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lunes, 5 de marzo de 2012

La naturaleza institucional del nuevo Banco Central, por Eric Calcagno (para “Miradas al Sur” del 04-03-12)


El objetivo. Que el BCRA recupere su rol en el sistema de crédito.

Año 5. Edición número 198. Domingo 4 de marzo de 2012

Por

Eric Calcagno Diputado nacional, PJ-FPV

politica@miradasalsur.com

El proyecto de ley de reforma a la Carta Orgánica del Banco Central enviado tiene una gran importancia política y económica que excede el ámbito bancario. Significa la consolidación de la política económica iniciada en 2003 por Néstor Kirchner y continuada por la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Se termina institucionalmente –ya había finalizado de hecho en el 2003– el neoliberalismo financiero implantado por la última dictadura y se perfecciona un instrumento legal para ejecutar el modelo de desarrollo con inclusión social.
La reforma busca devolver al Banco Central su rol pleno en el sistema del crédito nacional. Parte importante de ese rol es su carácter de prestamista en última instancia. Al lado de ese rol destinado a evitar o manejar las crisis, está el que tiene en tiempos normales, que consiste en supervisar la distribución del crédito, impulsarlo y orientarlo hacia las necesidades del desarrollo.
Este rol director y como prestamista en última instancia estaba fuertemente limitado durante la etapa del neoliberalismo, no solamente a través de la Ley Orgánica del Banco Central cuya reforma se propone, sino también con la Ley de Convertibilidad, de la que se eliminan ahora los resabios.
Esta iniciativa de la Presidenta tiene sus fundamentos en la experiencia histórica contemporánea. A partir de mediados de los años 1970, la ola neoliberal que sumergió a muchos países –tanto desarrollados como subdesarrollados– determinó que la hegemonía económica fuera ejercida por el sector financiero. En ese momento, los bancos centrales fueron el símbolo del neoliberalismo triunfante y en tal carácter ejercían una influencia rectora sobre todo el sistema económico; pero los resultados fueron catastróficos, como lo comprueba la actual crisis internacional y la Argentina de 2001/2002.
En la etapa del repliegue provocado por su fracaso, cambió la táctica del sector: como ya no manejan más la economía global, hicieron del Banco Central una fortaleza y desde allí resisten las políticas que determina el voto popular. Ya perdieron gran parte de su poder, pero conservan una fuerte capacidad de daño.
La razón invocada para hacer de los bancos centrales una fortaleza neoliberal es que se trata de adoptar medidas sólo técnicas (no políticas) para alcanzar un objetivo central: la estabilidad monetaria. La fijación de ese objetivo figura en el Banco Central Europeo y en las leyes de varios países, entre ellos la Argentina. Esta excusa técnica no es válida. Hay que salir del engaño propio del pensamiento único que escamotea relaciones de poder bajo tecnicismos de dudosa consistencia teórica. Porque en la práctica, las decisiones monetarias son en esencia políticas, ya que inciden sobre la distribución del crédito, la fijación de las tasas de interés y, por consiguiente, en el tipo de cambio, y por lo tanto determinan ganancias o pérdidas. Nada menos.
Tales decisiones no alcanzan para definir una política económica, pero la condicionan. Tampoco el objetivo central, si no único, es la estabilidad monetaria. Entonces, ¿habría que llevar a cabo el ajuste monetario del tamaño que sea para obtener una inflación nula? ¿No habría que incluir entre sus objetivos centrales favorecer el crecimiento del producto y del empleo, como en Estados Unidos? De hecho, la mejor forma de defender la estabilidad monetaria es creciendo y desarrollándose: las “anclas” monetaristas han logrado reducir la inflación, pero a costa de endeudar y desindustrializar la economía; cuando llegó la crisis, se demostró lo endeble de ese tipo de “estabilidad”.
Pero bajo argumentos “técnicos” elevados a la categoría de dogmas, la confusión entre medios y fines, sólo servían para una distribución del ingreso regresiva y la instrumentación de políticas que no sólo eran contrarias al interés nacional, sino que además estaban equivocadas en su concepción y aplicación.
