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jueves, 24 de mayo de 2012

EL 25 DE MAYO Y LA TERCERA INDEPENDENCIA, por Adrián Corbella (para “Mirando hacia adentro”).

Arriba : En el centro José de San Martín, Simón Bolívar y Bernardo Monteagudo. Alrededor de ellos : Mariano Moreno, José Martí, Francisco Miranda, Eva Perón, Manuel Dorrego, Joao Goulart, Tupac Amaru, Juan Perón, Augusto Sandino, Salvador Allende, Francisco Solano López, Ernesto Guevara, Juana Azurduy, Jacobo Arbenz, Emiliano Zapata y Néstor Kirchner.

El 25 de Mayo de 1810 poco más de dos centenares de vecinos de Buenos Aires decidieron la destitución del Virrey del Río de la Plata, don Baltasar Hidalgo de Cisneros, y su reemplazo por una Junta presidida por Cornelio Saavedra.

Esa Primera Junta mostraba desde un principio las dudas, las contradicciones, los temas a resolver que estaban pendientes : la integraban americanos y españoles, laicos y eclesiásticos, civiles y militares, comerciantes y profesionales, conservadores y revolucionarios, gente que quería la independencia y otra que no sabía lo que quería…

La Junta, como todas las que se organizaron en otras ciudades de América Latina por esas semanas, juró en nombre del rey español Fernando VII quien, como se hallaba preso en Francia, no podía ejercer su gobierno.

Daba comienzo en el Río de la Plata el proceso de independencia, que no estaría exento de contradicciones, pero que siempre asumió un carácter fuertemente latinoamericano, un poco como pasó en todos lados.

Hombres nacidos en los más diversos lugares de la Patria Grande van a aparecer en puestos de alta responsabilidad en otras latitudes ; y a muy pocos les parecerán “extranjeros”.

Cornelio Saavedra, el presidente de nuestra Primera Junta, había nacido en Potosí (hoy, Bolivia) ; Ignacio Álvarez Thomas, Director Supremo del Río de la Plata en 1816, era oriundo de Arequipa, Perú ; varios firmantes del acta de declaración de independencia argentina el 9 de julio de 1816 eran diputados altoperuanos, incluyendo a José Mariano Serrano, que algunos años después fue Presidente de Bolivia ; el federal argentino Manuel Dorrego tuvo un papel destacado en 1810 en los primeros pasos de la independencia chilena, y luego, en la década siguiente, intentó organizar un ejército republicano argentino-colombiano que terminase con la monarquía y la esclavitud en Brasil ; San Martín, argentino educado en España, cruzó los Andes con un ejército integrado por argentinos y chilenos, liberó a Chile, y luego fue el primer gobernante del Perú independiente ; Bernardo Monteagudo, otro argentino, fue una figura clave junto a San Martín en Perú, y luego junto a Bolívar en la Gran Colombia ; el venezolano Bolívar fue una figura central en la independencia de su país, y de Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia ; el también venezolano Sucre aseguró la independencia de Bolivia y de toda América del Sur al frente de un ejército integrado por venezolanos, colombianos, ecuatorianos, argentinos, peruanos y chilenos ; y podríamos seguir con muchos más ejemplos …

La independencia latinoamericana fue un proceso continental, una gesta que nos unió. Pero pronto comenzaron las divisiones, de las que Argentina fue un ejemplo extremo. Ya desde 1813 combatían en Santa Fe las tropas de Buenos Aires con los federales del Litoral, que reconocían el liderazgo del oriental José Gervasio de Artigas.

Las discusiones se prolongarán por décadas, y llenarán de sangre al país : ¿Monarquía o República? ; ¿Centralismo o Federalismo? ; ¿Voto popular o régimen aristocrático? ; ¿Independencia absoluta o pacto neocolonial con la potencia hegemónica del siglo XIX (Inglaterra)?.

En estas discusiones, independencia e integración iban siempre de la mano. ¿Quiénes se independizaban? … ¿Esos doscientos vecinos que echaron a Cisneros, o toda la población del Virreinato, incluyendo a gauchos, orilleros y americanos originarios? ; ¿Con quien nos integraríamos? … ¿Con los hermanos de la Patria Grande o con la potencia imperial de turno?...

En Argentina los casi setenta años de luchas para definir estas cuestiones se tiñeron de rojo : “no ahorre sangre de gaucho, que es lo único que tienen de hombres” diría Domingo Faustino Sarmiento, el “Padre del Aula” y jefe de la represión mitrista en el Noroeste argentino y en Cuyo. Y las luchas fueron así : no se ahorró sangre…

El triunfo de una de las facciones políticas argentinas se lograría tras atravesar guerras genocidas contra gauchos, contra americanos originarios, y contra la hermana nación paraguaya, casi exterminada por argentinos, brasileños y uruguayos en una guerra injustificable.

En 1880 se consolidó un estado argentino construido de cara a Europa, y dando la espalda a América Latina y a las propias tradiciones criollas de la inmensa mayoría de la población del país. Surgió así un Estado oligárquico basado en el fraude y la corrupción, y con una economía agroexportadora integrada al Imperio Británico y a la división internacional del trabajo.

Esta fue la Argentina que mostró sus brillos en el Centenario, la séptima potencia del mundo al decir de algunos, la Argentina que recibió con orgullo la visita de la infanta española.

Pero en realidad esta Argentina era una cáscara vacía, una escenografía construida apresuradamente y a punto de derrumbarse.

