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sábado, 21 de enero de 2012
Me pareció ver un lindo kelperito, por Gustavo Rosa (para “Apuntes Discontinuos” del 21-01-12)
Arriba : David Cameron y la historia de Inglaterra. El mapa representa el Imperio Colonial Británico en 1914, faltando en el mismo las "zonas de influencia" que Londres tenía en Irán, China y Thailandia.
(Imagenes y pie de las mismas son responsabilidad exclusiva de "Mirando hacia adentro")
“…Detrás de los himnos y de las banderas.
Detrás de la hoguera de la Inquisición.
Detrás de las cifras y de los rascacielos
[…] Detrás está la gente,
con sus pequeños temas,
sus pequeños problemas,
sus pequeños amores…”
Joan Manuel Serrat
La bestia herida es muy peligrosa cuando está acorralada. No sólo porque con sus fauces puede destinar fieras dentelladas sino porque, a veces, habla. Y si sus dentadas son feroces, sus palabras matan, pero de risa. El Primer Ministro británico, David Cameron se despachó con el mejor chiste de su repertorio, cuando definió como “colonialista” nuestro querido país. Negar la soberanía es una cosa, pero disfrazar nuestras intenciones de esa manera, en psicología se conoce como ‘proyección’. La importancia geopolítica de Malvinas –además de sus recursos naturales y la extensión a la Antártida- se manifiesta de manera contundente con la excusa de la celebración del 30° aniversario de la guerra. La presencia militar en las islas es mucho más que una protección ante una invasión de pescadores, sino una punta de lanza para algo mayor. Por eso la región toma como propia la soberanía argentina sobre el archipiélago, porque la presencia británica es mucho más que el agravio a un país, sino un peligro para toda la región. Como la Corona se niega a discutir el tema de la soberanía y para el Primer Ministro “el futuro de las islas Falkland es un asunto para la propia población, y mientras quieran seguir siendo parte del Reino Unido y ser británicos deben poder hacerlo”, nos queda un recurso para apoyar las gestiones de Cancillería. Si la decisión está en manos de los kelpers, tendamos nuestros brazos hacia ellos para mostrarles el país que se están perdiendo. Porque, a la manera de Serrat, detrás de estos conflictos, estamos todos: los horizontales.
Cuando en la Cumbre de Montevideo, el Mercosur en pleno declaró desconocer la bandera de las islas –la de la bandera británica con la ovejita-, una señal de alerta sacudió a la Corona. Quizá el tema se reinstaló entre los súbditos como una cortina de humo para ocultar la decadencia del Imperio o realmente piensan poner el pie hasta el fondo para extraer los recursos naturales y mejorar su economía. Como sea, las cartas están echadas. Por las resoluciones de la ONU, por el apoyo recibido en la región, por el compromiso con la paz, por cualquiera de estos motivos, Gran Bretaña debe sentarse a conversar con Argentina. Pero por múltiples no-razones, se niega. La historia, la geografía y el derecho internacional no están de su parte. Aunque el Secretario General de la ONU, Ban Ki–Moon, insista –sin mucha convicción- con la necesidad de sentarse a negociar, se siguen negando. A pesar de que el conflicto por las Malvinas está bajo la órbita de la Comisión de Descolonización de la ONU, Gran Bretaña, los piratas de la historia, consideran que nuestro pacífico país es colonialista.
El 22 de diciembre, Apuntes discontinuos publicó “Los imperios contraatacan”, en donde se contaban los planes británicos para reforzar la presencia en las islas, creando una zona de exclusión alrededor de las islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur, con la excusa de proteger varias especies marinas. “El santuario ecológico más grande del mundo” tendrá una extensión de un millón de kilómetros cuadrados y será custodiado por la Marina de Guerra del Reino Unido. Además de esto, la visita de uno de los nietos de la reina –Williams- a las “Falklands” como parte de su entrenamiento militar, sirve de excusa para reforzar la seguridad en la zona. El otro nieto –Harry- visitará Río de Janeiro y San Pablo para estrechar vínculos con el Gobierno Brasilero, de acuerdo a lo expresado por el canciller británico William Hague en Brasilia, lugar elegido para comenzar a poner fin a “los días de distanciamiento con América Latina”.
