“una tropa mugrienta… una masa de carnes sudadas y de pelambres hirsutas, oscura como lo desconocido y negra como el terror. Y eso olía a transpiración, a suciedad, a alcohol, gritaba groserías, se reía muy fuerte, meaba contra las paredes, se lavaba los pies y la axilas en las fuentes de la histórica plaza. Ocupación, penetración, violación …bandas de atorrantes de rostros patibularios, obreros de los frigoríficos que tenían el olor a animal pegado a los cuerpos y parecían salidos de ‘El Matadero’ de Echeverría. El diputado radical Ernesto Sanmartino no hizo sino expresar un disgusto compartido, cuando llamó ‘aluvión zoológico’ a ese pueblo que, al fin, el 17 de Octubre, mostró su verdadero rostro”.
Alicia Dujovne Ortiz, pag. 127 de “Eva Perón. La Biografía” (1996). Libro escrito por la autora en París, donde residía desde hacía veinte años…
“A nosotros nos llamaron fascistas en 1943, nazis en 1946 y comunistas en 1955, sin que fuéramos otra cosa que buenos argentinos deseosos de liberar a nuestro país. Al coronel Arbenz lo declararon también comunista y así Guatemala pudo ser ocupada por fuerzas organizadas por Foster Dulles que era el principal accionista de la United Fruit . Es lógico ahora que Fidel Castro y los patriotas que le acompañan sean también ‘comunistas’ desde que se han atrevido a decir la verdad, liberar a su pueblo y poseer la firme decisión de vencer a sus verdaderos enemigos”.
Carta de Perón a Cooke, 31 de julio de 1960.
Las obras de arte, las piezas literarias y las de análisis político-ideológico o historiográfico, no siempre son valoradas en el momento en que se crean. Son famosos los casos de pintores que padecieron severas carencias económicas porque nadie quería sus cuadros, y hoy esos cuadros valen millones…
Ayer me topé con un librito de menos de cien páginas de Norberto Galasso, titulado “Verdades y mentiras acerca de Perón y Eva Perón. Una polémica abierta”, publicado por la Editorial Ayacucho en 1996. En esa pequeña obra, Galasso analiza algunos libros que habían aparecido por esos años, la última década del siglo XX, acerca de Juan y Eva Perón : novelas como “Santa Evita” o “La Novela de Perón” de Tomás Eloy Martínez, o estudios pretendidamente históricos como “Eva Perón, la biografía” de Alicia Dujovne Ortiz. También incluye la crítica de algunos artículos de José Pablo Feinmann acerca de Perón y su ideología, publicados en esos años en Página 12.
Galasso encuentra en todos ellos una perspectiva ideológica común, que le parece inspirada en el objetivo de destruir a los íconos del peronismo. En las diversas obras, la figura de Perón es denostada con términos y metodologías muy cuestionables, y a veces se exalta a Eva para contraponerla a Perón. Pero esta exaltación destaca a una Eva voluntariosa, con buenas intenciones, esforzada, pero políticamente ingenua, combatida por su marido que aparece como un ser egoísta, calculador, manipulador, desalmado, inhumano, y otras tantas linduras de este tipo, amén de calificarlo ideológicamente de “conservador”, “uriburista” o simplemente “nazi”.
En palabras del propio Galasso, esta perspectiva :
“contribuyó […] a mantener el desencuentro entre clase media y clase obrera, a impedir que la primera reconozca la legitimidad de la tradición de lucha de la segunda, así como su conciencia política.
