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martes, 31 de mayo de 2011

VAN POR LOS PAÑUELOS, por Roberto Caballero (para "Tiempo Argentino" del 31-05-11)


Publicado en "Tiempo Argentino" el 31 de Mayo de 2011
Por Roberto Caballero


Director de "Tiempo Argentino"


No es Sergio Schoklender el blanco. No son sus manejos financieros, ni su tren de vida lo que pretenden castigar los medios (cada vez menos)hegemónicos, la oposición sin brújula y el poder corporativo. En realidad, como antes demonizaron a Moyano (“lavador de dinero”), a la juventud militante (“arribistas”) y a los periodistas antimonopólicos (“oficialistas por dinero”), ahora van por los pañuelos, capital simbólico fundamental del proceso de democratización política, social y cultural que se inició en 2003. Hoy como ayer, las Madres siguen siendo un mal ejemplo para la Argentina conservadora y reaccionaria. Ellas hacen: ahí están las miles de casas construidas por la Misión Sueños Compartidos en todo el país, su radio, su universidad, su centro cultural y su revista, que Tiempo Argentino abraza una vez por mes, con ternura y orgullo de hijo, para llevarla al kiosco.Que sepan los dueños del poder y del dinero que cuando lapidan a Hebe, las piedras pegan en el cuerpo de la democracia, en el de los que creemos en un país igualitario y en el corazón de las políticas de Memoria, Verdad y Justicia, que apoyamos desde este diario.
Van por los pañuelos.

No los vamos a dejar.


por Roberto Caballero

Publicado en :
http://tiempo.elargentino.com/notas/van-los-panuelo

lunes, 30 de mayo de 2011

INDEC : "MÁS O MENOS INFLACIÓN SEGÚN PARA QUÉ SE MIDA", por Roberto Navarro (para "Página 12" del 29-05-11)










INFORME OFICIAL QUE DA CUENTA DE GRAVES IRREGULARIDADES EN EL INDEC PREVIAS A 2007

Relevamientos que no se hacían, rebajas que no se computaban, mediciones alteradas son irregularidades que, según la cartera económica, se cometían antes de la actual gestión en el Indec. Habría sido para beneficiar a tenedores de títulos indexados, bancos y fondos.

Por Roberto Navarro



En los próximos días, el Ministerio de Economía elevará a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner el informe “Indec: la verdad”. Ese documento luego será enviado al Congreso para sumar información al debate que se está dando en el marco del proyecto de ley de normalización del Instituto Nacional de Estadísticas, que tiene media sanción del Senado. En un acto en la Casa Rosada se presentará el documento y se anunciará su giro al Congreso. Funcionarios de Poder Ejecutivo explicaron a este diario que en ese acto se “remarcarán las irregularidades que encontró el Gobierno en la gestión del Indec que terminó en enero de 2007”. Página/12 tuvo acceso exclusivo a informes, memorándum internos y actas judiciales que serán utilizados como pruebas de las irregularidades que, según el Gobierno, tenían la intención de “inflar el índice de precios al consumidor para beneficiar a tenedores de títulos públicos indexados por el CER”. También se hará mención a la polémica sobre el índice actual y a las características del nuevo IPC nacional que se está elaborando [...].
El primer documento es una recopilación de investigaciones y seguimientos que se hicieron desde la cartera económica entre junio y diciembre de 2006. A partir de esa información se elaboró un expediente que detalla las presuntas irregularidades descubiertas por la tarea de Beatriz Paglieri en el Indec en los primeros meses de la nueva gestión. Además, se preparó otro documento con las conclusiones del seminario realizado semanas atrás con los representantes del CAES (Consejo Académico de Evaluación y Seguimiento), conformado por cinco universidades públicas, y la presencia del ministro de Economía, Amado Boudou; el viceministro, Roberto Feletti, y el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. Por último, se suma el informe enviado al Fondo Monetario internacional: “Cuestiones Relativas al IPC”.
Página/12 tuvo acceso al documento que presentará el Gobierno para demostrar que la gestión que finalizó a fines de 2006 “inflaba” el IPC. Un testimonio firmado por el escribano general de Gobierno de la Nación, Horacio Dalbora, el 5 de febrero de 2007, señala: “La doctora Beatriz Paglieri hace entrega de un informe correspondiente al Indice de Precios al Consumidor de enero de 2007, que le fuera suministrado por el licenciado Emilio Platzer (gerente de Informática) y la señora Marcela Almeida. Del mismo surge con evidencia que para la comparación se tomaron como base de cálculo los precios del mes de noviembre de 2006, no obstante figurar como correspondientes al mes de diciembre de 2006, conforme se puede observar en el cuadro A4 del informe oficial”. Es decir que el escribano general de la Nación corroboró que para calcular el IPC de enero de 2007, en vez de comparar los precios tomados ese mes con los registrados en el mes anterior: diciembre, se los comparó con noviembre de 2006. De esa manera se sumaron dos meses de inflación y se presentaron como si fuera sólo la evolución de precios de enero. Así el índice prácticamente se duplicaba.
Un destacado funcionario de Economía indicó a este diario que “en los primeros meses de 2006 comenzamos a notar que algunos incrementos de precios registrados por el Indec no se correspondían con los datos que manejábamos. A partir de junio de ese año conformamos un equipo técnico que realizó un seguimiento de precios en los comercios y de metodología en la instrumentación del índice”. Con esos datos la cartera económica le envió un memorándum confidencial al entonces jefe de Gabinete Alberto Fernández. Lo que sigue es un resumen de los principales puntos señalados en ese documento:



- Pan francés: “Ante el incremento del precio del pan, que había llegado a más de tres pesos, se acordó con la Federación Argentina de Panaderos un precio de referencia de 2,50 pesos del pan francés tipo flauta de hasta ocho piezas el kilo. Un acuerdo similar se realizó con la Cámara de Supermercados. Como resultado de dicho acuerdo todas las cadenas pertenecientes a la cámara bajaron sus precios. El más caro era Jumbo, que cobraba el producto 2,10, y el más barato, Carrefour, que bajó su precio a 1,50 peso. Por otro lado, entre el 20 de junio y el 16 de septiembre se relevaron precios en 841 panaderías del área metropolitana, comercios en los que se verificó un precio máximo de 2,50 pesos. La nómina de comercios figura en el anexo de este informe. En esos meses el precio del pan en el IPC no bajó”.



- Sector turismo: “Luego de las escandalosas subas registradas durante las vacaciones de invierno, se acordó con las cámaras del sector una rebaja sustantiva, que, según nuestros registros, se concretó. El Indec no registró la baja. Durante el mes de enero de 2007 el Indec informa un incremento del 40 por ciento en ese segmento. Según relevamientos propios y el efectuado por los operadores turísticos, que se adjuntan en el anexo, ese incrementó no existió”.
Con respecto a la diferencia que señala el memorándum, en Economía relatan que una vez realizado el cambio de autoridades, se solicitó la muestra de establecimientos sobre los que se había basado el cálculo y la forma en que se realizó el relevamiento. Beatriz Paglieri señaló a este diario que recibió el listado con los teléfonos a los que se había llamado para tomar los precios. “Con esa información solicité a las telefónicas la corroboración de los llamados. Las empresas enviaron un informe en el que no figuraba ninguno de los números que se me informaron. Mi conclusión fue que ese relevamiento nunca se realizó”, señaló Paglieri.



- Medicina prepaga: “El acuerdo alcanzado con las empresas de medicina prepaga, que involucra a más del 90 por ciento del mercado, fue de un aumento del 2 por ciento para el segundo semestre del año en curso (2006). Las empresas involucradas publicaron una solicitada confirmando el acuerdo. Dado el alto grado de concentración de este mercado, fue fácil comprobar su cumplimiento. Sin embargo el Indec registra incrementos del hasta el 18 por ciento”.



- Productos primicia: “Un buen ejemplo de esta línea es el durazno. En el último cuatrimestre del año se comenzaron a comercializar las primeras cosechas de esta fruta, que llegaron de Tucumán. La cantidad en oferta era muy exigua, lo que elevó el precio entre un 50 y un 80 por ciento. Dos semanas después, cuando llegaron las cosechas de las demás provincias productoras, el precio había vuelto a su valor anterior a la suba. El artículo 13 de la metodología del Indec señala claramente que, en estos casos, en las primeras dos semanas, se debió reemplazar el producto por una fruta de estación con una oferta relacionada con la demanda. El Indec no cumplió con la metodología y procesó incrementos de hasta el 80 por ciento”.



- Servicio Doméstico: “Con una ponderación del 1,38 por ciento, el Indec considera que si una empleada doméstica pasa de ganar de 5 a 6 pesos la hora en un mes, la incidencia en la inflación es del 0,28 por ciento. Como figura en el anexo, se pudo comprobar que el relevamiento se hacía preguntándoles a 50 empleados del Indec mensualmente cuánto pagaban por el servicio doméstico. Más allá de la mínima cantidad y poca seriedad de la muestra, luego se comprobó que muchos de esos empleados no contaban con ese servicio”.



- Indumentaria: “En septiembre de 2006 el Indec registró un incremento del 44,4 por ciento en la bermuda para niños y de un 11,2 por ciento en igual producto para hombres. También registró un aumento del 33,7 por ciento para la remera de niño y del 18,8 por ciento para la de hombre. En un amplio muestreo realizado por el equipo técnico de Economía se comprobó que los aumentos habían sido significativamente inferiores y que no existe diferencia entre los aumentos entre la ropa de un mayor y un menor, siempre que sean del mismo sexo”.



- Cambios de calidad: “Cuando un producto eleva su calidad sube su precio. El artículo trece señala taxativamente que debe buscarse en el mercado un producto de similar calidad al anterior o, si no existe, realizar un empalme metodológico. Un caso claro es el de los medicamentos, que suman alguna nueva droga y pasan a denominarse ‘Forte’. El precio sube por aumento de calidad. El Indec registraba el incremento como inflación. Lo mismo ocurrió con una marca de cuadernos que cambió su tapa blanda por una dura”.



- Cambios de negocios: “Durante el año 2006 se detectó un fuerte corrimiento de los negocios relevados. En todos los casos se trató de reemplazos de comercios de zonas pobres por otros en barrios de mayor poder adquisitivo, en los que los consumidores convalidan mayores aumentos de precios. A fines de 2006, en todo el municipio de la Matanza, en el que viven casi dos millones de personas, se relevó una sola carnicería”.



En "Página 12" los dos documentos se ven mejor y pueden leerse. El que tenga interés en hacerlo entre al link que aparece arriba de esta aclaración.