En 1910 la situación política era explosiva : la UCR cuestionaba mannu militari al Régimen Oligárquico, y estaba en marcha el proceso que conduciría a la aprobación de la Ley Sáenz Peña de 1912, que estableció un sistema electoral más democrático.

A nivel social, la conflictividad de los obreros, de ideologías anarquista o socialista, era muy alta y obligó a celebrar el Centenario con Ley de Residencia y Estado de Sitio.

A nivel económico, el modelo agroexportador ya había pasado su cúspide y estaba empezando su largo descenso, en la medida en que Inglaterra ya no era la dueña del mundo debido a la emergencia económica de Alemania y, sobre todo, de los Estados Unidos de América.

La sociedad argentina ya en 1910 tendría que haberse planteado una alternativa al modelo agroexportador. Porque si seguíamos atados a un barco que se hundía lentamente (Inglaterra ) no teníamos salida. Sobre todo porque tampoco podíamos reorientar nuestras exportaciones hacia el nuevo sol mundial, ya que la agricultura norteamericana produce los mismos bienes que la nuestra. Para los Estados Unidos siempre fuimos un molesto rival económico (y un intratable adversario diplomático) ; nunca un socio. Éramos un país que producía los mismos bienes agropecuarios que ellos pero a mejor precio.

La Primera Guerra Mundial y la crisis del ’29 hundieron aún más a Inglaterra. Y aquí, en lugar de iniciar un nuevo camino, se mantuvo vivo artificial y obstinadamente un vínculo neocolonial moribundo. El Pacto Roca-Runciman fue como conectar a un enfermo en coma profundo a un montón de aparatos para mantener sus signos vitales.

Al terminar la Segunda Guerra Mundial, en 1945, Inglaterra quedó en un estado lastimoso : su economía era un desastre, tenía deudas impagables y su moneda dejó de tener valor internacional.

Es entonces cuando aparece en Argentina el peronismo. Y es esta fuerza política la que asume la tarea de romper el vínculo neocolonial que nos unía a Inglaterra, al nacionalizar las empresas británicas en la Argentina a cambio de una deuda incobrable ; al negarse a cambiar este dominio por el de los Estados Unidos (Perón se negó a entrar al FMI, principal llave del nuevo mecanismo de dominación imperial).

El peronismo emprende entonces el segundo proceso de independencia que, como el primero, busca también una mayor integración : por un lado hacia los sectores nacionales que el modelo anterior había dejado afuera (trabajadores, mujeres, y toda la gente de cultura latinoamericana que habitaba fuera de las grandes ciudades más europeizadas), y por el otro hacia los compatriotas de la Patria Grande (proyecto de integración con Brasil y Chile –ABC-, tercera posición).

También aparece en este primer peronismo la inquietud de romper el esquema agroexportador e iniciar un camino industrializador. Con esto se relaciona el desvío de recursos agrarios para otros fines, la nacionalización del comercio exterior, y el rol claramente keynesiano del Estado.

El golpe de 1955 interrumpe este proceso, y comienza una puja como la vivida en el siglo XIX, entre dos modelos, dos ideas, dos concepciones de país que se enfrentan nuevamente a lo largo de décadas. Y en esos enfrentamientos se atraviesan golpes, proscripciones, resistencias, cordobazos, luchas armadas, terrorismos de estado, hiperinflaciones y ajustes.

En medio de tantas luchas, llegamos a un nuevo siglo, y la historia parece repetirse. Toda América Latina está en ebullición, y procura romper las cadenas. Se rechazan instrumentos de dominación, como el ALCA ; se rompen vínculos con organismos de crédito internacionales (como el FMI) ; se interviene para evitar guerras y golpes de estado en países de la región ; se procura una mayor integración (Mercosur, Unasur, CELAC).

Una vez más se busca la independencia política ; una vez más se lo hace con todos los países tomados de las manos, apoyándose, colaborando ; otra vez se busca una mayor integración social interna, que permita construir una sociedad para todos … y todas ; otra vez se busca salir de modelos económicos desindustrializadores, primarizantes, que nos hunden en el atraso.

El primer proceso de independencia americano fue abortado, y los países hispanos fueron sometidos al control neocolonial inglés o norteamericano.

El segundo intento de independencia, más disperso, más inorgánico, fue interrumpido con brusquedad a fuerza de golpes de estado y represiones. Hasta que finalmente “la casa quedó en orden”, y América Latina volvió a ser el eterno “Patio Trasero” del Imperio.

En este siglo XXI hace una década que protagonizamos el tercer capítulo de esta historia. La experiencia avanza y cada vez más países se suman. Algo está cambiando en todo el continente. Aparecen los fantasmas de viejos héroes : Simón Bolívar, Augusto Sandino, Eva Perón, José de San Martín, Salvador Allende, Francisco Solano López, Juana Azurduy, Emiliano Zapata, Mariano Moreno, Juan Perón, Bernardo Monteagudo, Francisco Miranda, Ernesto Guevara, José Martí, Tupac Amaru, Joao Goulart, Manuel Dorrego, Jacobo Arbenz, Néstor Kirchner y tantos otros que pasan, nos miran, y sonríen …

Por eso hoy, 25 de mayo de 2012, a doscientos dos años del primer intento de independencia argentina -eslabón del primer intento de independencia latinoamericana-, confiamos y esperamos sinceramente que la tercera sea la vencida.

Adrián Corbella

Mayo de 2012

adriancorbella.blogspot.com

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