Arriba : Sandra Russo y la tapa del libro LA PRESIDENTA.
Publicado en TIEMPO ARGENTINO el 7 de Agosto de 2011
Por Ana Clara Pérez Cotten
La periodista repasa los pasajes salientes de su libro sobre la presidenta Cristina Fernández. La relación con Néstor Kirchner y el impacto de su muerte. Proyecto político y maquillaje desde una mirada femenina.
"Cristina lo leyó y me dijo que estaba bien, pero no fue demasiado expresiva en ese sentido”, cuenta la escritora y periodista Sandra Russo, autora de La presidenta, historia de una vida, un libro que recorre la vida personal y política de Cristina Fernández de Kirchner. “Durante un vuelo a Río Gallegos le mostré la primera versión. Hasta ese momento, yo tenía la primera entrevista que le hice y el material de todos los entrevistados, pero necesitaba que lo viera para hacer correcciones. Y sí, eran un montón, se acordaba de todo. Si alguien mencionaba una reunión ella recordaba todos los que estaban, completó las anécdotas que los otros no recordaban con claridad y corrigió algunas fechas que estaban mal”, recuerda la autora sobre aquella primera lectura que la mandataria hizo del libro que, a pesar de que llegó a las librerías hace pocos días, ya es uno de los más vendidos. Pero además, el texto generó revuelo entre la dirigencia política: el ex jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y la ex ministra de Salud, Graciela Ocaña, intentaron desmentir las confesiones de la mandataria sobre el rol de los ex funcionarios en la gestión, pero el jefe de Gabinete Aníbal Fernández se ocupó de responderles.
Ana Clara Pérez Cotten –¿Qué aspectos de la personalidad de la presidenta le sorprendieron?
Sandra Russo –En principio, no conocía los datos que el libro revela porque no habían sido publicados antes. Mientras esperaba el duelo, trabajé varios meses con archivo y así me di cuenta de que no había nada de material. Cristina no habló nunca. No hay entrevistas en los 15 años que fue legisladora, más allá de los temas coyunturales que fue tratando. Por eso, con el periodista Werner Pertot hicimos diez o doce entrevistas con gente que la conoció durante toda su vida y empezamos a sorprendernos. Descubrimos un personaje que si bien estaba a la luz de todos, era enigmático en muchos aspectos, el material era rico y novedoso.
A.C.P.C.–Uno de los valores periodísticos del libro es haber logrado entrevistas personales con la presidenta. ¿Por qué cree que ha sido tan reticente a dialogar con periodistas durante estos años?
S.R. –Nunca fue un personaje inclinado a la vida mediática, como sí lo es por ejemplo Elisa Carrió, quien construyó su trayectoria en torno a los medios. Cristina es otro estilo de dirigente porque es una militante política. Además, es una persona absolutamente reconcentrada en su trabajo y de una laboriosidad asombrosa. Ella dice que se distrae –con cosas como el Museo del Bicentenario, no yendo al shopping– aunque aclara que Néstor no se permitía distraerse. Cuando Cristina llegó a la presidencia sabía que Héctor Magnetto no la había querido de candidata y eso hizo que, de alguna manera, la suerte con los medios concentrados estuviera echada. De todas maneras, nunca tuvo inclinación por ser mediática, ella se define desde la militancia. Lo que ocurre es que los argentinos estamos muy acostumbrados a que los dirigentes tengan una inclinación hacia los medios y no necesariamente es así.
A.C.P.C. –En el texto sostiene que la presidenta tiene una “femeneidad compleja”. ¿Cómo llegó a ese concepto?
S.R.–Todas nuestras subjetividades se construyen con lo que trae cada uno y con los discursos que circulan en una sociedad en un momento determinado. No hay mucho discurso elaborado sobre el poder en manos de una mujer. En el libro hago un paralelismo entre Cristina y otras mujeres poderosas, y es evidente que en ella la femieneidad está mucho más marcada. Tiene cintura y curvas. Y le gusta usar cinturones en la cintura, algo que ninguna otra mujer poderosa elige marcar. El trajecito sastre, tan típico del poder, nunca es entallado y masculiniza a la mujer. Todas las mujeres tenemos un conflicto con la parte de nuestro ser femenino que mostramos en el trabajo y más cuando están en juego decisiones de más alto nivel. Pero además, las mujeres que observamos a Cristina tenemos una idea formada sobre la femineidad y, por lo general, estamos acostumbrados a que hay que elegir. Si una mujer se dedica a su carrera, tiene que hacer como Carrió, en su faceta más mística, y sacar partido del descuido personal. A esa figura se le cree la fe. ¿Pero es verosímil la fe en alguien que se pinta mucho? Cristina cree en algo superior a sí misma, el proyecto político, y cuida su aspecto personal desde muy chica. Tanto es así que en el libro hay una especie de historiografía de su maquillaje.
A.C.P.C. –Contó historias familiares y de la presidenta en torno al maquillaje. ¿Por qué eligió ese eje?