SIN NOVEDAD EN EL FRENTE, por Eduardo Aliverti (para "Marca de Radio" y "Página 12", 28 y 30-05-11)

Arriba : Sin novedad en el frente opositor
[La imagen es responsabilidad exclusiva de "Mirando hacia adentro"]

Por Eduardo Aliverti

Hay un aspecto relativamente fácil, pero que ya agota. Y hay otro en principio más complicado, pero para gusto del suscripto bastante más sencillo todavía.
Lo primero da cuenta de los avatares, en algunos casos insondables o poco menos, que abruman a y desde la oposición. Respecto del oficialismo, sólo se espera la comunicación formal de que Cristina va por otro período. Fuera de eso, no hay mucho más que la expectativa por su compañero/a de fórmula; el número de gente que la ratificaría en las primarias del 14 de agosto; la incógnita de si es probable vencer a Macri en el ballottage, y los panoramas enroscados de la lucha por las gobernaciones santafesina y cordobesa (en ese orden, si es por hoy, porque la flamante y aparente ruptura del kirchnerismo con De la Sota parece dejarle el campo orégano a Juez). Casi nada más, si es por lo estrictamente político. En la economía sólo inquieta la inflación; pero a esta altura parecería estar claro que, sea por acostumbramiento, por no afectar al consumo de los sectores medios o porque nadie ofrece una sola receta alternativa, el problema no hace mella en las cifras de popularidad gubernamental. Es hasta fantasioso que el trance comercial con Brasil pueda trasformarse en escalada de largo plazo, siendo dos socios de necesidades estratégicas compartidas. Algún paisaje neblinoso en la cotización del dólar, con sus variaciones y diversificaciones, es lo típico de cualquier etapa electiva decisoria. Y para mayor favor del horizonte oficial, las noticias que llegan desde Europa, con España y Grecia a la cabeza, trazan un contraste fenomenal con nuestro escenario, gracias a lo inevitable –aunque equívoco– de la comparación con 2001/2002. Más aun: ya comenzaron a escucharse voces como las de Paul Krugman, Nobel de Economía, o Mario Soares, ex primer ministro portugués, advirtiendo que una “salida a la argentina” –renegociación de la deuda, con quita compulsiva brutal en los bonos de los acreedores– es o podría ser lo único que les queda a esos países incursos en dramas pintados como similares a los sufridos aquí hace diez años. Sin embargo, nada de lo anterior, a propósito de la presuntamente despejada superficie electoral que afronta el kirchnerismo, es equiparable a las gentilezas prestadas por los adversarios. Digámoslo de manera más directa, aunque no se deban perder de vista los méritos adjudicables al oficialismo: la mejor campaña de Cristina está en manos de la oposición.
Hubo, en orden cronológico, el abandono de poder consensuar una táctica articulada. Después, prácticamente todos sus candidatos se fueron a los botes. Más tarde, si es por operaciones y propagandas tan obscenas como las que se endosan al periodismo K, comenzaron a retirarse sus comandos mediáticos. Y al fin, ni siquiera se disimula que el ¿fenómeno? de la dispersión y contradicciones opositoras es más aplastante que fatigoso. No pueden más que agarrarse de la tenida de Beatriz Sarlo en 6,7,8, o en torno de Schoklender y las Madres. Por lo demás, nada curiosamente, los títulos y despliegues centrales de la prensa antagonista pasan ahora por que los celulares serían cancerígenos, por la detención en Palermo de un prófugo de Estados Unidos que fue gurú de la farándula, por la novela divertida pero repelente del “café veloz” entre Grondona y Maradona, por las secuelas del Martín Fierro. Algunos de esos asuntos conllevan interés popular de por sí, pero en su visión conjunta tienen una contraindicación primordial: es imposible aislarlos de un contexto caracterizado por la desazón, acerca de que en la gran política (?), de los propios, no se encuentra nada mejor para llamar la atención. ¿De qué podrían hablar en su reemplazo, o qué publicitarían con énfasis? ¿Que los radicales están dispuestos a ir con De Narváez a cualquier costo, así les signifique tirar por la borda algún principio ideológico que pueda quedarles? ¿Que el hijo de Alfonsín no sacó la cuenta de lo que realmente puede aportarle el colombiano, en un tablado de muy poco que ver con la situación de hace dos años? ¿Podrían parlotear sobre la depresión que generó en el PRO haber puesto de cabeza de lista a Bergman, desapareciendo a Michetti y relegando a Rodríguez Larreta porque Macri dedujo que el rabino le arrastra votos de la colectividad judía? ¿Qué pretenderían? ¿Que Binner no se muestre agrandado porque ganó su pollo, por el que se jugó contra viento y marea, y le largue los perros, así nomás, en aras de una alianza con la derecha, la honra de una construcción personal, y basada en una gestión gubernativa de varios años? ¿Y qué propagandizarían de Proyecto Sur? ¿Que el candidato a vice de Solanas avisó que en la segunda vuelta seguramente no tendrían otra que ir con Filmus, con Pino apareciendo de inmediato para aclarar que aspira a captar voto antikirchnerista de la forma que sea? ¿Cómo es, por ejemplo, que desde las entrañas de Solanas se presente a Alcira Argumedo como candidata presidencial, para que el tano De Gennaro se entere por los medios y retruque que eso está por verse?
Lo precedente es parte de lo que, al principio de esta nota, se definió como el aspecto cómodo pero cansador. Es una de las tantas descripciones que merece la batahola opositora. El más intrincado de los análisis sería escrutar cuál es el fondo de esta sucesión papelonesca, entre quienes dicen proponer otro rumbo. Y es en este punto cuando al periodista no se le ocurre otra cosa que insistir en que no quieren ganar. Por lo pronto, ¿no es sugestivo que en la misma derecha –y desde los razonamientos publicados de los sectores afines al kirchnerismo, claro que sí– no haya mayor entusiasmo por determinar el porqué de este desbande opositor? Si fuera por lo generalizable de lo que se lee y escucha, semejaría que, solamente, la oposición anda a los tumbos porque sí. Lo cual es una afrenta al sentido común, además del político. Así como todos venimos desde algún lugar (histórico, educativo, familiar, militante, que viene a ser todo lo mismo), también nace de algún lado que el antikirchnerismo sea apenas un jadeo. ¿De cuál lado? Del que estipula que el cociente de la oposición es el resultado de no saber, ni poder, ni en consecuencia ofrecer, algo mejor. No es únicamente que a Ricardito no le da para ser algo más que el hijo de Alfonsín. Ni es que Macri se la pasa más de joda que trabajando. Ni es que Binner no significa mucho que digamos como edificación de imaginario masivo-popular-nacional. Ni es que Solanas sólo se dedica a diagnosticar. Ni es que la izquierda radicalizada persiste en tripular asteroides. Si fuera por eso, bastaría el/un dichoso viento de cola, o de humor social enojado, para volver a votar a Menem, en cualesquiera de sus siluetas sucedáneas. Alguna más guitarrera, alguna más circunspecta, alguna mejor dibujada, pero finalmente eso. No. No es eso. Es que el kirchnerismo los corre por izquierda dentro de los marcos que el sistema impone. Es ese es el karma de la oposición. Dentro del sistema, no tienen modo de oponerse con algo más atractivo. Y fuera de él, se convierten en un absurdo.
Se lamenta lo reiterativo, pero tampoco se encuentra una variante para no reiterar(se): está pasando que la oposición no quiere ganar. Si lo deseara, ya habría acordado hace rato programa y candidaturas. Y como no lo quiere, queda expuesta a estos papelones que se relatan como si vinieran de la nada.

Publicado en :
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-169124-2011-05-30.html

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domingo, 29 de mayo de 2011

LA AUDACIA SIN CÁLCULO, por Horacio Verbitsky (para "Página 12" del 29-05-11)




Arriba : Beatriz Sarlo en 2011 ; Néstor y Cristina en 1983.


EL LIBRO DE BEATRIZ SARLO SOBRE KIRCHNER Y CRISTINA (1)

Antes que en 6,7,8, Beatriz Sarlo había expuesto su impugnación al kirchnerismo en un libro. Con escaso sustento fáctico alaba al ex senador Duhalde, ignora el compromiso de Kirchner con los derechos humanos previo a su presidencia, minimiza el reto del poder agromediático, desconoce la cronología del conflicto con Clarín, atribuye a Kirchner la ley de comunicación audiovisual con menosprecio machista por CFK y subestima la calidad del debate que la precedió y la coalición que la sustenta.

Por Horacio Verbitsky



Néstor y Cristina en 1983, durante un acto de campaña en el que se reclamó juicio y castigo por los crímenes de la dictadura militar. Beatriz Sarlo desconoce esos hechos y sostiene que ese fue un discurso adoptado en 2003 para legitimar a un gobierno débil.



La visita de la ensayista Beatriz Sarlo al programa 6,7,8 tuvo una merecida repercusión. Introdujo en un medio tan ubicuo y paupérrimo como la televisión un debate político necesario, lo cual merece todo encomio, para la invitada y sus anfitriones. Si no pudieron profundizar los temas discutidos, fue antes por las limitaciones intrínsecas del medio que por deficiencias de ellos. Más propicio para ese fin son el papel y la letra impresa.


Lo que sigue no es un comentario del último libro de Sarlo(1), que contiene opiniones sobre medios y estilos de comunicación, sino apenas una discusión de aquellos tramos en los que plantea algunas cuestiones políticas.

El campo del debate



Sarlo afirma que “el campo” no había sido enemigo de Kirchner “hasta la resolución 125” y después se convirtió en su “enemigo principal”, cuando en realidad sólo se trataba de una “mera disputa por la renta”. Agrega que “hasta el enfrentamiento con el Grupo Clarín, cuyo inicio coincide con el conflicto con el campo, el kirchnerismo no había agitado la necesidad de una nueva ley de medios audiovisuales. No era una cuestión de principios ni una cuestión programática. Iniciado el conflicto con Clarín se convirtió en ambas cosas”. También sostiene que desde que Kirchner favoreció al grupo con la extensión de licencias “no había sucedido otra cosa que el cambio de línea editorial del diario”, por lo cual la ley de medios de comunicación audiovisual habría constituido una mera venganza. De este modo, y sin más trámite, desdeña la magnitud y la gravedad del desafío que la oligarquía diversificada (según la definición de Eduardo Basualdo) planteó en la disputa por las retenciones que, tal como Sarlo sostiene, adquirió una dimensión simbólica.


En ella se jugaba el destino de la democracia en la Argentina, agrego yo.


