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lunes, 7 de febrero de 2011

LAS DESMESURAS Y AGONÍAS DE LA OPOSICIÓN, por Jorge Giles (para "Miradas al Sur" del 06-02-11)



Miradas al Sur. Año 3. Edición número 142. Domingo 6 de febero de 2011
Por
Jorge Giles
jgiles@miradasalsur.com



La postulación del cómico Miguel del Sel, confeso menemista, duhaldista y macrista, como candidato a gobernador santafesino por el PRO de Mauricio Macri, es la expresión de una agonía política. La misma agonía que reemplazó a la política en tiempos de vaciamiento cultural y económico del menemismo.
Es la farsa de la política llevada al límite del paroxismo. Pero si el contexto de aquel país de los noventa explicaba estas maniobras de la farándula empresaria y politiquera, este país de ahora, esta región, este mundo que está cambiando dramáticamente, lo vuelve irremediablemente grotesco.
Es la derecha en su hora de vaciamiento más impresionista. La cínica mirada de Elisa Carrió en el programa de Mirtha Legrand, anticipando gestualmente el fusilamiento verbal que acometería luego contra el sentimiento de una buena parte del pueblo, al asegurar que las exequias de Néstor Kirchner fueron un espectáculo montado por el grupo artístico Fuerza Bruta, fue otra expresión de la agonía política de esa derecha impotente.
Impotente en términos políticos, porque no ofrece nada de nada, ningún programa superador de este proyecto de país que gobierna y lidera Cristina Fernández de Kirchner.I
mpotente en términos de calidad humana, porque lanzar semejante ofensa contra los miles y miles de hombres y mujeres, jóvenes y viejos, el piberío que lloró la muerte del ex presidente como no se recuerda desde las exequias de Eva Perón, es demostrativo que no sólo se quedaron sin políticas; deshonraron su condición humana.
Se vaciaron el alma. Fue una provocación y una desmesura más. Pero nada de lo que haga esta oposición en su hora de agonía, debería ser tomado banal o graciosamente. No caer en el juego violento que proponen es una cosa, pero tomar a la ligera esas actitudes, es otra.
Repasemos la historia del movimiento popular y el clasismo de las minorías del privilegio, para entender mejor estas conductas. Cuando dijeron lo del parquet en las casas peronistas, las demolieron luego cuando fueron gobierno. Cuando dijeron lo del aluvión zoológico, salieron de caza mayor con el bombardeo a Plaza de Mayo y en los basurales de León Suárez.
Hoy están flojitos de armaduras, pero cuando los sectores que representan al poder económico concentrado enfrentan una encrucijada histórica, apelan a sus más bajos instintos. No son palabras inocentes dichas por un loco o una loca cualquiera. Están advirtiendo que si llegan nuevamente a gobernar, guay del pueblo que se les atreva.
Lo que es desmesura en el llano, resulta siendo desmesura fatal cuando gobiernan. Y esa sí que causa muertos, hambre, exclusión, enfermedades, desempleo.
La vuelta de la esclavitud en el trabajo rural son el soporte de hierro de esas desmesuras. No son un capítulo aparte. Para el Grupo Clarín no es de relieve el tema y así lo trata o destrata en sus medios. El periodismo bananero se maneja con los códigos y los desvalores de su propia naturaleza. Visto está.Para Biolcati, el amo de la Sociedad Rural, es apenas una cortina de humo que pone el Gobierno.
La instrucción que reciben los agentes de la Policía Metropolitana de Macri en la continuidad de la llamada Escuela de las Américas, allí donde se ejercitaron los torturadores de la dictadura en el manejo de la picana, en la inteligencia contra las organizaciones populares, en las artes de la prensa que metía miedo y terror a la sociedad, es también un acto de desmesura y agonía de una oposición desesperada.
Y para terminar con este breve listado de la infamia semanal, la afirmación categórica y actoral de Francisco de Narváez diciendo en un canal de televisión que el kirchnerismo entregará el gobierno con un país mucho peor que el que recibió el 25 de Mayo de 2003 es, más que una desmesura, un acto de enajenación mental por su nula comprensión de la realidad.
Podría haber dicho, por ejemplo, que no está de acuerdo con lo logrado hasta ahora y que él se propone hacer las cosas mejor, pero afirmar que este es un país peor que aquel donde sus socios políticos asesinaron a Kosteki y Santillán, la pobreza rondaba el 50% de la población y los jóvenes de clase media pugnaban por una salida de la crisis rumbo a Ezeiza, es realmente no entender en qué país está parado.
Nos alienta debatir contra las falsas ideas que, concientemente o no, se instalan en algunos sectores de buena fe, haciéndoles suponer que la derecha está acabada porque se muestra así de impotente, desmesurada, grotesca y agónica.Es ahora cuando operan contra el pueblo, como lo hicieron en diciembre pasado. Y a este país reconstruido lo cuidamos entre todos o no lo cuida nadie. El proceso de transformación estructural de la Argentina trastoca irremediablemente todos los escenarios tradicionales del viejo país explotador, mentiroso, mendaz, mediocre, clientelista, de economía primaria y negación de la cultura. Este país empieza a ser un país prospero en lo económico, justo en lo social, soberano y representativo en lo político.
¿Pero cuál es la llave maestra para consolidar el cambio? El tiempo.Los pueblos no miden su futuro en términos de días, sino de etapas. Por eso la clave del cambio, aquí y en América latina, está en la sustentabilidad de las políticas de estado. Si esa sustentabilidad se pierde, no se queda el país en el mismo lugar, sino que retrocede treinta años.
Vaya esta reflexión contra los que alegremente piensan en que es posible mantener este modelo, prescindiendo del actual proyecto político, nacional y popular que conduce Cristina.
Seamos serios.
¿Se imaginan a los heraldos de Magnetto, a Macri, a Sanz, a Alfonsín, a Duhalde, a Carrió, manteniendo la Asignación Universal por Hijo, la jubilación estatal, Aerolíneas Argentinas, la hermandad con los pueblos libres de la América del Sur?¿Se los imaginan resolviendo pacíficamente las movilizaciones sociales? Hay que endurecer la bondad, decía el poeta Neruda. Y estar precavidos, ahora que la derecha entró en su etapa de agonía política.

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