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lunes, 5 de septiembre de 2011

Vientos del Sur, por Eduardo Anguita (para “Miradas al Sur” del 04-09-11)



Por
Eduardo Anguita
eanguita@miradasalsur.com

Cristina Fernández de Kirchner mira al Sur desde el Sur. Son muchas las miradas que, por estos años, entendieron que los cambios de paradigmas vienen enganchados con la emergencia del sur. Ese proceso que tiene como protagonista principal a China –aunque esté al norte de la línea del Ecuador como otros países del sur– suma a otras naciones, empresas y entidades de lo más diversas. El inicio de la era Sabella de la Selección Argentina viene atada a estos vientos del sur. Su debut con Venezuela fue en Calcuta, una ciudad ubicada al este del territorio indio, cercano a la China. La otrora ciudad de la pobreza extrema hoy está subida al motor de una de las economías emergentes más fuertes del Globo. El equipo capitaneado por Lionel Messi se moverá algo más al este para mudarse a Bangladesh, otrora llamado Pakistán oriental, merced a las divisiones geográficas pergeñadas por el Imperio Británico de “dividir para reinar” una vez que debieron abandonar India como territorio colonial.Allí, en la ciudad de Dacca, los albicelestes se medirán con Nigeria, el país más poblado de África, ex colonia británica, hoy con una economía emergente gracias al petróleo. Desde hace unos años, como en otras naciones africanas, la principal nación extranjera es China, tanto en comercio como en inversiones directas.El fútbol, aquel invento inglés y con las ligas europeas por encima de las asiáticas, africanas o suramericanas, está avisando que los vientos vienen del Sur. El último Mundial en Sudáfrica, pese a las denuncias mediáticas de que se trataba de un país inseguro. El próximo en Brasil, la gran locomotora de esta región y principal socio político y comercial de la Argentina. El país futbolero sabe que la Fifa es una multinacional que tiene más afiliados que la mismísima ONU y que no sólo genera negocios sino que la diplomacia deportiva tiene hoy tanta o más potencia que los tanques mediáticos del sistema.Y, hablando de medios, Clarín y La Nación se llamaron a silencio sobre el artículo publicado el viernes en The New York Times sobre la Argentina. En efecto, con la firma del editorialista Ian Mount, ese diario sugirió al presidente norteamericano Barack Obama tomar lecciones de cómo los gobiernos de Néstor y Cristina afrontaron la recuperación. “Argentina ha recobrado su prosperidad gracias a inteligentes medidas económicas”, dice el editorial y destaca que el Gobierno “intervino para mantener el valor bajo de su moneda, lo que impulsó la industria local haciendo las exportaciones argentinas más baratas afuera mientras mantenía las importaciones más caras”. Hay que observar que este artículo salió al día siguiente del discurso de la Presidenta con motivo del Día de la Industria, que tuvo un escenario histórico y una presencia del empresariado que aplaudió de pie a una dirigente política que jamás cedió a presiones corporativas. Por ejemplo, a las presiones de los sectores de la industria automotriz cuando querían un dólar más caro todavía. Con la actual cotización ($4,20) de la divisa norteamericana, las automotrices son el sector que más creció en estos ocho años. Hoy Argentina recuperó su capacidad de exportación automotriz y también sostiene un tejido de autopartistas radicados en el país. Ni hablar de la maquinaria agrícola, una industria potente otrora devastada en los noventa y que creció con alto nivel de financiamiento venezolano.Entre las “valerosas lecciones” de estas latitudes sureñas subraya que “el recorte extremo de gasto público en una economía estancada sólo hará inhibir el crecimiento”. Cabe recordar que la salida de Roberto Lavagna del Ministerio de Economía hace ya seis años era porque quería enfriar la economía. Néstor Kirchner decidió que de ningún modo se iba a desalentar el consumo interno porque era uno de los pilares del modelo. En ese sentido, el artículo de Mount señala que otra de “las lecciones que nos da Argentina es que el gasto gubernamental para promover la industria y programas de infraestructura para crear empleo no convierte a un país en una especie de parodia soviética”.


Tecnoindustria.