Es imprescindible recordar que el Grupo Clarín no sólo es socio de La Nación y de las patronales rústicas en la megaferia Expoagro, en la que se cierran cada año negocios por 300 millones de dólares, sino que desde la Asociación Empresaria AEA conduce junto con la trasnacional italiana Techint a la fracción dominante del capitalismo en la Argentina, que dos de sus voceros, Hugo Biolcati y Mariano Grondona, vaticinaron entre chanzas que Cristina no terminaría su mandato y que, una vez fracasado ese intento, el CEO del Grupo, Héctor Magneto, reunió en su casa a los jefes de la oposición política para urgirlos a encontrar una combinación electoral que permitiera derrotar al gobierno.


Sarlo realiza una crítica cultural a partir de afirmaciones e imágenes instaladas por ese mismo poder agromediático. La inteligencia de su especulación intelectual no puede suplir tamaña falla de origen en los cimientos de la obra, que pierde densidad al rebajar a la autora al nivel de sus interesadas fuentes.



Licencia para divagar



La prórroga por diez años de todas las licencias de radiodifusión, dispuesta en mayo de 2005 por el decreto 527, no fue un favor al Grupo Clarín (que acababa de renovar las suyas) sino a sus competidores de los canales de televisión 2 y 9, que las tenían a punto de vencer y para colmo estaban en convocatoria de acreedores. Esto era causal de extinción de las licencias, según el artículo 53, inciso c, de la ley de radiodifusión 22.285 vigente entonces.


En tal caso, Clarín reinaría sin competencia, dado que el restante canal de aire, en manos de la española Telefonica, se abstenía de cualquier intervención política.


El entonces secretario de Comercio, Guillermo Moreno, intercedió ante Telefonica para que condonara o refinanciara la deuda que Daniel Hadad contrajo al adquirir el canal 9, como informó este diario oficialista el 26 de diciembre de 2004. Cuando esas gestiones fracasaron, Kirchner acudió a la prórroga de las licencias. De ese modo revalorizó a los contrincantes del Grupo Clarín y los rescató de la quiebra.


Es decir que ya en el segundo año de su presidencia, Kirchner estaba prevenido contra la enorme concentración de poder mediático en un solo grupo, que además procuraba expandirse al campo de las telecomunicaciones, para lo que solicitaba el apoyo oficial. Que no lo haya enfrentado entonces obedece a debilidad objetiva y subjetiva. “Hay cosas que no me animé a hacer, para no de-sestabilizar, para no profundizar, y que, gracias a Dios, Cristina las está haciendo”, dijo en enero del año pasado (“Hombre de la Plaza Rosada”, Página/12, 10 de enero de 2010).


Una vez más, la cronología ayuda a comprender los procesos.


En diciembre de 2007, tres días antes de su conclusión, el gobierno de Kirchner había autorizado la operación conjunta de Cablevisión y Multicanal, si se cumplían las condiciones de desmonopolización señaladas por el Tribunal de Defensa de la Competencia. El 4 de abril de 2008, a diez días del primer lockout agropecuario, la presidente recibió a los directivos de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y el 16 de abril a los miembros de la Coalición por una Radiodifusión Democrática, quienes le presentaron los “21 puntos por el Derecho a la Comunicación”en los que desde 2003 trabajaron 300 organizaciones sociales y cooperativas, sindicatos, universidades, organismos de derechos humanos, asociaciones de radiodifusores y radios comunitarias y le solicitaron que reformara la vetusta ley de Radiodifusión, sancionada por Videla en 1980 y empeorada por Menem diez años después.



Un año de debate



Transcurrió un año de debates, seminarios, foros, mesas redondas, en los barrios, los sindicatos, las universidades, Concejos Deliberantes y Legislaturas provinciales antes de que CFK presentara su primer anteproyecto, que recién se convirtió en proyecto de ley luego de otro semestre de apasionados foros regionales realizados en todo el país. También las dos cámaras del Congreso realizaron sendas rondas de consulta con las organizaciones de la Coalición y con aquellas que representaban a los intereses económicos en juego, incluyendo a las autoridades del Grupo Clarín, que se negaron a concurrir aduciendo que las decisiones ya estaban tomadas.


No hay otra ley discutida con tan alto grado de participación en la historia argentina, y sólo el Código Civil del siglo XIX puede competir con ella en cuanto a anotaciones de legislación comparada. Con una desventaja: aquel Código fue obra de un solo hombre, Dalmacio Vélez Sarsfield, y se aprobó a libro cerrado en el Congreso.


Podría decirse que Cristina se apropió de las propuestas para la democratización de las comunicaciones que elaboraron las organizaciones fundadoras de la Coalición y que tenían un antecedente fundamental en los proyectos del ex presidente Raúl Alfonsín, elaborados por el Consejo para la Consolidación de la Democracia pero nunca aplicados, como tantas otras buenas iniciativas de aquel malogrado gobierno.


Más costaría fundamentar qué tiene de malo que un gobierno elegido por el voto popular adopte las reivindicaciones que provienen de los sectores más avanzados de su propia base electoral. Lo mismo hizo Cristina con la Asignación Universal por Hijo, que también surgió de fuerzas políticas y sociales ajenas a la propia y que durante años fue resistida por el gobierno.


La laboriosa ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, y su hermano presidente objetaban ese tipo de transferencia directa de ingresos, y en su lugar privilegiaban la reducción del desempleo, para que cada cual se ganara con mayor dignidad el sustento. Pero, igual que en otros campos, fue el éxito de esa política (con la creación de cinco millones de puestos de trabajo y la caida del desempleo a los niveles de hace un cuarto de siglo) el que puso en evidencia sus limitaciones y la necesidad de superarlas.


Cristina pudo adoptar la AUH porque antes había recuperado el sistema previsional, convertido por Menem y Cavallo en un negocio financiero para los grandes bancos, que con ese dinero financiaban a altas tasas los déficit del Estado, consecuencia de esa misma privatización.


Esta capacidad de reconocer los problemas y el desprejuicio para adoptar las soluciones ideadas por otros es una clave de la vitalidad del kirchnerismo, que no debería suscitar rechazo en quienes valoran el diálogo y los consensos.



Derechos y humanos



En un capítulo importante de su libro, Sarlo dice que Kirchner encontró en la reivindicación de los derechos humanos una fuente de legitimidad ya “que había llegado al gobierno cautivo de su propia debilidad”. Se trataría de una operación política, comenzada en su discurso inaugural cuando “recordó a los militantes asesinados” que en Santa Cruz nunca habían recibido “el menor homenaje de su parte”. Así habría puesto fin a “una amnesia política que había durado mucho tiempo”. Habría dramatizado de ese modo “una puesta en escena de una alianza entre las organizaciones de derechos humanos y el presidente”, con quienes Kirchner “se inventa una relación”. Sarlo dice que al pedir perdón en nombre del Estado Nacional el 24 de marzo de 2004 en la ESMA, “por la vergüenza de haber callado durante veinte años de democracia tantas atrocidades”, Kirchner dio “un paso principal en su propia invención política”.


Con una entonación psicologista comenta: “Él, que no se había ocupado de los derechos humanos hasta llegar a la presidencia, transfería ese lapsus al Estado argentino y a otro presidente, Raúl Alfonsín, que había hecho su campaña electoral comprometiéndose a juzgar a los comandantes responsables de los crímenes de la dictadura”. Concluye que esa omisión le evitó “el incómodo recuerdo de que él mismo votó, en 1983, a un partido justicialista que consideraba legal la autoamnistía que se habían otorgado los militares”.


El oficio de la crítica literaria, que Sarlo practica con general beneplácito, no soporta bien su traslado a la política, como bien saben quienes admiraron la obra de David Viñas, porque esta materia no se circunscribe a un texto fijo ofrecido a la interpretación del lector, según establecieron Hegel y Perón. Por el contrario, es tan huidiza que, con toda probabilidad, Sarlo no conocía al escribir su libro el discurso que Kirchner pronunció en el Ateneo Juan Domingo Perón, durante la campaña para elegir el candidato justicialista a la intendencia de Río Gallegos en 1983.




Allí dijo que “la represión de la dictadura militar ha ensangrentado a todo el pueblo argentino” y que “siempre dijimos que Videla y Massera y Agosti, y todos los sinvergüenzas que vinieron después, iban a ser sentados en el banquillo de la justicia constitucional para que respondan ante tantos abusos y ante tantos crímenes cometidos contra este pueblo”.


La observación de Sarlo sobre la posición del candidato justicialista a la presidencia en 1983, Italo Luder, es de estricta justicia, pero no puede reclamársele a Kirchner, quien recién en 1991, después de las amnistías de Alfonsín y los indultos de Menem, accedió a la gobernación de su provincia, una posición desde la que no es posible modificar asuntos que pertenecen a la escena nacional.


El discurso completo pronunciado por el joven Kirchner a sus 33 años puede encontrarse en http://www.youtube.com/watch?v=siuGYpy-G3A&feature=youtu.be Hay un bonus track: la presentación del orador por la también jovencísima Cristina Fernández, que está despertando pasiones retrospectivas en la web.



Floja de papeles



“A diferencia de los radicales”, dice también Sarlo, “los peronistas ‘se meten’ con los medios, los favorecen, los acosan o los cortejan, fundan medios y los financian”.


Es una afirmación incomprensible en alguien que haya vivido en la Argentina durante las presidencias de Arturo Frondizi y Raúl Alfonsín.


Lo que les faltó no fue desprejuicio, sino eco popular. La principal diferencia entre El Nacional y Tiempo Argentino, entre los “Bueyes perdidos” de Mario Monteverde y 6,7,8, está en la eficacia, y ésta no depende sólo de las calidades personales o profesionales de sus responsables, sino de la índole de los respectivos gobiernos que defendieron.
Equivocaciones menores de Sarlo confirman la impresión de una exégesis teórica presuntuosa, edificada sobre una base fáctica que conoce mal. Por ejemplo, al referirse a las elecciones de 2005, en las que Kirchner decidió confrontar con quien lo había impulsado al gobierno, dice que “en la madrugada de la victoria, entre gallos y medianoche, abandonaron a Duhalde y se hicieron kirchneristas los fieles Díaz Bancalari y Pampuro, nombres importantes del derrotado peronismo bonaerense”. Es cierto que Díaz Bancalari era el compañero de fórmula de Hilda González en el Partido Justicialista, pero Pampuro fue quien lo venció, como segundo de la boleta que encabezaba Cristina Fernández.


Sorprenden también las alabanzas al ex senador Eduardo Duhalde, quien durante unos meses de 2002 y 2003 ocupó en forma interina la presidencia. Dice que “practicó la moderación hasta que la policía, en un episodio oscuro, asesinó a los militantes Kosteki y Santillán”. Sólo las distintas acepciones del adjetivo impiden calificarlo de escandaloso: el gobierno de Duhalde preparó en forma cuidadosa esa emboscada, con el propósito de dar un escarmiento a las fuerzas sociales movilizadas en aquellos días, con informes falsos y tremendistas elaborados desde la SIDE por su ministro Carlos Soria y presentados a la Justicia por su ministro Jorge Vanossi. Antes, había presionado a la Justicia federal para que encarcelara a Cavallo y a varios banqueros, ofreciéndolos a la vindicta pública.


