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sábado, 14 de julio de 2012

El "feudalismo" criollo y la historia de Francia, por Federico Bernal (para “Infonews” del 12-07-12)


En la Argentina del Bicentenario conviven aún dos modelos: la semicolonia y la nación soberana.

Enfrentar la crisis

Por:

Federico Bernal

Según cifras oficiales comunicadas esta semana, la economía francesa crecerá un 0,3% en 2012, un 0,7% inferior a lo previsto. El instituto de estadísticas oficial señala entre las principales causas de la mala performance: el estancamiento del PBI (nulo crecimiento durante el primer trimestre del año), caída del 2% del sector industrial y bajos niveles de consumo interno. Con la relación deuda/PBI en el 90% como ariete, las élites financieras y corporativas europeas golpean furiosamente las puertas del pueblo francés. El flamante gobierno de Hollande responde con un paquete de políticas contra-cíclicas. Pero ahora, más que detenerse en ellas, importa analizar si el solitario alzamiento de Francia contra el terrorismo financiero internacional es obra de la causalidad o existen razones profundas, vinculadas a su propio devenir histórico. ¿De dónde proceden las fuerzas objetivas con las que las clases populares y los sectores industriales franceses consiguen frenar la arremetida neoliberal contra su país? Está claro, Francia no es España, ni Grecia, aunque tampoco es Alemania. Sin embargo, es la nación europea cuyo camino de desarrollo e industrialización más semejanzas tuvo con el despegue de las fuerzas productivas alemanas, entre 1815 y las primeras décadas del siglo XX.

INDUSTRIALIZACIÓN DE LA RURALIDAD.

Si bien para 1815 el campesino francés había sido liberado del opresivo sistema de tenencia de la tierra con el que hasta entonces había convivido, la situación de miseria y hambruna en la Francia profunda proseguiría al menos por unas décadas más. Así hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando el grueso de la población tuvo acceso al pan blanco, antes reservado en exclusividad a la aristocracia y a la monarquía. Décadas después, el consumo de vino y papas entre las clases populares había aumentado un 50%, la carne y cerveza un 100%, el azúcar y café un 300%. ¿Cómo fue que se produjeron tan esenciales avances? La abolición del feudalismo por parte de los revolucionarios de 1789 fue el hecho disparador que abrió el cauce para la implementación y triunfo de las nuevas fuerzas sociales emergentes. La Revolución –aunque parcialmente– liberó al campesinado modificando la tenencia de la tierra, anuló el diezmo, reajustó los asfixiantes impuestos (tributos), modificó la esclavizadora legislación existente, etcétera. El pequeño campesinado (no así los trabajadores rurales) fue el gran beneficiado de la Revolución. Derrotado el feudalismo y ya entrado el nuevo siglo, se abrieron cauce la diversificación de la producción, las mejoras en los cultivos, en la técnica, en la maquinaria y herramientas, así como en el perfeccionamiento de las especies ovinas, equinas y vacunas. En suma, y parafraseando a nuestra presidenta de la Nación, la industrialización de la ruralidad, en un contexto de integración territorial política, económica y comunicacional, marcó el despegue de la Francia moderna, desarrollada e industrial.

SOBERANÍA ENERGÉTICA, FERROCARRILES, PROTECCONISMO Y ESTADO.

A partir de 1815, la nación europea experimentó un notable aunque gradual crecimiento y remodelación de la mayoría de sus industrias. El centro gravitacional económico del país pasó del sector agrario al industrial. El cambio se reflejó en el crecimiento de la población urbana, con el Estado erigiéndose en el principal socio de la actividad privada y liderando la incorporación y modernización de la maquinaria manufacturera (copiada de Gran Bretaña algunas veces; inventada otras tantas). Pero el proceso de industrialización francés no podría haberse verificado sin el crecimiento de las industrias domésticas ferroviaria, del hierro y del carbón. Autosuficiencia energética, a través del desarrollo de la propia industria del carbón. Igual para la industria del hierro, que gracias a haberse cuadruplicado entre 1812 y 1847, permitió, por un lado, disminuir la dependencia del hierro importado desde Inglaterra, y por el otro, aumentar exponencialmente la disponibilidad de maquinaria para la extracción de minerales (pasó de 65 unidades en 1820 a 5200 en 1848). Energía, industria, recursos primarios, modernización y diversificación económica, mercado interno, aquí el círculo virtuoso del desarrollo y la verdadera independencia de cualquier nación. Pero hubo un factor crítico, sin el cual la industria jamás podría haberse convertido ni consolidado en eje gravitacional del nuevo modelo de acumulación francés. Hablamos de la defensa de la industria local como política de Estado. En efecto, la protección aduanera nació a finales de 1780, cuando las clases manufactureras vivieron en carne propia los resultados de los acuerdos de libre comercio de 1786 con Gran Bretaña. El proteccionismo viviría luego años de merma, renaciendo recién en 1814 con una elevada y gradual protección a la producción del hierro (específicamente dirigido a las importaciones inglesas). En 1819, se gravaron por primera vez las importaciones de granos. En 1826, los aranceles para la lana, la ropa blanca, cuerdas, acero, etc., se dispararon inéditamente, profundizados luego en 1841.

EL “FEUDALISMO” CRIOLLO.

¿Es simple casualidad el surgimiento de Hollande? ¿De dónde obtienen la fuerza las clases populares e industriales francesas para rechazar el terrorismo financiero y corporativo occidental? ¿Qué lecciones deja la historia francesa a nuestro país? En la Argentina del Bicentenario conviven aún dos modelos: la semicolonia y la nación soberana, el inmovilismo agrarista (resabio histórico del feudalismo español) y el país que lucha por su autosuficiencia, su modernización económica y la dignidad y felicidad de las mayorías históricamente postergadas. En esta Argentina, el modelo semicolonial se sostiene (y sobrevive) en las corporaciones, en los sectores concentrados de la economía y en la oligarquía agropecuaria. Aquí el “feudalismo” criollo, históricamente opuesto a la industrialización de la ruralidad, así como al pasaje a una economía moderna, diversificada y socialmente justa. Hoy por hoy, la nación europea coincide con la Argentina en muchas de las medidas contra-cíclicas. Pero si Francia no tiene más soluciones que las enunciadas al comienzo, la Argentina todavía cuenta con respuestas además de técnicas políticas. Las bases económicas de nuestro “feudalismo”, bases que dan vida a las anacrónicas fuerzas parasitarias del gran excedente social del país y de los 40 millones, aún esperan ser removidas.

Publicado en :

http://www.infonews.com/2012/07/12/economia-29278-el-feudalismo-criollo-y-la-historia-de-francia.php

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