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lunes, 4 de abril de 2011

QUERIDO ALBERTO , por Juan Chaneton (Correo de lectores de "Tiempo Argentino" del 04-04-11)




Publicado en el Correo de lectores de TIEMPO ARGENTINO el 4 de Abril de 2011

Por Juan Chaneton

DNI: 4622487. maldoror61@yahoo.com.ar

Lo que viene a continuación está lejos de ser una vil lisonja. Por el contrario, constituye, puntualmente, algo de lo que pienso de ese excelente diario: sos uno de los tres mejores columnistas de Tiempo. Los otros dos serán omitidos hoy. Es mi opinión. Sirva este párrafo de introito, de exordio o de acto preparatorio para el delito que me propongo perpetrar. Es el siguiente. Vos decís: “Desde una óptica estrictamente marxista el kirchnerismo tiene costados obviamente criticables…”. Discrepo. En primer lugar, porque no hay “ópticas estrictamente marxistas” en abstracto. El marxismo no es un recetario de lo que hay que hacer en cualquier tiempo y lugar. Eso sería dogma stalinista y así lo entiende Altamira y su sagrada familia de pitrolas y ramales, que no ganan una elección ni en sus propios sindicatos. Pero bueno… Que no nos sorprenda nada de Wermuz, que huyó en 1975 a cobijarse a casa de su hermano en Brasil y volvió en 1983, cuando ya su pellejo estaba a salvo. En el entretanto, peroró desde Ipanema acerca de tácticas y estrategias y acerca de lo que debía hacerse acá, en el campo de batalla del cual él había huido. La culminación de tanta lucidez fue el apoyo a la “guerra antiimperialista” de Galtieri. En segundo lugar, el marxismo no es un dogma sino una guía para no perderse en el magma confuso y complejo de los asuntos filosóficos y políticos que deberemos resolver algún día para que la redención sea posible con la llegada del mesías (terminología benjaminiana, esta). En tercer lugar, y como epifenómeno de lo anterior, el marxismo lo único que puede decirnos hoy es que la singularidad argentina (el análisis concreto de la situación concreta, según Lenin) consiste en que entre 1975 (Celestino Rodrigo) y 2003 (asume Kirchner) el terrorismo de Estado y el neoliberalismo acabaron con el “sujeto histórico” de la revolución socialista. En cuarto lugar, Kirchner viene a desmentir a Fukuyama (no hay fin de la Historia) y a Jeremy Rifkin (no hay “fin del trabajo”). Kirchner recompone –con sus políticas productivistas– al actor social invisibilizado por los alumnos de Von Misses y Hayek. Kirchner repone a la “asamblea en puerta de fábrica” (es una metáfora) como protagonista insoslayable del contencioso político y social que vive hoy la Argentina. Ese fue su aporte y el de este modelo. Las políticas que lleva adelante Cristina Fernández hoy, están más en línea con la concepción evolutiva progresiva de los asuntos humanos propia del materialismo histórico que todas las tonterías que graznan a coro los que anteayer se exiliaron preventivamente y ayer mandaron a los chicos de la escuela a enfrentarse con los criminales a sueldo de Pedraza. Porque, ahí, mi querido compañero de militancia gremial en los años de la dictadura (eso fuiste vos también, Alberto Dearriba), no estuvieron ni Ramal, ni Pitrola, ni José Saúl Wermuz, ni Rafael Santos. Estos son los “lenines” del “Partido Obrero” y, ya se sabe, enfrentan al enemigo de clase, pero administrándose. De modo que, desde una óptica estrictamente marxista, te mando un abrazo y un agradecimiento profundo por tus análisis precisos, concretos e ilustrativos, en los cuales el periodista no es la noticia sino que vos sabés poner a esta por delante, y el lector agradecido. Eso lo saben hacer sólo los periodistas de raza, los profesionales. Harina de otro costal será saber qué haremos cuando este modelo toque su techo. Habrá llegado el turno, si ese es el caso, de enriquecer el léxico con sintagmas tales como reforma agraria, reforma urbana, área de propiedad del pueblo, o como quiera que resulte la forma y el concepto del lenguaje nuevo, pues las fuerzas productivas de esta formación social llamada Argentina se habrán desarrollado ya demasiado (por obra de este modelo kirchnerista) como para ser contenidas dentro de las relaciones de producción existentes. De formas de desarrollo de esas fuerzas productivas, las relaciones de producción devendrán trabas suyas. Se abrirá, así, una época de revolución social (estoy citando de memoria en este instante). Esto es marxismo. Esto y lo que, sin saberlo, nos proporciona este modelo. Lo otro es retórica hueca, luchismo vacío de voluntad, estafa a militantes de base de buena fe.

Publicado en : http://tiempo.elargentino.com/notas/querido-alberto

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