A riesgo de sonar confuso, el jueves miles de manifestantes renunciaron a ver sus programas preferidos para protestar contra la Cadena Nacional que les impide ver sus programas preferidos; también, reaccionaron contra el miedo autoritario que les inspira Cristina y, de paso, desplegaron un creativo abanico de improperios irreproducibles con el fin de exigir que sea respetuosa con los que no piensan como ella; los sones de las cacerolas también incluyeron reclamos por la libertad, que, por si no se enteraron, no está restringida, pues pudieron protestar en plena libertad. En fin, una variada gama de demandas que tenía un único blanco: La Presidenta. Aunque muchos analistas salgan a decir que la protesta estaba dirigida a todos, quien despierta más rechazo por múltiples motivos es Cristina Fernández de Kirchner. Algunos motivos atendibles, otros discutibles y los más, desechables. Quizá, en medio del bullicio, se mezclaron víctimas de delitos, evasores impositivos y especuladores en divisas. Más aún si sumamos a este combo las demandas por la libertad ultrajada por los controles de la AFIP. Pero en todo este paquete, quienes ponen el papel fantasía y el moño para regalo son las propaladoras de estiércol, que dibujan con carbón en bruto una realidad que espantaría al más guapo.
Con una espontánea preparación de dos semanas a través de las redes sociales, la marcha alimentará durante muchos días a los carroñeros que la estimularon desde las letras de molde y permitirá que alcancen el orgasmo que tanto añoran. El batir de los cacharros culinarios exalta sus instintos más primitivos, despierta su apetito voraz, los espabila para una nueva dentellada. Si alguien pone en duda esta afirmación, bastará con leer los editoriales, escuchar a los columnistas, observar a los conductores televisivos para apreciar la sangre renovada que, mezclada con el veneno del resentimiento, pulula por sus venas. La manifestación del jueves no fue tanto una respuesta a las políticas del Gobierno Nacional sino el resultado de una caldera saturada con un combustible perverso. Y eso es tan multicolor que resulta convocante, por la proximidad de la primavera, tal vez.
Algunos de los espontáneos manifestantes coreaban “el que no salta es negro y K”, como si, para ellos, no fuera lo mismo. Quizá sea ésa la única coincidencia que aglomeraba a todos los individuos. Otros nostálgicos coreaban “que se vayan todos” y otros “libertad, libertad”. Los instrumentos utilizados para meter bulla eran tan variados como las consignas y cánticos. Variados utensilios de cocina junto con latas, redoblantes, cencerros, panderetas, bombos, silbatos, matracas, cornetas, campanillas de bronce y cualquier objeto ruidoso marcaban el ritmo de un jueves diferente. Nobles herramientas destinadas a derrocar la Diktadura. Un cronista recogió un testimonio capaz de borrar la sonrisa del ornitorrinco: “al borde de las lágrimas, Raquel, una señora adornada por muchas joyas y un regio bronceado, preocupada porque ‘te prohíben viajar, te prohíben ahorrar, te prohíben gastar, te prohíben comprar dólares, no se entiende qué quieren que haga la gente’”. Lo único que no prohíbe el Gobierno es lo que muchos quisieran que prohíba: el pago de impuestos. Porque de eso se trata la protesta de esta buena señora, y muchos más como ella: la libre compra de dólares, con su consiguiente fuga en viajes al extranjero, aunque dificulte el crecimiento de nuestra economía.
Otro diario publicó el testimonio de Salvador, quien está a “las recontra puteadas contra Cristina por todo lo que hace, por cómo lo hace y por cuándo lo hace”. Un joven de 26 afirmó estar “en contra de la re-re y quiero que se respeten ciertas libertades que considero avasalladas. En principio la libertad para disponer de mis bienes como yo quiero y libertad para salir del país”. Reclamo extraño si los hay, pues esas libertades –ni ninguna, vale aclarar- están avasalladas. Ninguna ley o decreto establece cómo disponer de los bienes personales –salvo que haya algún ilícito, un poco sorprendente para alguien de 26- ni restricción alguna para salir del país. Pero el problema son los dólares, como siempre. Los movimientos ecologistas instauraron un intenso amor por el verde y en la ciudad ese color se puede apreciar mejor en la entrañable moneda norteamericana.
Y lo de la re-re merece un párrafo aparte, porque es el temor más grande que tiene el arco opositor. La mencionan más ellos que los K de paladar negro. Tema opositor por excelencia, para no quedar afuera del tablero. En esta semana hubo algunos movimientos para resistir cualquier intento de reforma constitucional. Uno de los paladines de la república, el ex anestesista Hermes Binner, llamó a cumplir con la Constitución “y con la independencia de los tres poderes que se viene avasallando permanentemente”. Denuncia infundada pero reiterada por todos los perdedores que no saben cómo oponerse. “Cuando tienen mayoría en las Cámaras –explicó el ex Gobernador- envían hasta la definición del sexo de los ángeles, pero cuando no tienen mayoría todo sale por decreto”. Respetuosa forma de definir el trabajo parlamentario por parte de alguien que pretende ocupar una banca a partir del año próximo. Por otro lado, La Presidenta y Raúl Alfonsín han sido los mandatarios que menos decretos han firmado desde 1983 a la fecha. Para romper con el mito de que se gobierna por decreto, es necesario aclarar que CFK ha firmado un DNU cada mes y medio mientras Menem lo ha hecho cinco veces por mes y De la Rúa, tres. “Esta es la democracia en que vivimos –agregó el líder del FAP- es una democracia menguada”.
Pero el ninguneo del demócrata no termina allí. “Hay que terminar con la dádiva y generar trabajo”, expresó, olvidando que los números del desempleo no superan el 7 por ciento. “Hay que terminar con la limosna”, agregó, sin pensar en la posibilidad de ofender a un beneficiario. “La gente no se traga todas las cosas que le quieren vender desde un lugar privilegiado como es la cadena nacional”, condenó, sin tener en cuenta que es el espacio por el que La Mandataria da cuenta de sus acciones a la sociedad de manera directa. “Estamos trabajando para evitar la re reelección”, confesó, como si fuese el punto principal de su plan alternativo. Un poco menos crispada, cuando el público presente en el acto en San Juan le pedía que fuera por la re reelección, Cristina aseguró que en el futuro “del lugar que me toque haré lo que siempre he hecho, militar y trabajar, porque otra cosa no he hecho en mi vida”.
Para salir de tanto caceroleo enojoso, vale aclarar que en esta semana se anunció un incremento del 26 por ciento en la AUH, entre otras modificaciones al salario familiar. Pero además, solicitó a las cadenas de comercialización, desde las más grandes a las más pequeñas, que mantengan los precios en los niveles actuales. “Hemos visto en años anteriores que frente al aumento de las asignaciones familiares comenzó un movimiento con los precios de los alimentos, las bebidas, la ropa y el calzado, que es lo que más consumen” los sectores alcanzados por la medida. Y destacó que como los convenios laborales han sido cerrados y que el Estado mantiene estables las tarifas de los servicios públicos, no especulen con la remarcación para hacerse con una diferencia. Y lo dijo por Cadena Nacional, para que todos escuchen y no tergiversen ni eliminen su contenido. Lo dijo por Cadena Nacional para que Macri sume otra media hora más de lectura a su tan desnutrida ilustración. “Democracia o dictadura” era una de las consignas del jueves. Urnas o cacerolas, es la que propone este apunte. Y concluye: urna derrota cacerola.
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Muy buena foto. En facebook vi otra de una cacerola trantando de entrar en una urna. El ingenio popular no tiene límites.
ResponderEliminarGracias... esta es mía y del señor Photoshop...
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