerpo de Capusotto es también un elemento fundamental de su éxito”, agrega Quevedo. “Lo corporal siempre es un referente. Pero el de él es un cuerpo castigado, desalineado, una especie de maniquí sobre el que se cuelga cualquier elemento y que lo transforma en un referente en permanente mutación. Creo que en esa mezcla de ingredientes se produce un humor bizarro y único, a la vez reconocible y extraño, nuestro y de otra galaxia, exagerado y realista”.


Arden las superproducciones. Bajan los telones. Cierran las boleterías. Cuando el humor se hace al valor de todo por dos pesos, no hay apatía que resista tanta algarabía televisiva.

Publicado en :

http://veintitres.infonews.com/nota-5313-sociedad-Reirse-mas.html

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