Hay mucho movimiento en el Imperio. Envalentonado y bravucón, apoyado por la pandilla en la Cámara de los Comunes, Cameron nos acusó de colonialistas por pretender recuperar las Islas Malvinas, algo que ni siquiera puede considerarse una ofensa, de tan absurdo que es. “Lo que los argentinos han estado diciendo recientemente es mucho más colonialismo –explicó el Primer Ministro, con cara de poker- porque esta gente quiere seguir siendo británica y los argentinos quieren que ellos hagan otra cosa”. Las réplicas ante semejante incoherencia no se hicieron esperar. El canciller argentino, Héctor Timerman, explicó que estas declaraciones "demuestran que la estrategia argentina está dando resultados: logramos mucha solidaridad y compromiso de la región y de los organismos internacionales". El vicepresidente Amado Boudou manifestó que “realmente es muy triste tener que escuchar esta falacia, este exabrupto, porque como mínimo es una falacia histórica lo que Cameron ha dicho respecto del colonialismo” y recordó que “la Argentina nació en su pelea contra el colonialismo”. El Congreso en pleno está elaborando una declaración de rechazo a la calificación del Primer Ministro Cameron. El canciller brasileño Antonio Patriota ratificó ante su par británico, William Hague, que Brasil respalda las posiciones argentinas, mientras el canciller uruguayo, Luis Almagro, aseguró que el apoyo de su país a la Argentina es una cuestión “de valores y de principios que está sustentada en firmeza jurídica”. El Gobierno de EEUU expresó en un comunicado la necesidad de dialogar para superar estas diferencias.
Por lo que se puede apreciar, en la vía diplomática no están llevando las de ganar. Reforzar la presencia militar en la región puede significar una agresión para América Latina y el resto del mundo puede verlo de este modo. Ahí pierden por puntos. David Cameron hace hincapié en la decisión de los kelpers, algo que lisa y llanamente es hacer trampas. Si son los habitantes de las islas quienes tienen que decidir si quieren seguir siendo británicos o transformarse en argentinos, por el momento estamos fritos. Aunque salgan con el argumento de la autodeterminación, lo que no corresponde. Hijos de colonos ingleses que ahora son malvinenses no pueden decidir más que por la continuidad de su situación, porque no nos quieren y hasta nos temen. Para ellos, fuimos nosotros quienes los atacamos en 1982. No entienden nuestra posición porque ellos no se sienten invasores. Esa es la tierra en la que nacieron y tal vez en la que nacieron sus padres o abuelos. Y en la que nacieron sus hijos. Sería buena estrategia cerrar ese camino a la Corona, hacer nuestros a los kelpers.
Quién dice que no dé buenos resultados. Recuperar las islas a través de sus habitantes, dándoles todo el calor del que somos capaces. Buscarlos en las redes para contarles cómo somos, qué hacemos y sentimos; explicarles cómo es nuestra historia en relación a las islas y por qué las creemos nuestras; mandarles fotos y videos con nuestros mejores paisajes. Invitarlos a recorrer un país que está más cerca y que tiene mucho para dar. Convidemos nuestro orgullo o hasta un asado. Hasta podemos jugar un picadito o un Truco. Ellos son sólo parte de un trofeo para el país al que creen pertenecer. Para nosotros deben ser hermanos. No enviemos peluches, como hizo un canciller hace unos años. Sería bueno convencerlos de que es mejor ser un ciudadano que un súbdito. ¿Y si en lugar de quitarles las islas a los Kelpers, les ofrecemos un país? En serio, en calidez, amistad, solidaridad ganamos por goleada. Conquistemos las Malvinas a través del corazón de sus habitantes y –más que seguro- si llega la hora de decidir, eligen por nosotros.
Publicado en :
http://www.apuntesdiscontinuos.blogspot.com/2012/01/me-parecio-ver-un-lindo-kelperito.html
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