Ahora, ‘Santa Evita’ –apuntando en el mismo sentido- agrava notablemente la influencia nociva de esta estrategia objetivamente proimperialista.” (Galasso, 1996, pag.28)
Y agrega en otra parte :
“Estos libros no nacen por casualidad. No pretenden tampoco santificar a Evita. No se conforman tampoco con denigrar a Perón. Van clara y directamente dirigidos a demostrar que los trabajadores y el pueblo en general son rebaño ignorante incapaz de protagonizar ninguna gesta, ni llevar adelante la transformación de la Argentina. Y esto es lo grave, lo que otorga importancia a estos libros que, de otro modo, se reducirían a una mera tergiversación histórica” (Galasso, 1996, p.61)
Finalmente concluye que todo esto:
“Define una campaña concentrada sobre los sectores medios –principales consumidores de estos productos- dirigida a dominarlos ideológicamente de manera tal que, aunque el ‘modelo económico’ corroa su nivel de vida, la ideología antipopular obstaculice su confluencia con trabajadores, desocupados y pueblo en general, en un nuevo frente de Liberación” (Galasso, 1996, p.77)
Para llegar a estas conclusiones, Galasso analiza en distintos capítulos del libro las obras, mostrando cómo funcionan estos mecanismos ideológico-mediáticos:
“Tomás Eloy Martínez exalta a Evita para colocarse en una posición aparentemente ‘popular’ o ‘izquierdista’ desde la cual descargar los mayores mandobles contra Perón. Intenta así convencer al lector que sus críticas –no sólo al conductor del movimiento nacional, sino al peronismo, los trabajadores, etc- carecen de ‘gorilismo’ alguno y se trata, en cambio, de un juicio ponderado, tan equilibrado, que admite la importancia de Evita. Avanzada esta maniobra, luego la completa utilizando a la misma Eva para descalificar a Perón.
Pero esta ‘santificación’ de Eva se concede, incluso, a medias y exclusivamente en el plano individual, como una heroica monja laica, vaciándola de contenido político y desgajándola del movimiento popular. Lo importante de ella consistiría en que era pasión, autenticidad, martirio, mientras él era negociación, pragmatismo, maniobra política.
En el terreno estrictamente político Eva –integrante del peronismo y vertical a su jefe- no merece la exaltación de Martínez. Por el contrario, era tan ‘reformista’ y ‘conservadora’ como él.
[…]
De este modo, estos científicos sociales reducen 40 años de vida política argentina a la ambición de ‘dos irresponsables’ –ella, ‘machona’ ; él, ‘maricón’- que lograron ‘conquistar al país’, siendo ambos extremadamente ‘conservadores’. Quedan sin explicar, solamente, bombardeos, fusilamientos, concentraciones multitudinarias, proscripción, veneración popular, odio oligárquico, y algunas pocas cosas más que carecen de significación para la filosofía de la historia practicada por ambos autores.
¡Pobre pueblo argentino! . Tanta sangre derramada, tanta lucha, tantas esperanzas y sufrimientos depositados en un par de ‘trepadores’ y ‘ambiciosos’ que nadie explica porqué razón, siendo ‘conservadores’, no intentaron alcanzar sus proyectos poniéndose al servicio de la clase dominante –como lo hicieron Onganía, Videla y tantos otros-, logrando fama y afecto de esa clase, con sólo gobernar contra el pueblo y reprimirlo” (Galasso, 1996, pags. 28 a 30)
A nosotros, argentinos de la segunda década del siglo XXI, estas reflexiones de Norberto Galasso nos parecen muy actuales, muy contemporáneas. Vivimos y seguimos viviendo en estos años operaciones mediático-ideológicas similares, aunque más complejas, porque ahora la ecuación tiene ya no dos integrantes sino cuatro … Y el juego de quien es que, del rol que juega cada uno, de contraponer a dos figuras que trabajan codo a codo por un proyecto pretendiendo enfrentarlas, es algo que lo hemos vivido en carne propia…
Pero quizás la parte más interesante del libro de Galasso sea el capítulo I, que remite a una polémica aún más antigua, de 1988, que el autor tuvo con el ya desaparecido David Viñas. Viñas publicó el 29 de marzo de 1988, en el Diario “Página 12”, un artículo titulado “Eva Perón subversiva”. Este artículo, que Galasso reproduce completo en el libro de 1996, fue contestado por el referente ideológico de la Izquierda Nacional en otro titulado “No nos deje sin revolucionarios, David Viñas”, que apareció en la revista “El Despertador” de junio del mismo año 1988.