S.R. –Porque es muy fuerte. Es una marca, un tatuaje y una carta de presentación. Creo que, al menos en ese aspecto, es un libro que le va a interesar más a las mujeres que a los tipos. El maquillaje tiene una interpretación política. En 2007, cuando asumió y escribí su perfil para Página/12, lo primero que me llamó la atención fue el maquillaje, tan setentista. Creo que hay un hilo de marca histórica y un llamado a la tribu, claro que lo veo en el maquillaje y en otras cosas. Me parecía interesante tomar el tema del maquillaje porque sólo se usó para las críticas sobre el exceso, pero reconozco que eso me interesó porque es un libro de autor. Nunca me interesó la idea de escribir una biografía tradicional.
A.C.P.C. –¿Cree que la relación político-amorosa que había entre Néstor y Cristina le imprimió al kirchnerismo, como movimiento político, un sello particular?
S.R.–El esquema vino así y eso dio mucho pasto para ciertas chicanas absurdas. Cuando Néstor asumió se creía que la que gobernaba era ella porque le escribía los discursos. ¡Pero le escribía los discursos porque discutieron sus ideas durante 20 años! Y después, cuando asumió ella, decían que había un doble comando: ella era una estúpida que no podía hacer nada. Eso fue usado, pero bien entendido ese encuentro es un hallazgo vital: compartieron la familia y la política con igual intensidad. Es claro que militaron juntos, pero la cuestión familiar es poco conocida. Los Kirchner vivieron en clan, no han tenido una vida social muy nutrida porque se dedicaron a la política y a la militancia con intensidad.
A.C.P.C. –¿Le sorprendió que la presidenta le confesara e interpretara que, durante el conflicto por la Resolución 125, la quisieron destituir?
S.R. –No me lo esperaba tan literal, aunque yo no dudaba de eso, era mi lectura política. Entre nosotras había una solidaridad de lecturas. A mí no me cabe duda de que fue un intento destituyente, en el sentido de los golpes blancos y de la misma manera que ahora salen a pedir la renuncia de Zaffaroni. Me sorprendió su confesión porque yo lo había escrito en el prólogo, en el que elegí contar cuál sería mi punto de vista y cómo miro al personaje.
A.C.P.C.–Otra característica que resalta es la capacidad de trabajo de la presidenta, casi obsesiva.
S.R. –Sí, está consagrada a su tarea. En los viajes noté que no se limita a las cuestiones protocolares. Mientras la comitiva sale a tomar café después de las actividades, ella se encerraba a estudiar para estar preparada. Su trabajo es constante, de hormiga. Pero siempre fue así, en cuarto año les decía a los profesores que la bibliografía no alcanzaba y nunca le gustaron los resúmenes porque cree que anulan el pensamiento. Atrás del modelo político y económico que nos permite hoy zafar de la crisis internacional hay, además de ideas y principios políticos, muchísimo trabajo. Si se fuera a Europa de vacaciones, como Macri, la gestión del kirchnerismo no caminaría. Esta mujer le imprime a su trabajo una energía que no la dan los suplementos vitamínicos, sólo la da la convicción.
A.C.P.C. –¿Cuál fue el giro que tomó el libro cuando murió Kirchner?
S.R. –Para mí era fundamental conocer a Cristina contada por Néstor… Había acordado dos entrevistas con él porque era indispensable y era un punto de vista precioso... Como no se pudo, elegí contar una llamada que me hizo él en 2004, en la cual me dijo tres o cuatro cosas, entre ellas, resaltó la inteligencia de Cristina. “Estoy acostumbrado a las mujeres inteligentes”, me dijo. Después de la muerte de Néstor pensé en abandonar el proyecto, no sabía cómo iba a seguir ella y, al lado de todo lo que pasaba, el libro me parecía una estupidez. Pero por alguna razón se pudo hacer. De todas maneras, la vi lo mínimo indispensable para hacer este libro y exprimí mucho las entrevistas. La desgrabación que usé es textual, dejé todas las inflexiones porque me parecía que tenía que estar esa voz sin retocar para que el lector pudiera escucharla tal como es. Nosotras no charlamos como amigas, era una charla de trabajo, pero el material es muy valioso porque nunca había hablado ni de su madre, ni de su padre, ni de la maternidad. Me impactó que hablara de esa manera poco edulcorada y sin filtros de sus partos, pero es muy de ella.
A.C.P.C. –En un tramo cuenta que nunca se psicoanalizó.
S.R. –Sí, eso es muy interesante. Alguien psicoanalizado se iría por las ramas con el complejo de Edipo al hablar del rol de un padre poco presente. Ella, en cambio, cuando recuerda a su abuelo –que fue el hombre fuerte de la casa, y no su padre– elige destacar su militancia política y considera que el conservadurismo popular bonaerense permite entender el peronismo en el Conurbano hoy. Piensa y analiza su historia personal en clave política e histórica.
ENTREVISTA REALIZADA A SANDRA RUSSO POR ANA CLARA PÉREZ COTTEN PARA "TIEMPO ARGENTINO".
Publicado en :
http://tiempo.elargentino.com/notas/esta-mujer-le-imprime-su-trabajo-una-energia-que-solo-da-conviccion
No hay comentarios:
Publicar un comentario