Según Sarlo, el moderado Duhalde trabajó “en la reparación de un país en ruinas, donde la palabra incendio no era una hipérbole sino una imagen descriptiva bastante realista”.


Ni una línea en las 235 páginas del libro menciona la brutal transferencia de ingresos, de los sectores subordinados a las mayores empresas, provocada por la mayor devaluación del tipo de cambio real de la historia y por la pesificación asimétrica dispuesta en aquel nefasto gobierno, sin el cual la devastación de la década anterior no hubiera terminado de ejecutarse. Sin duda, se trata de un libro audaz, escrito con más pasión que cálculo.




por Horacio Verbitsky para "Página 12".



(1). Beatriz Sarlo, Kirchner 2003-2010. La audacia y el cálculo, Sudamericana, 2011.

Publicado en :
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-169052-2011-05-29.html


Puede verse el video de 1983, en el que un muy joven Kirchner pide el juicio a las Juntas en :

http://mundo-perverso.blogspot.com/2011/05/los-kirchner-se-enteraron-de-los-ddhh.html?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+MundoPerverso+%28Mundo+Perverso%29








EL EFECTO CFK : CRISTINA CONDUCCIÓN, por Adrián Murano (para "Veintitrés" del 26-05-11)




Elecciones 2011: el efecto CFK



Revista Veintitrés, 26.05.2011

La Presidenta se convirtió en la gran electora nacional. Sus candidatos suman triunfos, las encuestas la ubican primera cómoda y crece la aprobación a su gestión. Cómo pasó del duelo a comandar la estrategia electoral del PJ.



Es ella. Aunque irrite a la prensa canalla que husmea en su botiquín buscando explicaciones químicas a las demostraciones de entereza; aunque martirice a una oposición sedienta de crisis; aunque desoriente a los recios caciques sindicales que aún creen en aquello del “sexo débil”; aunque indigeste a los atildados CEOs empachados de poder. Aunque le disguste a un sector opulento de la clase media que matiza su indignación consumiendo con frenesí.


Es ella, Cristina Fernández de Kirchner, la que marca el pulso político del país.Puede parecer una obviedad. Al fin y al cabo, se trata de la Presidenta de un país presidencialista acostumbrado a girar en torno a la figura presidencial. Así fue casi siempre –salvo pusilánimes excepciones–, pero la regla se rompió el mismo día en que asumió CFK, la primera mujer que accedió a la presidencia a través del voto popular.


Ese dato marcó la diferencia: en un país impregnado por el machismo más retrógrado, no fueron pocos los electores que se atrevieron al sacrilegio de votar a una mujer porque, en última instancia, era la esposa de un ex presidente querido, temido y respetado –según el caso– por los más diversos sectores de la sociedad.


Los primeros en expresar ese prejuicio de género, cuándo no, fueron los medios hegemónicos, que desde el vamos acuñaron un simpático pero ofensivo neologismo político: el “doble comando”. Sin sutilezas, el sistema tradicional de medios –siempre proclive a explotar en beneficio propio los puntos débiles de los políticos con responsabilidad de gestión– buscaron instalar la idea de una presidenta débil y maleable, manejada desde las sombras por su marido, Néstor Kirchner.


La operación calaba en la entumecida conciencia cultural de un país acostumbrado a depreciar a la mujer por el solo hecho de serlo. “¿A quién se le ocurre que una mujer puede gobernar un país? ¿Alguien cree que se puede caminar en el barro de la confrontación social, gremial o política con tacos altos?”, dispararon a repetición, palabras más o menos, los mismos medios que durante décadas construyeron el imaginario dominante de la mujer ideal: sumisa, decorativa, domesticada. Buena para los mandados, pero nunca para mandar.


Analistas y periodistas que se ufanan de su buena educación comenzaron a mencionar a Kirchner como el “copresidente” o “presidente” a secas, reduciendo a Cristina a la mera representación protocolar de la institución presidencial.


La sobreactuación de género de CFK nació como un antídoto contra esas manifestaciones flagrantes de machismo. Lo consiguió a medias: al verla pelear contra esa adversidad cultural convertida en operación política de baja calaña, muchas mujeres jóvenes se plegaron a un batalla que detectaron medular. Otras mujeres, en cambio, no toleraron verse en el espejo mejorado que les proponía la Presidenta y respondieron a la interpelación del modo en que fueron formateadas durante generaciones: criticando las formas. “Mirá cómo habla con ese tono de maestrita ciruela, mirá cómo se viste, mirá con qué tupé critica en la cara a esos señores de negocios, mirá cómo se maquilla, mirá cómo se peina.” La fustigaban, precisamente, por ser mujer. Por comportarse como tal. Por cometer la imperdonable herejía de amalgamar femineidad y poder. Habrase visto tanto desparpajo.


En esa ciénaga de prejuicios se dispusieron a pescar los poderosos de siempre, ese club selecto que reúne a políticos-lobbistas, instituciones sempiternas y hombres de negocios acostumbrados a utilizar al Estado como un coto de caza privado. Buscaban anticiparse a los disgustos por venir. Sabían que el país que recibía Cristina se parecía poco y nada al que le había tocado en suerte a su marido.


Kirchner asumió entre los escombros de una Argentina devastada por la peor crisis económica, política y social de su historia. La reconstrucción requirió de altas dosis de pragmatismo y precisión de equilibrista para sostener convicciones sin espantar a los fundamentales aliados de ocasión.


El panorama de CFK, en cambio, distaba de aquella postal. Las finanzas nacionales mostraban crecimiento sostenido, los índices sociales despegaban del subsuelo y, lo más importante, se había reconstituido la autoridad política como no ocurría desde la breve primavera que siguió a la recuperación de la democracia.


Eso era lo que más preocupaba al elenco estable del poder: a diferencia de la fase uno, signada por la necesidad de acumulación, la fase dos del proyecto K prometía acelerar la distribución. Una afrenta a la tradicional gula de los sectores dominantes que, aterrados, decidieron pasar a la acción.


La batalla por la 125 estalló apenas a los tres meses del recambio presidencial. Fue una bienvenida feroz. Recién llegada a la gestión, Cristina debió enfrentar un violento lockout patronal del sector más dinámico y opulento de la Argentina: el campo. Con un eficaz ataque de pinzas, el club del poder usó a los medios tradicionales para alentar el descontento y potenciar piquetes salvajes.


La flamante mandataria se enfrentó a una disyuntiva: confrontar con una masa de votantes que resultó clave en su elección o claudicar frente a ellos para preservar ingresos fiscales a riesgo de condicionar el resto de su mandato. La salida elegida para aquella crisis alumbraría la táctica que caracteriza a la gestión K: “Nunca menos”.El eslogan, surgido de la creatividad de los artistas populares que con el paso del tiempo fueron abandonando la precaución noventista para zambullirse en la pasión militante, define con precisión el concepto que guió al matrimonio Kirchner durante los siete años que compartieron la conducción del proyecto.


Porque, más allá de la persistente campaña misógina, eso fue lo que ocurrió desde el comienzo: Néstor y Cristina fueron compañeros de vida, de causa, de militancia, y de gestión. El cambio de rol institucional no alteró el equilibrio que desde siempre signó el funcionamiento político de la pareja. Se repartían, eso sí, las tareas según sus afinidades y talentos.


Kirchner disfrutaba en la mesa de arena, gozaba trazando estrategias, se apasionaba hasta con la rosca política más insignificante. Cristina participaba de esas partidas, pero su misión fundamental era mantener el rumbo del proyecto, oficiar de brújula para evitar que el día a día los desviara del horizonte.


Los dos sabían que el éxito o el fracaso dependían de su pericia para complementar sus capacidades y así minimizar sus deficiencias.


Ni Chasman ni Chirolita. Compañeros.


El 27 de octubre de 2010 un trágico infarto de miocardio terminó con esa sociedad. Con Néstor Kirchner murió, además del hombre, un método de acción política novedoso y efectivo: hasta el matrimonio K, nunca antes un presidente había compartido la toma de decisiones con un par. Esa peculiaridad permitió que ambos, a su turno, superaran adversidades sin la sobrecarga anímica de la soledad. Eso ya no existe. Pero la ausencia física del compañero de lucha trajo consigo un reemplazo cuya potencialidad apenas comienza a despuntar: la protección del legado. Que es, ni más ni menos, que la continuidad y la profundización del proyecto.


Hace siete meses Cristina sufrió un golpe político y emocional que muchos se apuraron a imaginar como terminal. Frente al féretro del líder, propios y ajenos se hicieron eco de aquel prejuicio fundacional: sin Néstor, Cristina no era nada.


La oposición fragmentada y oportunista se frotó las manos.


En el Club del Poder Eterno hubo festejos y aprontes para retomar el control por asalto. Algunos caciques sindicales y políticos, acostumbrados a la supervivencia, reforzaron sus trincheras. Los más leales contuvieron la estocada anímica y prendieron el piloto automático hasta que la jefa estuviera en condiciones de retomar el comando de la nave sin su copiloto.


Un proceso que se aceleró por un hecho inesperado: la multitud de pibes que despidieron con llantos al líder fallecido y animaron con cantos a la líder en funciones fue el primer paso para salir del desconcierto. Lo demás, para Cristina, fue seguir con el plan de ruta que la pareja se había trazado varias décadas atrás: ejercer el poder delegando lo justo y necesario, ponerle el cuerpo al día a día sin perder de vista los detalles menores, que es donde habita el diablo.


En los meses que sucedieron a la muerte de Kirchner, Cristina fue barriendo una por una las suspicacias que surgieron con su viudez.


La economía, ese depredador natural de los políticos en crisis, se mantuvo en caja. Desairó al interesado coro de ángeles del establishment que le ofreció un pacto social con forma de salvavidas de plomo y retuvo la potestad de terciar en los conflictos de intereses desde una parcialidad varias veces ratificada: “Entre los trabajadores y los especuladores, yo estoy con los trabajadores”, repitió la Presidenta, en cada atril que tuvo a mano. Ese mensaje sirvió, además, como eficaz disciplinador de los caciques sindicales que quedaron al borde de un ataque de nervios con la partida de su interlocutor habitual.


En la vereda de enfrente disputó y ganó frente a la avanzada de los sectores concentrados que pretendieron utilizar una virtual acefalía para encumbrar a sus lobbistas. Un caso testigo fue la reñida elección del titular de la Unión Industrial Argentina, donde el Gobierno operó con elegante contundencia para tabicar el arribo del tándem Clarín-Techint, quienes pretendían cooptar la cúpula de esa organización con la evidente intención de convertirla en un ariete de sus urgencias corporativas.Los pronosticadores crónicos de calamidades ya no pueden con tanta contrariedad.