Vemos lo que significa esa “independencia” proclamada a nivel global. En efecto, buena parte del problema de la zona euro se debe a que el Banco Central Europeo no puede financiar directamente a los Estados, y por consiguiente no consiguen evitar el riesgo de contagio; inventan fondos que se sabe son insuficientes, cuando bastaría con anunciar que el BCE no dejará que ningún Estado de la zona euro caiga en default para que la especulación contra ellos se desvanezca, y dejen de pagar tasas de interés usurarias, que finalmente causarán el default que recelan. La deuda pública de Estados Unidos, Reino Unido y Japón es mayor a la de buena parte de los países de la zona euro, y sin embargo pueden seguir financiándose a tasas mucho más bajas, porque cuentan con un verdadero prestamista de última instancia, que en caso de necesidad sostendrá las políticas definidas por su propio gobierno. Es, como vemos, también un asunto de soberanía.
Por otra parte, es necesario que los bancos centrales contribuyan con la política económica definida por el voto popular, o que al menos no la obstaculicen, y que persigan objetivos múltiples que hacen al desarrollo inclusivo. Esta dimensión hace a su eficiencia. El arte del banquero central es distinguir entre crisis de liquidez y de solvencia, así como identificar los problemas reales y las soluciones posibles. No puede ser ni un bombero pirómano, ni vestal de un templo ya sin dioses, ni el patrimonio por derecho de conquista de algún interés sectorial.
Este tema fundamental referido al radio de acción del Banco Central es definido con acierto por el proyecto del Ejecutivo. En su artículo 1 lo ubica dentro de la administración pública: es una “entidad autárquica”.
En su art. 3 se enumeran sus funciones: “El Banco tiene por finalidad promover, en la medida de sus facultades y en el marco de las políticas establecidas por el Gobierno Nacional, la estabilidad monetaria, la estabilidad financiera y el desarrollo económico con equidad social”. Es decir, se dispone que debe actuar de acuerdo con las políticas establecidas por el Gobierno Nacional; no hay lugar para instrumentar medidas financieras contradictorias. Asimismo, debe “ejecutar la política cambiaria en un todo de acuerdo con la legislación que sancione el Honorable Congreso de la Nación”.
Dentro de esos parámetros, el Banco Central es autónomo para ejecutar las políticas generales que determine el Gobierno Nacional: “En el ejercicio de sus funciones y facultades, el Banco no estará sujeto a órdenes, indicaciones o instrucciones del Poder Ejecutivo Nacional, ni podrá asumir obligaciones de cualquier naturaleza que impliquen condicionarlas, restringirlas o relegarlas sin autorización expresa del Congreso de la Nación” (art 4 inc. h).
En síntesis, es un proyecto de Carta Orgánica acorde con la perspectiva de una moderna democracia industrial. Porque consagra tres principios básicos: primero, el Banco Central no sólo se ocupa de la estabilidad monetaria y financiera, sino también del desarrollo económico con equidad social; segundo, debe actuar dentro del marco de las políticas establecidas por el Gobierno Nacional; y tercero, en la ejecución de esas políticas no estará sujeto a órdenes del Poder Ejecutivo. Esta es la naturaleza institucional del Banco Central que se propone. Es lo que defenderemos en el recinto.

Publicado en :

http://sur.infonews.com/notas/la-naturaleza-institucional-del-nuevo-banco-central

2 comentarios:

  1. Lamentablemente en algo no puedo coincidir con Eric...esta era una gran oportunidad de sacarnos de encima un mamarracho mas de la dictadura como es la actual ley de bancos por una que realmente ponga los ahorros de los argentinos al servicio de la produccion y proteja a los ciudadanos y no a los bancos. Como militante político y comprometido con este proyecto me queda el sabor amargo de reconocerle a los opositores que luego de 10 anios Nac&Pop en algunos temas claves este gobierno no quiere profundizar sino maquillar...

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  2. A mí la ley de Heller me gusta ... Pero hay que reconocer que tenemos demasiados frentes abiertos a la vez que no se pueden definir. ¿Te acordas del título de aquella película española de hace 15 años? AMANECE, QUE NO ES POCO ...

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