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viernes, 9 de septiembre de 2011

El Plan Estratégico Agroalimentario abre paso a una nueva ruralidad, por Pablo Galand (para “Miradas al Sur” del 04-09-11)


Arriba : Cadenas de valor. El plan estima que con una mayor integración se puden generar 300.000 empleos. (BLOOMBERG)


Por
Pablo Galand
pgaland@miradasalsur.com


Mañana en Tecnópolis Cristina Fernández presentará el resultado de un trabajo que llevó más de un año de elaboración y que apunta tanto a lograr metas de producción como a un equilibrio social y territorial en el agro.
Mañana en Tecnópolis, la Presidenta Cristina Fernández presentará las metas del Plan Estratégico Agroalimentario Participativo y Federal 2010-2020 (PEA), un ambicioso proyecto que se lanzó en mayo del año pasado desde el Ministerio de Agricultura y que tiene como objetivo generar una visión compartida de futuro para el sector agrario, con la participación de todos los actores que lo integran. “El objetivo central de este plan es elaborar una nueva ruralidad”, asegura a Miradas al Sur Isidoro Felcman, director del PEA. “Por nueva ruralidad entendemos plantearnos metas no sólo de producción o de volumen de exportaciones, sino también metas territoriales, medioambientales y sociales. Apuntamos a un equilibrio en lo productivo, lo social, lo territorial y lo institucional”, completa Felcman.El informe que se dará a conocer mañana es el resultado de más de 500 encuentros realizados en todo el país y en el que intervinieron más de 7.000 actores. Participaron 53 facultades nacionales, organismos como el Inta y el Senasa, instituciones internacionales como Cepal, FAO, Pnud y 140 cámaras empresariales de los diferentes complejos productivos del sector. Para organizar una iniciativa tan vasta como compleja, se crearon cuatro Consejos Federales, cada uno abocado a una temática definida: Agropecuaria, Ciencia y Tecnología, Sistema Productivo y Desarrollo Económico y Social.El documento central fue elaborado a partir de un Marco Conceptual Integrador que plantea objetivos externos y hacia el interior del país. En el primer caso, se buscó identificar la demanda externa futura en el marco de las tendencias globales. A partir de ahí se analizó la proyección de los 24 complejos productivos que comprende el sector agrario. En el segundo caso, se proyectó el consumo interno de los próximos diez años, que sumado a la demanda externa permitió evaluar la demanda total por cada uno de los complejos productivos. “Primero teníamos que ponernos de acuerdo hacia dónde queríamos ir. Eso ya está claro. Y ese lugar es ambicioso y deseable. Habla de una Argentina muy diferente a la que tenemos hoy. Pero hay que ponerse de acuerdo cómo lo hacemos. Ésa es la segunda etapa que se abre a partir de mañana”, señala Felcman.A pesar de la alta participación que tuvo la elaboración del plan y de los heterogéneos sectores que estuvieron involucrados, las entidades gremiales enroladas en la Mesa de Enlace decidieron hasta el momento no formar parte. Felcman no descarta que puedan sumarse en el futuro, pero también relativiza el peso que pueden llegar a tener en la elaboración de políticas estratégicas de Estado. “La participación va generando vínculos y eso vínculos van generando cierta dosis de acuerdo. Cuando se inició el plan fue apenas posterior a la derogación de la Resolución 125. La visión del ministro Julián Domínguez a partir de ese momento fue la de entender que para mirar el futuro de manera colectiva era imprescindible poner en marcha un plan participativo. Parte de ese proceso fue generar acuerdos con las entidades patronales de productores. En algunos casos los acuerdos avanzaron más y en otros menos. Pero lo que hay que tener en cuenta es que el sector agroalimentario y agroindustrial no es sólo la Mesa de Enlace. No tienen la exclusividad en la representación. Con nosotros han participado 140 cámaras empresariales tanto del sector agrícola e industrial que también forman parte de ese sector tan heterogéneo al que se conoce como el ‘campo’”, sostiene el director del PEA.Precisamente la formación de dirigentes es otro de los aspectos que contempla el plan. La dirección de esa área está a cargo del economista Bernardo Kliksberg, especialista en gerencia social y responsabilidad social empresarial. “Apuntamos a dirigentes del sector agroalimentario e industrial y han acudido más de mil personas a los cursos”, completa Felcman.
Integración de las cadenas de valor. Una de las metas que se propone el PEA es generar una integración en las cadenas de valor. De acuerdo con un estudio elaborado por el Inta para este plan, la integración en once cadenas agroalimentarias –producción vacuna, aviar (carne y huevos), cerdo, lácteos, trigo, maíz y sus derivados, legumbres, soja y maquinaria agrícola– podría generar más de 300.000 empleos directos y otros 500.000 indirectos, además de incrementar las exportaciones en 12.600 millones de dólares en 2020. La propuesta del Inta es que los productores de cereales y oleaginosas, de carne y leche, de cerdo y pollo se integren verticalmente a la cadena agroindustrial: desde la siembra, cosecha, almacenaje, industrialización primaria, transformación, industrialización de segundo orden, transporte y comercialización en el mercado interno e internacional. Claro que más allá de las buenas intenciones se necesita del compromiso de todos los eslabones involucrados para lograr esas metas. “Lo más importante es que haya acuerdos entre los actores porque si no hay compromiso todo queda en un librito muy lindo pero sin aplicación práctica. En el caso específico de la integración de las cadenas de valor hay objetivos planteados, pero hay que ponerse a trabajar en serio para ver cómo lo hacemos”, asegura Felcman.
Metas de producción. En lo que tiene que ver con la producción de granos, el PEA estima que para 2020 se puede llegar a las 157 millones de toneladas, lo que representa un aumento del 57% en comparación con la campaña de este año que se estima en 100 millones de toneladas. Si bien la soja seguiría siendo el cultivo que más volumen produce, su proyección sería menor que la de granos como el maíz. Mientras el primero aumentaría un 34% de su producción, el segundo lo haría en un 106%. En tanto que el trigo crecería un 57% y el girasol un 45%. Así, de acuerdo a estimaciones hechas por el Inta y volcadas en el PEA, la tendencia es hacia una contracción de la soja en la producción agropecuaria, ya que pasaría de representar el 50% de la producción actual a un 46,6% en 2020. A su vez, crecería la participación del maíz, que pasaría de representar el 23% de la producción actual al 29,3% en 2020.Con respecto al sector ganadero, luego de perder diez millones de cabezas en los últimos cuatro años, crecería un 70% de acá al 2010. Este incremento se daría a partir de una mejora en los precios, que lleva a que la ganadería vuelva a ser rentable en aquellos suelos marginales que fueron ocupados para la plantación de soja. El incremento mayor se daría en la producción de porcinos, que para 2020 podría llegar a las 822.000 toneladas, lo que representa un aumento del 197%. De acuerdo con las estimaciones del PAE, una mayor producción porcina y aviar quitaría presión sobre el sector, lo que derivaría en una mayor cantidad de carne vacuna destinada a la exportación .




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