El último mal trago: la consagración de CFK como una hábil estratega de campaña. La pulseada pública con el titular de la CGT, Hugo Moyano, sirvió para dirigir un contundente mensaje hacia la interna del PJ: “La jefa soy yo”, les dijo, respaldada por la avalancha de votos que su presencia obtuvo para los candidatos del FPV en distritos hostiles como Catamarca, Santa Fe y Chubut.


Desde entonces, ningún peronista en su sano juicio se anima a discutir la estrategia electoral que trazó la Casa Rosada.


La imposición de cuotas de participación en las listas para la juventud K, la imposición de listas adherentes que despiertan alergia en varios caciques distritales del conurbano, la acertada estrategia de lanzar a tres precandidatos en suelo porteño para instalar desde el vamos la idea de que el kirchnerismo competirá fuerte en la ciudad y la consagración de Daniel Filmus –el candidato que mejor medía en las encuestas–, forman parte de la frenética sucesión de decisiones tácticas expedidas por el comando central de campaña conducido en persona por CFK.


Los objetivos de esas martingalas electorales son múltiples: refuerzan las chances del proyecto, dinamitan los erráticos intentos opositores por constituir la oferta unificada con la que sueñan los enemigos del proyecto K, y ratifican el liderazgo de la Presidenta en un espacio cuyos intereses son tan heterogéneos como las personas que lo conforman, pero que, puestos a escoger, eligen quedarse donde calienta el sol.


Y el astro, hasta ahora, sigue entibiando el proyecto K.


Una prueba: al menos tres encuestas difundidas esta semana coinciden en que la gestión presidencial supera el 50 por ciento de adhesión. Sólo ese dato alimenta la natural expectativa sobre un eventual lanzamiento a la reelección.


Pero en la Casa Rosada saben que no tienen por qué apurarse.


Por ahora, mantener la incógnita de esa candidatura cantada sirve para evitar desgastes innecesarios y prolongar los efectos de aquel mensaje que, erróneamente, los medios tradicionales imaginaron sólo destinado a Moyano: con cada elección que gana sin ser candidata, la Presidenta ratifica que los votos son del modelo, de esa construcción colectiva que nació como una sociedad de dos, pero que se extendió a aquella multitud transversal que lloró la muerte de Kirchner en la Plaza de Mayo, en los pañuelos de madres y abuelas, en la lealtad de los artistas que le cantan y los obreros que lo apuntalan, en los empresarios que comprendieron la necesidad estratégica de incluir para ganar.


No fue casual que los pibes de La Cámpora escogieran a un héroe colectivo como el Eternauta para ilustrar ese persistente fenómeno político de masas que irrumpió hace ocho años y que se llama “kirchnerismo” por la azarosa asociación con el apellido que lo alumbró. Y que aún tiene a una socia fundadora como legítima conductora._




por Adrián Murano




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OPINIONES :




Martín Sabbatella


Diputado Nuevo Encuentro


“La oposición pretendió mostrar que Cristina Fernández tenía dificultades para gestionar o hacerse cargo de un proyecto político. Un plan que se desarticuló rápidamente porque todo el mundo sabe que se trata de un cuadro extraordinario. Ella conjuga su liderazgo con convicciones firmes, capacidad estratégica, fuerte legitimidad y aceptación popular. Como ya lo hizo Néstor Kirchner tiemo atrás, la Presidenta supo poner la política como eje central de su gobierno e interpelar permanentemente al statu quo generando debates necesarios para el desarrollo de una sociedad.”




Ricardo Rouvier


Consultor


“Cristina es una militante desde muy joven y lo que ahora se está destacando es que es un cuadro político de primer nivel. La elección del candidato en la ciudad de Buenos Aires demuestra su capacidad de equilibrar la información sobre el que más medía y sobre la militancia y la posibilidad de aunar voluntades. Los que dicen que es la sombra de Néstor Kirchner se equivocan. Tiene luz propia y un discurso firme, articulador de las preferencias sociales y de generación de equipos de primer nivel que la acompañan, dejando a la vista su intención de pensar estratégicamente el país del futuro.”




Sebastián Etchemendy


Profesor Univ. Di Tella


“La teoría del doble comando era insostenible. La sanción de la nueva ley de medios o la reforma previsional fueron medidas políticas efectivas que perciben con claridad los votantes. CFK sabe administrar las coyunturas políticas y los logros de gestión. Es una figura con mirada nacional que no se compara con ningún referente opositor . Su estructura, sostenida sobre la base territorial, el poder de los intendentes, los movimientos sociales, los sindicatos y la juventud, dan luz sobre su capacidad de construir en el tiempo, respaldada por políticas públicas concretas.”




Doris Capurro


Socióloga / Ibarómetro


“Escuché a muchos analistas decir que Cristina no había tomado ninguna decisión importante luego de la muerte de Kirchner. Y muchos hechos lo desmienten: la creación del Ministerio de Seguridad, la Asignación Universal para Embarazadas, el envío del proyecto para limitar la extranjerización de tierras, son algunos ejemplos. Lo mismo en términos políticos. Hizo competir en la ciudad a dos ministros y un senador de su espacio, fortaleciendo la unidad del espacio kirchnerista en el distrito. Ella es la imagen de la continuidad y el cambio, es la líder indiscutida.”


EL KIRCHNERISMO Y LO QUE ESTÁ EN DISPUTA, por Ricardo Forster (para "Veintitrés")




por Ricardo Forster, para "Veintitrés".


Al compás del crecimiento de la figura de Cristina, de su consolidación hacia adentro y hacia afuera, comienza a emerger con fuerza la idea del kirchnerismo como un espacio frentista. Las cartas están echadas. Finalmente se descorrió el velo que cubría de cierto misterio las candidaturas del Frente para la Victoria.


Seremos testigos, a partir de ahora, de una campaña surcada de lado a lado por la confrontación de dos proyectos alternativos no sólo de ciudad sino también de país. Seguramente los porteños asistiremos a lo que parece avizorarse como un clásico de resolución apasionante allí donde la derecha, con su candidato bailarín, intentará abroquelarse ante la imposibilidad de dar una pelea a nivel nacional por lo raquítico de su intención de votos y por lo superfluo de sus propuestas que no despiertan ningún entusiasmo; y los candidatos del kirchnerismo que, como nunca antes, tendrán la oportunidad de disputar, con chances ciertas, una ciudad que parecía haberles dado la espalda para elegir, como opción, a una derecha pobre en casi todos los terrenos: el de las ideas y el de la gestión.

Desafío, entonces, de quienes han sido elegidos para llevar adelante una campaña en la que tendrán que sortear el duro muro del sentido común prejuicioso astutamente levantado por la corporación mediática que ha encontrado en una parte significativa de la clase media a su “virtuoso” portador.

Tal vez por eso, las semanas que nos separan del 10 de julio estarán atravesadas por una puja electoral bastante ideologizada en la que la política podrá recobrar una intensidad que en la ciudad parecía haber perdido de la mano del berretismo expresivo del macrismo que no sabe apelar a otra cosa que a la música bailantera y a los globos de colores.

La elección de la fórmula Filmus-Tomada para disputar contra la derecha macrista la ciudad de Buenos Aires constituye, además de un acierto político, una más que significativa señal respecto de las fuerzas que van definiendo el perfil del kirchnerismo.

Si a la decisión de Cristina Fernández (que se correspondió en gran medida con las aspiraciones y los deseos de la militancia porteña) le agregamos el triunfo de Agustín Rossi en las internas abiertas del PJ santafesino posicionándolo como una opción clara en una provincia que se caracterizó, durante los meses del conflicto por la 125, por su beligerancia antigubernamental y por la densidad del prejuicio contra los Kirchner que pareció, en un momento, incendiar la provincia de acuerdo a los deseos de la corporación agromediática, el cuadro político ha adquirido una fisonomía muy interesante apuntalando, dentro del frente oficialista, a aquellos que más y mejor representan lo nuevo y lo propio de lo inaugurado en mayo de 2003.

El triunfo de Rossi tiene, además, un plus: haber sido el resultado de la activa participación militante y de los votos masivos de una parte importante de los santafesinos que supieron reconocer en él a un genuino exponente de lo mejor del kirchnerismo.

En la ciudad de Buenos Aires quien asumió el peso de la decisión fue Cristina convertida en el gran árbitro de una interna que no se pudo plasmar de otro modo restándole, en este sentido, potencia a la participación militante que tuvo que aguardar, casi hasta el último día, que, desde las esferas más altas, se decidiera una fórmula que, si bien representa cabalmente las aspiraciones generales, podía haber sucedido de diferente manera.

En este caso, primaron la agudeza y la inteligencia política de Cristina y, seguramente, la perspectiva impulsada por ella de consolidar un perfil kirchnerista capaz de ampliar el marco de los sectores que confluyen en el Frente para la Victoria. Lejos de encriptarla en el espacio del peronismo supo darle, a la fórmula porteña, un perfil que representa más y mejor la diversidad política de la ciudad. Un aire a una transversalidad de nuevo tipo, capaz de sacar las consecuencias críticas de su primera versión fallida, revolotea alrededor de la oferta electoral decidida por la Presidenta de la Nación. Una fórmula en la que se puede leer una perspectiva de más amplio alcance que apuntala, junto con la elección de Rossi en Santa Fe y la aceptación de la colectora que lleva a Martín Sabbatella en la provincia de Buenos Aires, la potenciación de un kirchnerismo que busca ofrecerse como un ámbito de confluencias y no sólo como expresión sesgada del pejotismo; de un kirchnerismo capaz de reconstruir, bajo nuevas condiciones y con aprendizajes ofrecidos por la historia, la tradición emancipatoria, esa que recoge en su interior las voces y las memorias de todos aquellos que se sintieron interpelados por las exigencias de igualdad y de justicia. ¿Acaso una señal para después de las elecciones de octubre?

Néstor, seguramente, esbozaría una sonrisa pícara ante la manera como se van acomodando las piezas principales en el interior del kirchnerismo.Pero, y esto también constituye una señal elocuente del humor con el que Cristina encara este tramo de su liderazgo, lo que se buscó con la fórmula Filmus-Tomada es dar una batalla con posibilidades ciertas de ganarle a la derecha la ciudad y haciéndolo desde la perspectiva de un espacio capaz de nuclear las tradiciones democrático populares que habitan Buenos Aires.

