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lunes, 7 de noviembre de 2011

El Oro y el dólar, por Marcelo Cicchino (para “Redacción Popular”)



Días atrás buscaba información sobre la crisis de 1890. Si,, bien digo, 1890. Gran profecía resultaba ser que cada cien años ocurría lo mismo. Los grandes ilustrados de la famosa y bien reconocida "Generación del 80" hacían avatares para ver cómo podían quedar lo mejor posible bien parados. En realidad creo que no les importaba mucho, nada. Eran los grandes Señores feudales de fin del siglo XIX que, según la historia liberal, tan bien le aportó al progreso a nuestro país. Todos ellos llegados al poder de la mano del fraude: A poco de asumir, don Celman declara: "No creo en el sufragio universal. Consultar al pueblo siempre es errar pues éste únicamente tiene opiniones turbias. El hecho del fraude, si es que existe, será obra de los partidos en lucha; pero no vemos qué intervención pueda haber tenido en el Poder Ejecutivo Nacional".
Como no serlo, si en la Ciudad de Buenos Aires, lo que más abunda son los nombres de las más importantes calles y avenidas de estos "buenos tipos". Roque Sáenz Peña, Carlos Pellegrini, Mitre, y menos mal que no aparece en el centro de la ciudad el nombre de Don Juárez Celman; calles por donde a diario caminamos.
Clarín, para mi asombro, no por la falta de memoria, sino por la falta del registro temporal -la verdad que han pasado tantas buenas cosas en estos últimos tres años- publicaba un anota de Felipe Piña (SI FELIPE PIÑA en CLARIN, usted ha leído correctamente) donde se refería a la barbarie, entre otras cuestiones, provocada por los grandes terratenientes, a solo días del caso de la Resolución 125. Más a mi sorpresa, sobre cómo puede cambiar la línea editorial de un diario, el "Gran Diario Argentino".
La misma dice, en algunos fragmentos: "En la Argentina, la inflación tuvo que ver en su origen y durante siglos con los intereses de los sectores dominantes que cobraban sus exportaciones en libras y les pagaban a sus trabajadores y a sus proveedores locales en pesos devaluados. Es decir que la inflación y la devaluación permanente de la moneda distaban años luz de ser una "desgracia" para todos: eran un efecto deseado y logrado por el poder económico argentino que manejaba los mecanismos del Estado a través de gobiernos surgidos de comicios fraudulentos. La devaluación, consecuencia de la inflación, les permitía licuar sus millonarias deudas contraídas en pesos con los bancos locales." y sigue:
Así trataba de explicar el mecanismo el influyente The Financial Times de Londres: "Aparte de los políticos corruptos, el mayor enemigo de la moneda argentina sana han sido los estancieros. Como principales terratenientes y productores del país, su interés radica en poder pagar sus gastos con papel moneda y obtener altos precios en oro por la venta de sus productos. Su noción del paraíso está constituida por buenos mercados en Europa y mala moneda en el país. De este modo el oro les provee de tierra y mano de obra baratas" (1). La inflación y la devaluación del peso, que van de la mano, fueron entre 1810 y 1863 del 2.500%. La aparición del papel moneda le dio al incipiente Estado argentino una herramienta invalorable de la que haría uso y abuso a lo largo de estos casi 200 años. Los desastres financieros cometidos por Rivadavia y su Banco Nacional fueron denunciados por Rosas, quien a su turno no le haría tampoco asco a la maquinita de imprimir billetes declarados muchas veces de "curso forzoso", lo que quería decir que no podían ser canjeados por el metálico que supuestamente los respaldaba y certificaba que el valor indicado se correspondía con la realidad.
Pero lo que se omite es decir que la alocada política privatista de Juárez Celman llega hasta la sanción, POR DECRETO, de una "Ley de Bancos Garantidos", a través de la cual los bancos privados podían emitir papel moneda de curso legal, generando una exponencial inflación producto de la descontrolada emisión monetaria.
También se omite decir que "Aparte de los políticos corruptos, el mayor enemigo de la moneda argentina sana han sido los estancieros. Como principales terratenientes y productores del país, su interés radica en poder pagar sus gastos con papel moneda y obtener altos precios en oro por la venta de sus productos,. Su noción del paraíso está constituida por buenos mercados en Europa y mala moneda en el país, porque de este modo el oro le provee de tierra y mano de obra baratas. " Financial Times", junio 7 de 1886
Como han cambiado las cosas, el discurso. Hoy los medios presentan el caso del anarco capitalismo como un exabrupto de la Presidenta, aunque no lo digan así, permiten inferir el sentido.
Pero han cambiado tantos las cosas? O acaso en la década de 1990, 100 años después de la revolución de 1890, las cosas no se intentaron resolver del mismo modo, con monedas provinciales, deuda privada estatizada, en fin.
Hoy los grandes medios hablan y hablan del dólar, de la furia cambiaría porque Su Giménez, trucha si la hay, no pudo comprar verdes porque fraguó nada menos que su declaración jurada y encima tratan de defenderla, como lo hicieron cuando incurría en el defalco de los autos de alta gama para discapacitados, o porque un Juez Federal abolió el amparo de una jubilada de aquellas que puede acceder al asesoramiento de un abogado, seguramente buitre.
Entonces nada cambia? Aparentemente no, pero en la génesis del hecho yo creo que sí. Ese cambio es que a tantos apoderados de los grupos del poder, favorecidos por centurias de ser parte del clan de familias patricias, con la ceguera de todos aquellos que les hacen el juego, quizás sin saberlo, por el solo hecho de oponerse a lo que despectivamente llaman populismo.
Afortunadamente las urnas han hablado y el 54% es un estigma para muchos, que tratan de digerirlo, aún de la forma más burda, que es la necedad.


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