La celebración del Día de la Industria es, quizá, una muestra de los cambios profundos que explican por qué los vientos soplan distintos en el sur. Esta semana, la mexicana Alicia Bárcena, extraordinaria secretaria ejecutiva de Cepal, hizo público un informe que también fue olímpicamente ignorado por Clarín y La Nación, cuyo único interés es tratar de encontrar explicaciones de por qué Argentina no está blindada ante la crisis europea y norteamericana. La única verdad es que ellos quieren ser el factor que reste potencia a la marcha de la economía. El informe de Cepal afirma que el valor de las exportaciones de bienes de América latina y el Caribe se estima en el orden del 27% durante este 2011, en coincidencia con el aumento registrado durante 2010. La expansión se explica por un aumento del 9% en el volumen exportado mientras que el 18% restante se debe al aumento en los precios de los productos exportados por la región. Vale recordar que durante décadas, uno de los grandes problemas era que las exportaciones de productos primarios tenían precios decrecientes mientras que los productos industriales aumentaban. Eso se llamó el deterioro de los términos de intercambio. Un mundo con 6.000 millones de habitantes y un aumento creciente de alimentos, minerales, gas y petróleo modificó drásticamente los precios relativos. El superávit comercial 2011 de América latina es de 80.000 millones de dólares.Un dato que probablemente asombre a los editores de la prensa opositora y que aún no tomó estado público es que los representantes de los mandatarios de los países que integran Unasur se reunieron el miércoles pasado en Río de Janeiro para dar curso a los estudios preliminares de un plan de largo aliento de la inversión pública regional. La creación del Banco del Sur podría ir acompañada de un plan de obras por la friolera de 110 mil millones de dólares.Tan importante como esto es advertir que el intercambio no es Norte-Sur como en otros tiempos, sino Sur-Sur, encabezado por China y el resto de Asia emergente. La integración comercial de estas regiones no se hace con aquella fórmula colonial de que Inglaterra se lleva el cuero de las pampas para que luego los gauchos se pongan botas elaboradas en Manchester. Una pequeña muestra de cómo son las relaciones actuales está en la radicación de una planta de la multinacional china Lenovo en Tierra del Fuego. Tercera o cuarta en la fabricación de computadoras a nivel mundial y primera en la región Asia-Pacífico, Lenovo montó una pequeña planta y el viernes entregó la primera unidad fabricada en el país. En la misma dirección va la instalación en San Juan de una empresa canadiense RIM para fabricar los teléfonos BlackBerry.


Cuatro años más.


La Presidenta hace tiempo que advierte la necesidad de posicionar al país para la creciente integración con socios como China e India. Estos países lograron avances tecnológicos, financieros y comerciales que les permiten exportar productos de altísimo valor agregado. De allí que la cena del jueves en Tecnópolis no tuvo nada de acto de campaña. Por el contrario, fue el discurso de una líder de Estado a los hombres de negocios, muchos de los cuales son principales beneficiarios de estos ocho años y, sin embargo, han preferido mirar al Norte en vez de percibir y ver las oportunidades crecientes que da el Sur. “Tenemos que ser todos lo suficientemente inteligentes –dijo Cristina– para no arruinar las bases del desarrollo argentino, que hemos construido con tanto esfuerzo”, y se trataba de una apelación a mantener el proceso de redistribución del ingreso a través de las negociaciones colectivas de trabajo, y de allí la presencia fundamental del titular de la CGT, Hugo Moyano, en el encuentro y no sólo del presidente de la UIA, José Ignacio De Mendiguren. Estaba, en solitario, el presidente de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati, quien tuvo que recoger piola con su desprecio al pueblo tras las elecciones del 14 de agosto. Es cierto, como dicen por lo bajo los que coinciden con Biolcati, en el sentido de que muchos empresarios –o la gran mayoría– invierten en soja y no sólo los de la Sociedad Rural. Pero el gran problema no es dónde obtienen rédito rápido. El problema es si se trata de negocios accesorios que en un sistema capitalista no pueden prohibirse por decreto. El tema, tal como lo planteó la Presidenta es si estos empresarios saben que les conviene invertir más en el país. “Necesitamos mas inversión. Yo sé que la inversión requiere confiabilidad. Yo quiero darles la certeza de que estas políticas que hemos implementado desde 2003 no sólo las vamos a mantener, sino también a profundizar”. De allí que, entre las metas para 2020, planteó la necesidad de llevar la inversión al 28% del 23% nada despreciable que hay en la actualidad. También planteó otras metas perfectamente alcanzables como la duplicación del producto industrial y la disminución del desempleo al 5%.El país vive otro clima. Un clima que difícilmente puede registrarse en el relato de los medios de comunicación opositores. La Presidenta hizo referencia al Rastrojero y al Pulqui, orgullos argentinos de los cincuenta. Esas páginas de logros en productos argentinos fueron literalmente sepultadas por la contrarrevolución que desplazó a Juan Perón en septiembre de 1955. Casi un año después, sin ninguna exigencia que no fuera un alineamiento ideológico, Aramburu y Rojas firmaron la inclusión del país a la órbita del FMI. Por supuesto, un hecho aplaudido por los hombres de negocios de entonces y por la prensa reaccionaria que aplaudía una dictadura y hoy son el eje opositor a un gobierno democrático.Las oportunidades que brinda el sur quizá permitan disimular el oportunismo de ir tras la ganancia. La hipocresía forma parte de la búsqueda del beneficio. La Argentina puede blindarse ante la crisis externa, aun aceptando toda la precariedad que significa una metáfora semejante ante una crisis cuya profundidad todavía es desconocida. También puede tener un desarrollo de la inversión pública de los niveles extraordinarios registrados en los últimos ocho años. Y puede mostrar la fortaleza de un pueblo que acompaña y es sujeto activo del cambio. También, como planteó Cristina, necesita de un empresariado que se juegue en esta etapa. Porque la llamada burguesía nacional fue, en cada intento de crecimiento con equidad, un factor que sumó su esfuerzo y que luego fue perseguida por aquellos regímenes anticonstitucionales que se asociaban con empresarios sin sentido nacional ni respeto por los derechos del pueblo. Hoy, más que nunca, esos hombres de negocios pueden mirar el Sur y actuar en consecuencia. Es decir, apostar por la Argentina y por esta integración impresionante que tiene la región.

Publicado en :
http://sur.elargentino.com/notas/vientos-del-sur

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