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sábado, 4 de agosto de 2012

Introducción al periodismo mágico, por Dante Augusto Palma (para “Infonews” del 03-08-12).



Por:

Dante Augusto Palma

El último domingo, la nota principal de la tapa del diario Clarín el día de mayor venta fue “Militancia todo terreno: sacan a presos de la cárcel para actos del kirchnerismo”. Ante semejante afirmación no puede más que reinar el estupor, la sorpresa y la indignación. Sin embargo, quizás haya que dejar de lado todos estos sentimientos y tratar de disfrutar de la buena literatura de este género literario llamado “periodismo mágico”.

El periodismo mágico, primo hermano del “realismo mágico”, introduce elementos fantásticos como parte de la cotidianeidad sin necesidad alguna de explicación; desafía, además, la secuencialidad del tiempo y generalmente se apoya en una temporalidad en la que resulta difícil distinguir pasado, presente y futuro. De hecho, en algunos casos, atravesado por leyendas míticas, el tiempo aparece como cíclico, como aquello que se repetirá una y otra vez. Estas características, propias de la literatura de novelistas latinoamericanos de la segunda mitad del siglo XX como Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes o Gabriel García Márquez, logran poner en tela de juicio la noción misma de verdad y la separación estricta entre realidad y fantasía.

Volviendo a la nota en cuestión, la declaración que aportó elementos para desatar una imaginación creativa capaz de acompañar esta mágica historia lleva ya algunas semanas. Se trata de aquella formulada por un héroe de nuestra era, una voz autorizada y una de las más citadas en la nueva narrativa periodística: Sergio Schoklender. Justamente, un día después de la mencionada tapa, Clarín acompaña esta presunta investigación reveladora con una nueva declaración del hombre que estando preso luchó por la implementación de planes que pudieran darles a los reclusos la posibilidad de trabajar y estudiar una carrera universitaria en la propia UBA (algo que disminuyó drásticamente la reincidencia más allá de que, paradójicamente, el propio caso Schoklender desafíe tal estadística). Allí indicó: “Los militantes de La Cámpora ingresan a la cárcel, mandan dentro de la cárcel y reclutan presos para formar la agrupación Vatayón (sic) Militante (…) El problema es la protección que tiene un grupo de delincuentes que sale de la cárcel militando en La Cámpora. (…) Buscan reclutar pibes jóvenes que, el día de mañana, cuando recuperen la libertad, vayan reclutando otros compañeros en las mismas villas y asentamientos de donde son originarios. Esto es el germen de algo muy complicado –evaluó– porque no es reincorporarlos, sumarlos a alguna oportunidad laboral, sino ir reclutando una fuerza de choque a la que, después, no la van a pagar con pancitos o subsidios”. Asimismo, indica la misma nota, Schoklender habría sugerido que La Cámpora les crearía en un futuro “zonas liberadas” para que puedan seguir delinquiendo.

De repente, entonces, unos chicos de clase media universitaria forman una agrupación, se meten en los pabellones ante la mirada atónita o cómplice de genuflexos guardias y gobiernan a los ingenuos reclusos. Estos, a su vez, obedecen como mansas ovejas y reciben el entrenamiento en el uso de la estrategia guerrillera para “un futuro” en el que se necesite “combatir” cuerpo a cuerpo en la calle con los manifestantes que usando sus cacerolas como escudos, den la vida por un dólar blue, celeste o contado con liqui. Todo esto seguramente será acompañado por años de terror en los que estos presos, con anuencia de los líderes del “Vatayón”, saldrán con remeras de Firmenich y el “terrorista” Guevara a robar, violar y asesinar señoras de Recoleta. Asimismo, esto será invisibilizado por un monopólico multimedio paraoficial que se dedicará a ofrecer programación de cocineros y pseudo periodistas pagos que hostigarán a los pocos valientes que, en la clandestinidad republicana, todavía resistirán los embates del régimen. Pero será inútil: todos los que se opongan a la dictadura K morirán en manos de ese Vatayón mientras la televisión oficial filma la confiscación de sus bienes.

Por todo esto es que no debería extrañar que, en breve, algún editorialista nostálgico realice un paralelismo amparándose en una suerte de karma argentino de repitencia cíclica de la historia y afirme que se está en las vísperas de algo similar a lo que fue la orden de liberación de los presos políticos de Héctor Cámpora apenas asumió su corta presidencia. A partir de este mal de la Argentina, dirá que en ese acto estuvo el germen violento que obligó a las fuerzas armadas a realizar el golpe de Estado y luego llegará mágicamente a la conclusión de que, propiedad transitiva mediante, se está frente a un escenario similar al de la previa del terror de los años ’70.

Asimismo no faltará quien adose a esta fantasía la idea de que este gobierno gana elecciones porque se ocupa de los derechos humanos de los presos (y no de las víctimas) con “la plata de los jubilados”.

Pero puede haber lectores a los que les agrade la fantasía y la magia pero una cosa es que les brinden aventuras que exciten sus emociones y otra que los traten de boludos. En otras palabras, se pueden incluir aspectos sobrenaturales en una historia pero todo tiene sus límites. De aquí que un lector más o menos serio se dará cuenta de que no hay ninguna buena razón para dar verosimilitud a un relato tan absurdo pues ¿cuál sería el sentido de que una agrupación afín a un gobierno que asumió un nuevo mandato hace ocho meses con una mayoría amplia, deba recurrir a las cárceles a sumar militantes o, en el marco de una explosión de militancia juvenil, reclutar presidiarios para “hacer bulto” en actos políticos? Planteado así se muestra que esto es muy difícil de creer incluso en una ficción y que, en todo caso, sería más fácil aceptar que los bizarros personajes que Vargas Llosa describió en La guerra del fin del mundo son reales, que los Buendía de García Márquez son los culpables de que no encuentre mesa en el restaurante al momento de festejar año nuevo, y que los presos, hartos de los barrotes, asisten a los actos ya no por el choripán y la (gaseosa) cola sino por el choripán y la lima.

En este contexto, poco importa la interesante discusión acerca de una mirada integral sobre la seguridad que tenga que ver con la prevención del delito pero también con la violencia institucional y, sobre todo, con el modo en que logra reinsertarse a la sociedad aquel individuo cuya privación no implica sólo justo castigo sino brindar alternativas para rehacer su vida una vez cumplida la pena. Tampoco importa el debate al interior de los medios acerca de si existe algún tipo de periodismo que no sea “mágico”. Pienso en esas interesantes controversias que surgieran a partir de las crónicas de guerra del periodista polaco Richard Kapuscinski, muerto hace apenas un lustro, quien admitiera que en sus descripciones los detalles se subsumían al embellecimiento de una historia que cautive, y la metáfora, en muchos casos, acababa reemplazando al lenguaje literal. Si entrásemos en este último debate quizás pudiéramos salvar al diario Clarín afirmando que la línea editorial del diario responde a una visión tan mágica como otras. Pero esta disculpa no podría frenar la cada vez más marcada procesión de lectores que en busca de buena literatura se acercan a los clásicos latinoamericanos que pueden hacer volar nuestra imaginación con un goce estético que Clarín todavía no ha logrado generar.

Publicado en :

http://www.infonews.com/2012/08/03/politica-32545-introduccion-al-periodismo-magico.php

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