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sábado, 12 de mayo de 2012

EL CAMBIO DE ÉPOCA, por Roberto Caballero (para “Tiempo Argentino” del 11-05-12)


No vivimos una época de cambios, sino un cambio de época”, dijo Cristina. No es un juego de palabras. Cambiar, cambia cualquiera. Un sector o una persona. Para bien o para mal. Pero cuando lo que cambia es una época, la transformación es general e irreversible. “Nos decían que nos caíamos del mundo, y lo que se está desplomando es el mundo sobre nosotros”, advirtió.

Y es así. El orden conservador que tenía por fetiche al Dios mercado se desmorona. En la vieja y culta Europa y también en los Estados Unidos. España tiene que blanquear que saquea los presupuestos de salud y educación para rescatar a los bancos. Grecia sucumbe ante la crisis del ajuste. Obama propone el matrimonio igualitario en una sociedad hiperreligiosa. Es así: ya nada será como era. El desafío que propuso Cristina a la sociedad argentina es atravesar la turbulencia de la mejor manera posible. Se lo dijo a empresarios y sindicalistas, por igual. Hay un dato político y humano en la consagración de la identidad de género y la muerte digna por el Senado. Eran agendas de minorías que hoy cuentan con aval de las mayorías. Micropolítica pura, humanidad de entrecasa, valores de tolerancia democrática, sentido de comunidad. La noticia es que los muchos apoyan a los pocos. Trasladado a la economía, el llamado de Cristina es a la ayuda mutua entre capital y trabajo, bajo el arbitraje atento y no neutral del Estado en este cambio de época con final incierto, donde los más débiles deben salir indemnes. Lo viejo muere pero lo nuevo no termina de nacer. Y eso duele. Si se extiende en el tiempo, mucho más. El que vea más lejos y mejor, tiene el deber de conducir más rápido al resto hacia la orilla y, a su vez, el derecho a exigir apoyo. Eso es el liderazgo político. Irrenunciable en situaciones como las que vivimos. “¿Alguien se acuerda quién era el líder de la CGT cuando gobernaba Perón?”, preguntó, retórica, Cristina en la Rosada. Los peronistas sí, por supuesto: José Espejo. Pero el interrogante fue, en verdad, un mensaje directo al inconsciente sindical. Donde conducen dos, no hay conducción. Eso lo sabía Espejo y hasta Evita, pero principalmente Perón. Los que mañana quieran crear “La Espejo” para lidiar con “La Cámpora” se habrán quedado en la anécdota. En la nata, pero no en lo que contiene el vaso. El llamado presidencial a los sindicatos es de un profundo sentido peronista. Cristina les dijo, palabras más, palabras menos, algo que el viejo general dejó por escrito para usar en estos tiempos de incertidumbre y desconfianza para no extraviar el rumbo estratégico: nadie se realiza en una comunidad que no se realiza.

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http://www.infonews.com/2012/05/11/politica-21222-el-cambio-de-epoca.php

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