Hay en esa confluencia un enriquecimiento del eje peronista del kirchnerismo, una ampliación de su base de sustentación y una apertura a otros sectores que amplifican una experiencia político-cultural que está cambiando la escena argentina como hacía mucho tiempo que no ocurría.Si quisiéramos buscar lo más propio del proyecto iniciado por Néstor Kirchner, su impulso de una renovación política fundamental en el interior del propio peronismo, lo que sucedió en Santa Fe con el triunfo de Rossi y la, en gran medida inesperada, decisión de Cristina al darle esos nombres a la fórmula del FPV, constituyen los datos sobresalientes de hacia dónde va orientando su perfil político el kirchnerismo.

De ahí, también, la preocupación de la derecha mediática que no deja de “alertar”, como lo hace insistentemente el inefable golpista Mariano Grondona cada domingo desde La Nación, con respecto al regreso de los montoneros. Un tufo a macartismo anacrónico y apolillado acompaña los exabruptos del diario de los Mitre. Con un giro más pesimista, su compañero de página dominguera, Morales Solá, da por descontado el triunfo de Cristina y anuncia, con aires temblorosos, el peligro de una supuesta reforma constitucional para perpetuarla en el poder más allá del 2015.

La derecha periodística parece haber renunciado a octubre y comienza a apuntar sus cañones al día después temiendo, con intuición acertada, que el Gobierno irá por la profundización de lo desarrollado en estos ocho años.Viendo cómo decrecen exponencialmente sus posibilidades de articular una oposición con chances de disputar a nivel nacional, los medios hegemónicos buscan consolidar, al menos, una cabeza de playa en la Capital Federal impulsando por un lado la candidatura de Mauricio Macri y, por el otro, tratando de apuntalar a Pino Solanas para desplazar a Filmus del ballottage.

El objetivo menguado de las corporaciones, salvo el optimismo fantasioso de algún medio conservador que todavía alucina con derrotar a Cristina en octubre, es consolidar una oposición en los centros urbanos principales (Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Mendoza) para, desde allí, comenzar, el día siguiente a las elecciones presidenciales, el trabajo de debilitamiento señalando, como principal caballito de batalla, que el kirchnerismo sólo triunfa allí donde reina el clientelismo de los gobernadores o de los intendentes, mientras que en los espacios urbanos por donde circula, supuestamente, la savia democrática lo que se pone de manifiesto es el rechazo al populismo. Poca cosa les queda después de haber imaginado, entre el voto no positivo del ya invisible Cobos y el triunfo opositor de junio de 2009, que apenas se trataba de soplar para que acabara de caerse el gobierno nacional.

No comprendieron la fuerza de un proyecto que logró sobreponerse doblando la apuesta y reconstruyendo su base de sustentación social. Le temen, en todo caso, a la consolidación, en el interior del FPV, de aquellas corrientes que expresan con mayor claridad y consecuencia las perspectivas transformadoras. Ellos preferirían que los emergentes del triunfo casi inevitable de Cristina fuesen los Scioli o los Urtubey, no los Rossi o los Filmus.

Es por eso que las elecciones en la ciudad de Buenos Aires, el escenario principal por el que pasa la vida política argentina, son un centro neurálgico de la disputa por el sentido y un eslabón clave, también, en la lucha por la hegemonía cultural que, a decir de Beatriz Sarlo, ha sido ganada, hasta ahora, por el kirchnerismo (astuta jugada la de Sarlo que sabe perfectamente que la construcción de una nueva hegemonía cultural no es algo que se haga de la noche a la mañana ni el resultado ya consolidado de una disputa no concluida).

En Buenos Aires se expresa, y esto resulta clave en el interior de esta querella por la hegemonía cultural, una puja entre el modelo de la derecha neoliberal, modelo esperpéntico que no ha sabido ni siquiera gestionar mínimamente la ciudad, y la expansión, en el corazón del poder simbólico del país, ese donde sigue dominando, al menos hasta ahora, el relato del prejuicio y el cualunquismo mediático, de un proyecto que ha sabido reconstruir no sólo la vida política, brutalmente desguazada por el experimento destructivo de los años ’90, sino que lo ha hecho revitalizando las tradiciones populares y emancipatorias, devolviendo lo que había sido rapiñado por una época inclemente para esas tradiciones.

En todo caso, en Buenos Aires se ha abierto nuevamente la oportunidad de entablar un debate capaz de enhebrar lo propio de la ciudad, aquello que tiene que ver con las circunstancias tan particulares de los porteños, con los cambios que vienen sacudiendo al país. La elección de la fórmula Filmus-Tomada da cuenta de la relevancia de este momento político allí donde se priorizó tanto un binomio potente y con posibilidades ciertas de ganar, con la construcción de una fuerza capaz de apuntalar la consolidación del kirchnerismo en su mejor proyección.

Difícilmente alguien pueda discutir el perfil nacional, popular, democrático y progresista de los candidatos del FPV, perfil que dificultará la estrategia hasta ahora seguida por Pino Solanas de dirigir todos sus dardos petardistas contra el gobierno nacional afirmando, como viene haciéndolo desde el conflicto de la 125 en el que jugó, junto con su fuerza política, a favor de la Mesa de Enlace y de los intereses concentrados de la renta agraria, que el kirchnerismo es la continuidad, bajo otra máscara, del menemismo.

Pino tendrá que buscar otra retórica si es que no quiere seguir haciéndole el juego a la derecha. Sería bueno y saludable que eso ocurriera y que a Proyecto Sur le interesara más confrontar con el macrismo, el verdadero contrincante del campo popular, que con el FPV.Al compás del crecimiento de la figura de Cristina, de su consolidación hacia adentro y hacia afuera, lo que también comienza a emerger con fuerza es la idea del kirchnerismo como un espacio frentista capaz de aglutinar a los mejores exponentes de las tradiciones populares ampliando las bases de sustentación social y política de un proyecto que no parece haber encontrado todavía su techo.

La derecha, que entre nosotros ha sido siempre implacable buscando de diversos modos destituir las iniciativas igualitaristas, intentará, al menos y aunque su candidato no le despierta ningún apasionamiento, abroquelarse alrededor de Mauricio Macri. Con él, o tal vez a pesar de su ineptitud, buscarán frenar el avance del kirchnerismo en la ciudad. Contra eso tendrán que salir con fuerza, inteligencia y audacia Daniel Filmus y Carlos Tomada a ofrecer a la ciudadanía de Buenos Aires la oportunidad de unirse al proyecto de transformación que viene desplegándose en el país, un proyecto cuyo norte es el de la distribución más equitativa de los bienes materiales y simbólicos.

Publicado en :
http://www.diariochaco.com/noticia.php?numero=98970

Publicación original en :
http://veintitres.elargentino.com/nota-2795-politica-El-kirchnerismo-y-lo-que-esta-en-disputa.html

¿POR QUÉ CON USTED NO, SARLO ?, por Hernán Brienza (para "Tiempo Argentino" del 29-05-11)

Publicado en TIEMPO AREGTNINO el 29 de Mayo de 2011
Por Hernán Brienza

Del ‘conmigo no’ –no ya de Sarlo, obviamente– al ‘vos sos bienvenido’ de Macri hay hilo conductor. Y es la desigualdad y la jerarquía. Lo que nos dice Macri es que él, que es el monarca, nos dice a los porteños que esta ciudad es suya.

Interesante el debate que se armó esta semana durante el programa 6,7,8. Pero también la polémica que se desató a partir de la idea que traccionó toda la polémica. Lo más interesante es cómo la lógica televisiva –la del no debate, la no polémica, la no argumentación– ganó la pulseada.
Es decir, en la calle, en los bares, en los medios de comunicación –con patética barrabrava en Radio Mitre mediante– se vivió el debate como un simple River-Boca dialéctico. Resultado de ese fenómeno fue que lo único que se registró del debate es el “conmigo no, Barone” que pronunció Beatriz Sarlo.

(Digresión 1: ¿Que todos los medios hayan reparado respecto de todo el debate sólo en esa frase se debe sólo a una imposibilidad para conceptualizar todo el resto del programa?)

Lo cierto es que el “conmigo no, Barone” es mucho más significativo que lo todos creemos. Y con repregunta es aún más importante todavía: ¿Por qué con usted no, Sarlo?

Recordemos: Barone intenta preguntarle a Sarlo por los lugares desde los c uales emite su discurso. Es una pregunta con un cierto tufillo a chicana y a fiscalización, pero que tiene algo de oportunidad (sobre todo viniendo de un hombre que nunca escondió sus trabajos anteriores y que vive haciendo mea culpa innecesarios a diestra y siniestra) porque el mensaje también depende del emisor. No serían lo mismo las columnas de Sarlo en Tiempo Argentino, por ejemplo, que en La Nación. La intensidad de la crítica –el clima entusiasta de un diario u otro influye en la escritura– es reforzada, utilizada, manoseada por el lugar desde donde se emite. Y tampoco se escribe –ni se piensa– de la misma manera según el soporte desde el cual se lo haga.

Entonces, Sarlo, sin dejar terminar una pregunta que merecía ser respondida y que además ella tenía argumentaciones suficientes para hacerlo, lo corta en seco y le dice: “No, Barone, conmigo, no, Barone.”La frase se ha convertido en un fetiche de aquellos –quizás más acostumbrados a analizar el mundo del espectáculo que la política– que no han podido escudriñar detrás de ese debate algunas cosas interesantes que se dijeron.
Pero hay algo que incluso en esas palabras hay mucho para interpretar:
1) ¿Por qué Sarlo no puede responder esa pregunta como cualquier otro mortal? ¿Qué es lo distintivo que tiene ella que le permite desestimar las preguntas de Barone? ¿Tiene “coronita” –va con humor– Sarlo que no puede soportar y contestar las chicanas del panelista?
2) La socióloga, ex marxista –como ella misma se definió–, apela a una dignidad extraña a la hora de darle un topetazo a Barone. Porque no se trata del “basta” de la víctima que sufre un atropello por parte del poderoso ni de quien está en minoría y necesita defenderse –aunque esa noche lo estuviera–.
El “conmigo no, Barone” apela a una dignidad superior por parte de quien lo emite. “Conmigo no, porque vos no me llegás a los talones”, “Conmigo no porque yo te doy vuelta como una media”, “Conmigo no porque yo soy una intelectual y académica reconocida y vos sos un simple periodista chicanero.” Desde ese lugar parte la frase de Sarlo espetada al rostro de Barone.
3) “Conmigo no” significa, también, con los otros sí. No es un grito solidario. Sólo es la enunciación de quien cree que tiene prerrogativas diferentes a los demás mortales. Es decir, Sarlo es una intelectual, una académica que demostró que con “un poco de esfuerzo” puede permitirse debatir con Ricardo Forster –para mí uno de los grandes intelectuales que comprende y hace pensar la actualidad a los demás– porque comparten el canon de libros que la academia ha convertido hoy en paradigma. El “conmigo no” no es un grito republicano… es apenas un reclamo aristocrático, monárquico, si se me permite la humorada.