En el mencionado artículo, Galasso, aunque critica la postura de David Viñas, emite un juicio personal favorable acerca de él, al afirmar que :
“ha intentado un camino de lucha para oponerse a la clase dominante, ha enjuiciado más de una vez a los monstruos sagrados tipo Borges o La Nación y, además merece profundo respeto porque ha regresado del exilio trayendo el dolor de seres queridos desaparecidos, y no se ha plegado al bando dominante, ni recluido a llorar su tragedia en la soledad del escritor “ (Galasso, 1996, pags.15-16)
Este capítulo, el que incluye la polémica con Viñas, es seguramente la parte más grandiosa y actual del trabajo de Galasso. Porque los argumentos que el fundador del Centro Discépolo utiliza para contestar a Viñas parecen escritos no en 1988, sino en 2012, ya que pegan en el núcleo de muchísimas disputas de fuerzas políticas e intelectuales “de izquierda” o “progresistas” en relación al kirchnerismo.
Le contesta Galasso a Viñas, quien sostenía en su artículo de Página que Eva no fue revolucionaria :
“Viñas considera que para ser ‘revolucionario’ necesariamente hay que ser socialista y esto, que es verdad en Europa y Estados Unidos, no lo es en la mayor parte del planeta, ocurriendo, para desgracia de Viñas, que él lo sostiene en un país que integra el sector de ‘los países oprimidos’, según los calificara Lenin. Aquí y en todo país colonial y semicolonial donde el imperialismo y sus aliados nativos conforman el bloque opresor, hay revolucionarios antiimperialistas (que pueden no ser socialistas) y hay revolucionarios socialistas (que lo son, realmente, si además son antiimperialistas). Y ahí está el gran equívoco de Viñas.
Usted debió decir, Viñas, ‘Eva no fue socialista’, y estábamos de acuerdo.
[…]
El error suyo al decir ‘no fue revolucionaria’ consiste en suponer que la única revolución posible para América Latina es la socialista. El viejo Lenin le hubiese advertido seguramente que en los países sometidos por el imperialismo la tarea esencial es la revolución nacional y que los socialistas, en vez de menospreciarla, deben luchar, desde su propia perspectiva y tras sus propios objetivos, junto al resto de luchadores antiimperialistas, porque ese es el camino hacia el socialismo. Mao le hubiese dicho, asimismo, que la tarea de la revolución china consistía en ‘una revolución nacional y en una revolución democrática’. Es decir, que son ‘revolucionarios’ quienes enfrentan al imperialismo (revolucionarios nacionales en colonias y semicolonias) aún cuando no sean socialistas. Porque, además, fíjese lo siguiente Viñas : Si descalificamos a Perón y a Eva Perón como ‘revolucionarios’ –a ellos, que acaudillaron el proceso de liberación nacional más profundo llevado a cabo en la Argentina-, entonces no hay ningún ‘revolucionario’ en nuestra historia. Ni San Martín, Dorrego, ni Felipe Varela, que, por supuesto, no eran socialistas, ni Yrigoyen cuya concepción nacional era agrarista (ni siquiera industrialista),ni los dirigentes de la izquierda nacional que no consiguieron, en un siglo, obtener la confianza de los trabajadores.
Pero además, no sólo barremos con las luchas sociales, con la dramaticidad de los militantes jugados ( pidiendo armas para dar ‘la vida por Perón’) y con las grandes jornadas de lucha popular en la Argentina, sino que incluso arrasamos –de un plumazo- con la historia viva de la nación latinoamericana pujando por quebrar las cadenas coloniales. ¿Fue revolucionario Martí? ¿Y Bolívar? ¿Y Sandino? ¿Y Artigas? ¿Y Morazán? ¿Fue revolucionario Fidel en Sierra Maestra cuando sólo pretendía derrocar a una dictadura proimperialista? ¿Son revolucionarios los nicaragüenses de hoy? ¡Qué países tristes los nuestros, Viñas, con tantos luchadores antiimperialistas que apenas son ‘rebeldes’ o ‘subversivos’, pero a los que desde un izquierdismo abstracto, les retaceamos la categoría de ‘revolucionarios!” (Galasso, 1996, pags.16-17. Escrito en 1988).