(Digresión 2: Qué poco se habló de política/s de fondo en ese programa ¿no? ¿La discusión progresista sigue siendo una simple cuestión estética, de estilos, de manifestaciones culturales?)

II

¿Conmigo sí, señor Mauricio Macri? ¿Pero con quiénes no? Mientras Sarlo se autoexcluye, la campaña publicitaria del gobernador de la Ciudad de Buenos Aires nos discrimina a todos. Si yo soy bienvenido… ¿quiénes son los malvenidos? En su campaña, que podría titularse “Yo también tengo un amigo judío” o “No nos reímos de vos sino con vos”, Mauricio Macri nos dice que a pesar de que seamos unos negros de mierda, unos gordos cementerios de hamburguesas, unos homosexuales del culo, unos indios pata sucia, unos zurdos miserables, estudiantes de cuarta, paraboliquichuas malolientes… somos bienvenidos.
Gracias, señor Macri… Pero ya estábamos de antes. Y gracias por aclararnos que, a pesar de que somos lo terrible que somos, usted nos da la bienvenida. Incluso a mí… ¡¡que soy de River!!Del “conmigo no” –no ya de Sarlo, obviamente– al “vos sos bienvenido” hay hilo conductor. Y es la desigualdad y la jerarquía.
Lo que nos dice Macri es que él, que es el monarca, el dueño del país o la Ciudad, nos dice a los porteños, al vasallaje, a los simples habitantes del burgo, que esta ciudad que hicimos entre todos en realidad no es nuestra sino suya, y que puede determinar quién es bienvenido y quién no. Porque, si bien la campaña incluye todos los estereotipos, el “vos sos bienvenido” remite obligatoriamente al “ellos no son bienvenidos” ¿Quiénes son esos “ellos”, esos “otros” que no son bienvenidos?
Marche un INADI rapidito para el publicista de Mauricio Macri…

III

Con todos los defectos que le achacan a 6,7,8, hay algo que no podrán decir de ese programa: jamás podrán decir que no es el espacio más democrático y plural de la televisión argentina. ¿Se imaginan ustedes a un invitado en TN cuestionando la forma en que hacen periodismo en ese canal?
¿Se imaginan a un columnista como Ernesto Tenembaum –como sí lo hizo en la revista Veintitrés– cuestionando con valentía la política de ocultamiento de la supuesta apropiación de Marcela y Felipe?
Resulta interesante cómo muchos que cuestionan por falta de democracia al gobierno en espacios afines ideológicamente al kirchnerismo, se quedan calladitos en sus puestos de trabajo sin cuestionar al grupo monopólico que los mantiene. Es fácil hacerse el bravucón en espacios donde se permite el disenso o donde impedir el disenso es más costoso que en lugares donde ese disenso está prohibido.
¿Por qué ninguno de los “grandes periodistas” de Clarín y La Nación cuestionan en Clarín o en La Nación los negocios, las políticas monopólicas, la infamia de Papel Prensa o la apropiación de hijos de desaparecidos durante la dictadura militar? Sin embargo, lo hacen en otros medios. Como dice Joan Manuel Serrat, “se agarran de los pelos pero para no ensuciar van a cagar a casa de otra gente”.
Contrariamente a todo lo que se dice, a todo lo que se piensa, el espacio cultural kirchnerista –con 6,7,8 incluido– es mucho más democrático y plural que el de los medios hegemónicos. Y algo mucho más valioso. Como debe legitimarse a través de las urnas es mucho más autorreflexivo, vive autocuestionándose y lo hace públicamente.
Por eso, muchos periodistas del espacio –aunque respeten las líneas editoriales, como en cualquier otro medio de prensa– tienen derecho –como lo tienen los medios hegemónicos, también– a meterse con cualquiera, incluso con los aristócratas del periodismo y de la intelectualidad argentina. Porque de eso se trata, claro. De terminar con las prerrogativas de cualquier tipo. Y de no andar robándose las sábanas entre fantasmas, claro.

Publicado en :
http://tiempo.elargentino.com/notas/%C2%BF-que-con-usted-no-sarlo

sábado, 28 de mayo de 2011

ENRIQUE ARCEO : "AMÉRICA LATINA DEBE ORIENTARSE A UN NUEVO MODELO", entrevista de Telémaco Subijana (para "Iniciativa" 24-05-11)

Arriba : Enrique Arceo junto al logo de la revista Iniciativa.





Enrique Arceo: “América Latina debe orientarse a un nuevo modelo mucho más centrado en la industrialización, el cambio de la estructura exportadora y con una muy fuerte presión del Estado”. Entrevista exclusiva de Iniciativa.

24 Mayo, 2011 , Iniciativa

Reportaje de Telémaco Subijana

Iniciativa entrevistó en exclusiva al reconocido economista Enrique Arceo. Nos brindó su opinión acerca de la crisis económica mundial iniciada en 2008 y su impacto en América Latina. También señaló el buen desempeño de las medidas adoptadas por nuestro país frente a la crisis, así como la necesidad de generar cambios estructurales en América Latina tendientes a profundizar el proceso de integración regional con un eje central en el desarrollo industrial.




Telémaco Subijana -¿Cuál es su evaluación del impacto de la crisis económica mundial iniciada en 2008 y de las medidas adoptadas por EEUU y los países europeos para resolverla?




Enrique Arceo -A tres años de la crisis es evidente que todavía sus impactos están presentes. Esto se manifiesta principalmente por el gigantesco desempleo. Hay una fuerte incertidumbre sobre la evolución de la economía europea y todavía no es clara la recuperación de Estados Unidos. La crisis ha sido profunda y todavía no se ha salido totalmente de ella, pese a las extraordinarias medidas tomadas en ese sentido, tanto en Estados Unidos como en Europa, que fueron los centros financieros de la crisis. De todas maneras, puede decirse que las medidas fueron insuficientes en muchos aspectos. Las mismas estuvieron dirigidas, fundamentalmente, a salvaguardar el sistema financiero. Los fondos dedicados a ese objetivo superan, en la mayoría de los países centrales, el 30% del PBI, mientras que las medidas fiscales orientadas a reactivar el empleo y la producción fueron muchísimo menores. Los 6 millones de hogares que, se supone, van a ser desalojados en Estados Unidos prácticamente no han recibido ayuda. Estas fueron medidas claramente direccionadas en un contexto en el que un capitalismo centrado en el capital financiero fue salvaguardado sin que se haya debilitado en lo sustancial el poder y la hegemonía del propio capital financiero. Por lo tanto, las medidas que se están tomando reflejan los intereses del capital financiero en Estados Unidos. Ha quedado claro que uno de los requerimientos de la administración Obama, fue no indagar en los bancos en que estaba interviniendo el Estado para salvarlos; recién ahora se están empezando algunas investigaciones en los hechos generales.
Se trata de una crisis muy profunda y deviene, básicamente, de un capitalismo en el que ha crecido constantemente la participación de los beneficios en el producto con caída de la inversión. Esto es un axioma de economía-macro, que cuando la suma del consumo de los capitalistas más la inversión de los capitalistas es superior a los beneficios, los beneficios caen y el producto no crece. Esto se ha “solucionado” mediante el endeudamiento de los hogares, sin frenar la inversión. Se ha recurrido al masivo endeudamiento de los hogares, como fuente última de incremento de la demanda. Obviamente hay límites para el endeudamiento de los hogares; y estos límites llegaron. Esto explica cómo estalló la crisis. Pero lo que me parece claro es que este capitalismo neoliberal, en el centro, no tiene alternativas en política económica. Por lo tanto, entró en un largo período de ajuste, sin recuperación plena, en un contexto en que ya desde 2000 la periferia realiza la mayor contribución al crecimiento. Este es un caso escandaloso: la periferia impulsa el crecimiento pero evidentemente no tiene condiciones para asumir la hegemonía. Esto indica que estamos entrando en una fase de transición económica que, como señalaba Arbegui, lleva 30 años y en general han estado acompañadas de violencia y de complejas acomodaciones entre las potencias. Los primeros coletazos de esto son hoy la xenofobia y el nacionalismo renacido en Europa.




T.S. -¿Cómo avizora el ordenamiento del sistema económico mundial?



E.A. -Nadie preveía el estallido del mundo árabe. Creo que se van a agudizar las contradicciones entre los países centrales que pueden evolucionar como hasta ahora a la derecha, o pueden evolucionar de forma distinta a lo largo de un cambio de fuerzas sociales, que se va a dar inevitablemente. Pienso que la competencia de China pesa crecientemente sobre los sectores industriales de la periferia y que, por lo tanto, los que puedan van a tener que hacer política industrial en serio. Esto supone el fin de los consensos macroeconómicos basados en el neoliberalismo; ya lo estamos viviendo, en mayor o menor medida, en todos los países, pero creo que se va a acentuar. Ahora está por verse cuál es el resultado final de todo esto.




T.S. -A fines de 2010 se empezaba a hablar de una posible guerra de divisas y de enfrentamientos comerciales, ¿cree que nos encontramos ante una pérdida de hegemonía del dólar?



E.A. -El dólar sigue siendo la moneda hegemónica. Los problemas estructurales que tiene la Europa del euro impiden que en el corto plazo sea una alternativa. Ni el yuan ni el euro son una alternativa hoy. La hegemonía del dólar, su peso en términos globales va a ir cayendo, pero esto no quiere decir el fin de la hegemonía del dólar. Lo que sí es claro es que la respuesta más clara que tiene Estados Unidos a su crisis es la revaluación de la moneda china, o sea la “guerra de divisas”. Esto, en la magnitud que lo exige, el 30 o 40%, significa el fin del proceso de industrialización china. Creo que ahí está uno de los nudos del enfrentamiento en los próximos años. A China no le van a quebrar el brazo, sobre todo porque Estados Unidos está bastante solo en esto, ya que una recesión brutal de China implica una recesión muy fuerte en la economía mundial y no se ve muy bien cuales son las potencias que podrían acompañarlo. Este cuadro debilita las posiciones de Estados Unidos pero considero que va a haber una constante inestabilidad en cuanto a la paridad de las monedas, con enfrentamientos muy fuertes en torno a la paridad. Evidentemente, lo que quiere Estados Unidos, a través del G-20, es que se establezcan algunos criterios respecto de lo razonable de ciertos excedentes para poder presionar a China hacia una revaluación de su moneda y esto podría ser suicida para todos los países periféricos que, como la Argentina, basa en buena medida sus políticas -porque no tienen suficiente protección aduanera- en la devaluación de su moneda. Esto puede ocasionar un enfrentamiento fuerte en el futuro.