Y luego Galasso cierra un análisis cuya profundidad sorprende, pese al paso de los años, preguntándose :
“¿Qué significó Perón? ¿Fue el líder de los trabajadores exclusivamente, como sostienen algunos peronistas? ¿Fue socialista como creían los chicos de la J.P.? ¿O fue el líder de un movimiento nacional policlasista, donde confluían empresarios nacionales, curas, soldados, peones, clase media de pocos recursos y los trabajadores? Y si era eso, ¿cómo manejaba el poder : como directa expresión de la burguesía, de los obreros o de una manera bonapartista, colocándose por encima de las clases, aunque concretando el proyecto de una burguesía nacional débil y traidora? Y ese capitalismo nacional desarrollado entre 1945 y 1952. ¿era acaso semejante al clásico o tenía un carácter redistribucionista, basado en la confiscación parcial de la renta al sector agrario, al tiempo que cubría buena parte del aparato productivo con empresas estatales, en detrimento del capital extranjero? ¿Quebró o no la predominancia del capitalismo inglés en la Argentina? ¿Impidió o no su reemplazo por el imperialismo yanqui? ¿Nacionalizó o no el comercio exterior, los depósitos bancarios, el Banco Central, el Seguro, etc? ¿Repatrió o no la deuda externa?
Todo esto hay que discutir, Viñas, para entender por qué los obreros son peronistas y en vez de exaltar a Rosa Luxemburgo, como usted quisiera, rinden homenaje a Evita” . (Galasso, 1996, p.18-19. Escrito en 1988)
Estas consideraciones que Galasso hacía, hace 24 años, acerca del artículo de Viñas (intelectual cuyo recuerdo a mí también me merece el mayor de los respetos) podrían hoy aplicarse perfectamente, sin cambiar una coma, a otros intelectuales y políticos “progresistas”, “de izquierda”, “socialistas”, que adolecen de las misma falencias que aquejaban a Viñas. Hoy, en 2012, a quien le quepa el sayo que se lo ponga…
Evidentemente, el peronismo es el emergente de problemas sociales muy profundos que nuestra sociedad no sólo no lograba resolver sino siquiera encarar. La incapacidad de los sectores políticos tradicionales, de derecha, de centro y de izquierda, para encarar y resolver esas cuestiones fue clave. Perón ocupó una suerte de “Fortaleza Vacía”, desempeñó un rol que era fundamental y nadie estaba en condiciones de asumir. Porque fue justamente el vacío en torno a esas problemáticas lo que transformó en imprescindible la emergencia del peronismo. Y es lo que explica su persistencia, pese a bombardeos, proscripciones y torturas, fusilamientos, traiciones y a la desaparición física de muchos de sus principales dirigentes.
El peronismo llegó para cumplir con unas tareas de las que nadie se quería hacer cargo. Por eso para nuestros intelectuales, sin importar mucho su signo ideológico, siempre fue tan presentable en sociedad como una mucama. Siempre fue “cabecita negra”, “aluvión zoológico”, y veces simplemente “los negros”.
Sin embargo, mientras no se cumplan esas tareas, mientras los argentinos no resolvamos nuestros serios problema de integración social, mientras no logremos reemplazar el viejo modelo agroexportador y financiero por un esquema industrial que nos permita ser auténticamente independientes, mientras no rechacemos del todo los esquemas neocoloniales que nos sumergen en el imperialismo, mientras no logremos volver a ser parte de la Patria Grande que llevamos “en la sangre”, el peronismo, hoy en su versión kirchnerista, seguirá siendo el eje de nuestro sistema político.
Eva Perón lo dijo hace muchos años : “Volveré y seré millones”.
Y Evita siempre cumplía con sus promesas…
Adrián Corbella, 30 de marzo de 2012.
Ahora aparecen los gorilas que simulan corrernos por izquierda diciendo que esto no es socialismo ni marxismo, como si nos sedujera la idea de una revolución en ese sentido. Son muy graciosos cuando afirman esas tonterías. Pero también peligrosos.
ResponderEliminarEs que no entienden nada. Para ellos cualquier "ismo" que no sea neoliberalismo es lo mismo : socialismo, kirchnerismo, stalinismo, guevarismo, castrismo, comunismo, populismo, nazismo, leninismo, fascismo, peronismo, maoismo,trotskismo etc, etc, etc . Todo igual. Tienen la profundidad intelectual de un zapallito.
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