T.S. -¿Cuál es el papel relativo de Estados Unidos en la economía mundial?



E.A. -Sigue siendo la potencia hegemónica. Estados Unidos está perdiendo peso en la economía mundial y creo que lo va a seguir perdiendo. Ahora bien; Estados Unidos tiene 600 bases militares en 100 países. Creo que uno de los riesgos que tiene el mundo es que Estados Unidos trate de compensar con la intervención militar, como siempre ha hecho, su lenta, complicada y no lineal caída de peso en la economía y de pérdida de hegemonía relativa.



T.S. -Es lo que usted escribía sobre el Gobierno de Bush con respecto al atentado del 11 Septiembre de 2001 en EEUU en cuanto ha utilizado este acontecimiento y establecido su “guerra contra el terrorismo” para dar continuidad a sus políticas expansivas en términos militares. ¿Hubo alguna diferencia con la administración de Obama en este sentido?




E.A. -No ha habido diferencias. Tradicionalmente el Partido Demócrata ha sido el partido más ligado al capital financiero. Creo que Obama ha hecho honor, trágicamente o no, a esa tradición. La política de Obama es claramente la del capital financiero y creo que la política exterior de Obama no se ha diferenciado sustancialmente de la política de Bush. En realidad, cuando yo hablo de la permanencia de la hegemonía del capital financiero, estoy hablando de esto. Por lo tanto, creo que no hay que tener muchas esperanzas en Obama y el panorama político en Estados Unidos es bastante oscuro por el Tea Party y, porque igual que en Europa, existe un viraje hacia la derecha.




T.S. -Usted hablaba del capitalismo financiero y mucho se habló en relación a reestructurar el sistema financiero internacional, ¿qué opina de esta iniciativa?




E.A. -Lo que hoy estamos discutiendo es eso. Ahora, me planteo el problema de si hay necesidad de hacerlo. Los países periféricos tenemos necesidades, los sectores populares tienen necesidades, pero esa no es una necesidad hoy del capital financiero. Hoy por hoy el capital financiero es hegemónico. En definitiva, son las relaciones de fuerzas políticas y sociales las que deciden los rumbos a seguir y no las necesidades objetivas. Son necesidades de clase.




T.S. -¿Cuál fue el impacto de la crisis en Argentina y como evaluó el desempeño del plan anticrisis que se llevó adelante en el país?




E.A. -Creo que el desempeño de la Argentina en la crisis fue honorable. Se manejó bien, sin romper los esquemas básicos en que el manejo de la crisis se ha llevado adelante en toda América Latina. Se procuró sostener el empleo y se logró bien. Se han subsidiado a las transnacionales y eso depende y refleja la estructura interna de poder, la estructura económica y el peso que tienen las transnacionales. Pero como desempeño frente a la crisis creo que ha sido razonablemente bueno.




T.S. -¿Cuál es la participación de América Latina en el mercado mundial?



E.A. -El peso de América Latina en el mercado mundial está cayendo. El ingreso per cápita se ha alejado del de EEUU, su peso en la economía mundial ha caído. Todo esto, en un marco en el que los que ganaron en la periferia, los que aumentaron su participación en la economía mundial, fueron los países del este de Asia. En definitiva, el del 10 % de participación en el producto que el centro ha perdido fue ganado enteramente por el este de Asia. América Latina ha tenido un mal desempeño en las últimas décadas del siglo pasado. En los últimos años se ha crecido muy fuertemente con un aumento de las exportaciones muy alto en términos corrientes, pero el crecimiento del producto de América Latina ha sido mucho menor que en el este de Asia. Ocurre que en esa región se está dando un proceso de industrialización con una transformación estructural muy acelerada que se traduce en un aumento de productividad cuatro veces superior al de América Latina. Por lo tanto, cuando hay un proceso de industrialización de esta envergadura, a igual crecimiento de las exportaciones, el crecimiento del producto es mayor. América Latina, anclado en las exportaciones primarias o en la producción del tipo de maquilas –el caso de México y parte de América Central-, tiene crecimientos muy bajos de la productividad y va a sufrir en los niveles de empleo por la competencia china. Creo que América Latina va a tener que definir una estrategia frente a este escenario. Seguramente los únicos que tienen intereses al respecto son los sectores populares por lo que hay que mirar qué fuerza pueden adquirir, en este sentido, para diseñar una estrategia autónoma para América Latina.




T.S. -Ante la profundización de la integración política de América Latina ¿Qué desafíos percibe en relación a la integración económica de la región?




E.A. -En primer lugar, el MERCOSUR, que es el núcleo de integración, fue pensado para crear un espacio común para las trasnacionales. En segundo lugar, a medida que los países de América Latina se re-primarizan, predominan sus relaciones con los grandes consumidores de productos primarios (hoy, el sudeste asiático) por sobre sus relaciones internas. En este sentido, creo que el viraje que debe tomar el MERCOSUR es el de una integración que incorpore a Venezuela, Ecuador, Bolivia, etc. en base a un proyecto común de industrialización. Una integración en que se le otorguen los espacios que necesitan a Uruguay, Paraguay, etc. en un proceso común de industrialización. Creo que se están dando algunos pasos -se dieron bajo el gobierno de Lula algunos pasos- pero son insuficientes. Falta una política argentina en este sentido. Considero que la integración, en estas condiciones, no es un sustituto de un proceso de industrialización y de cambio estructural. En realidad, la integración, sigue la evolución de Argentina y Brasil, en el MERCOSUR, en el que Brasil tiene un peso creciente en el sector primario. En nuestro país hemos tenido un proceso de relativa industrialización sin la incorporación de nuevas actividades fundamentales. Si esto no es superado, los límites que tiene una plena integración son muy fuertes.
Si uno quiere tener la industria de aviación que tiene Brasil, no la puede tener solo a nivel latinoamericano. El mercado interno y el mercado regional son importantes para un proceso de industrialización, pero este proceso no puede estar desconectado del mundo. En definitiva, tenemos que lograr una industrialización que nos haga competitivos en sectores en los que aún no son competitivos los países del sudeste asiático. Desde la aviación (con Brasil a la cabeza), buena parte de los medicamentos, algunas áreas de biotecnología y química, etc. Estamos tan desindustrializados que cuando en América Latina crecen las exportaciones, el producto crece un poco y las importaciones más que el producto y las exportaciones. En estas condiciones, pensar que no tenemos que profundizar la oferta industrial y, al mismo tiempo, expandir la oferta de exportaciones industriales, es suicida. No lo vamos a lograr nosotros mismos.
En relación al temor de un estrangulamiento externo como ocurría durante el proceso de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI), en América Latina ahora tenemos un ciclo similar de Stop and Go, pero por razones distintas. Esto es alargado por las mejoras en los términos de intercambio, pero en términos constantes, si tomamos América Latina en su conjunto, el balance en cuenta corriente se empieza a deteriorar ya en 1995 y fue sostenido por los términos de intercambio. Es un Stop and Go distinto porque durante la ISI se daba por el crecimiento industrial que demandaba insumos y bienes de capital. Este es un Stop and Go porque la estructura industrial no se modifica al mismo ritmo de la demanda. Seguramente América Latina tendrá que hacer como hizo el sudeste asiático, que combinó sustitución de importaciones con promoción de exportaciones. Estos son dos elementos centrales en cualquier estrategia de crecimiento.




T.S. -¿Cuáles son las medidas necesarias para lograr esta estrategia de crecimiento?



E.A. -Es un problema de construcción política. Se deberá lograr en base a la movilización y organización de los sectores populares y, de esta manera, realizar una planificación económica tendiente a priorizar una serie de actividades productivas. Pero esto no puede estar separado de reformas del sistema impositivo, de la reconstrucción de los estados con capacidad de intervenir en la política económica industrial. Se trata, por ejemplo, de que los estados tengan industrialistas. Es una tarea compleja y uno tiene la impresión de que los estados todavía son débiles para realizarla.
En América Latina predominan dos grandes modelos y la posibilidad de un tercero. Uno de ellos se apoya en las exportaciones y deja afuera a millones de habitantes; un modelo que también tiene el límite de la frontera de la tierra que en pocos años no tendrá donde extenderse. El otro modelo consiste en aprovechar para repartir e impulsar el mercado interno. Los límites que encuentra este segundo modelo, por sus requerimientos, llevan a un tercer modelo. América Latina debe orientarse a un nuevo modelo mucho más centrado en la industrialización, el cambio de la estructura exportadora y con una muy fuerte presión del Estado. Esto último, porque es muy difícil llevar adelante este proyecto con un 70% de la producción industrial en manos de las trasnacionales. No digo que haya que comprarlas, sino que hay que crear empresas públicas sociales que cumplan la función de desarrollar las nuevas actividades.




T.S. -En relación a los BRIC, ¿cómo repercute el papel de China en América Latina?



E.A. -Se podría decir que China intenta desarrollar una expansión al estilo inglés constituyéndose como un motor industrial y realizando inversiones externas para controlar las fuentes de materias primas. Un país y una región pueden insertarse en ese modelo pasivamente, como hizo Argentina con Inglaterra a fines del siglo XIX y durante las primeras décadas del XX, o bien se puede tratar de aprovechar el modelo chino para devenir en productor industrial, como hizo EEUU con Inglaterra en el mismo período del ejemplo anterior. Pienso que China va a ejercer una muy fuerte presión sobre América Latina y hay que tener cuidado porque esto juega a favor de nuestra primarización si no sabemos jugar otra carta.




T.S. -¿Y con respecto a Brasil?




E.A. -Brasil se constituye como un actor clave. Tiene la hegemonía en América del Sur y su suerte será la suerte de toda la región. Lo que habrá que seguir es cómo estas contradicciones que venimos señalando se van desarrollando en Brasil y cómo desde los otros países de la región podemos presionar en un sentido acorde a los intereses conjuntos de América Latina. Brasil es un actor central, ha hecho mucho por mantener el MERCOSUR pero tendrá que pasar a otro esquema de integración. América Latina necesita que ocurra eso pero es difícil si no tiene socios activos. Por ejemplo, para participar del desarrollo de la aviación brasilera, tenemos que generar, en nuestro país, una industria de aviación nacional. Lo mismo en el desarrollo de nuevas actividades complementarias.




T.S. -¿Y en ese sentido que opina en relación a la idea de creación de un Banco del Sur?




E.A. -Creo que es factible y necesario porque no podemos depender de la financiación del BID. El problema, de nuevo, es el papel de Brasil. Es importante que no sienta que la creación de un Banco del Sur será una competencia para su Banco de Desarrollo. Será cuestión de que las negociaciones, que van lentas, den cuenta de esto.

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