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domingo, 20 de febrero de 2011

APUNTES PARA ENTENDER A SCIOLI, por Roberto Caballero (para "Tiempo Argentino" del 20-02-11)







Publicado en TIEMPO ARGENTINO por su director, el 20 de Febrero de 2011
Por Roberto Caballero



Director.






Le gusta salir en las páginas de Gente, que lo aplaudan en IDEA y escucha a Pimpinela y no a Los Olimareños. Es un auténtico conservador. Como el Solano Lima que acompañó a Perón en el ’70.




Desde que los editorialistas de Clarín descubrieron, gracias a los cables de WikiLeaks, que Daniel Scioli dice en público más o menos lo mismo que en privado sobre Cristina Kirchner, la distancia que hay entre la realidad de las cosas y sus deseos los mantiene tan confundidos como angustiados.



Lanzados a una operación política, revestida de falsa cobertura periodística, que busca conseguir un candidato para Héctor Magnetto y AEA tras detectar que Mauricio Macri no mueve el amperímetro nacional, intentan por todos sus medios y licencias convencer a Scioli de que lo más conveniente para él sería traicionar y convertirse en el candidato de la Argentina conservadora, que clausure por derecha los cambios operados en el país en los últimos años.



Parten de una premisa equivocada. Scioli, es cierto, no milita en La Cámpora, pero tampoco es Julio Cobos, y es probable que nunca lo sea. En las peleas más importantes que da el gobierno, Scioli está a su modo, aunque no diga mucho. Su estilo, es verdad, abona la confusión: cambiar a la cúpula de la Bonaerense después de tres inexplicables fusilamientos e intervenir Ferrobaires, no antes, sino con la tragedia de San Miguel ocupando la tapa de todos los diarios demuestran una especial tendencia suya al reflejo tardío y a las señales equívocas. Pero eso no lo ha transformado, por ahora, en el ariete que combata las políticas públicas del Estado nacional con el que sueñan los dueños del poder y el dinero. Acompaña lento sin sacar los pies del plato, quizá esperando su momento en 2015.



Scioli es moroso, desideologizado, a veces hasta frívolo y en extremo cauteloso para los que pretenden que el kirchnerismo produzca cambios a una velocidad mayor que la actual. Avanza desde atrás y jamás se enfrentaría, de modo llano y a campo abierto, con Clarín, la UIA y el duhaldismo remanente. Le gusta salir en las páginas de Gente, que lo aplaudan en IDEA y escucha a Pimpinela y no a Los Olimareños. Es un auténtico conservador. Como el Solano Lima que acompañó a Perón en el ’70. Y desespera con su andar anestesiado tanto al grupo de Magnetto como a los kirchneristas de paladar negro. A los primeros, porque necesitan que ya mismo supla lo que no hay ni existe en el terreno electoral, luego del abandono de Reutemann, el abrazo de Duhalde y Venegas, el codeo de “Lilita” Carrió con los arcángeles y el testimonialismo fácil de “Pino” Solanas. A los segundos, porque muchas veces les ocurre lo mismo que a ese ex comunista interpretado por Nanni Moretti en la película Aprile, que sufre cuando mira en el televisor a Massimo D’alema, primer ministro de izquierda italiano, dando un discurso en exceso blando, y le implora: “Dinos algo de izquierda, por favor.” Estos miran a Scioli y claman: “Decí algo kirchnerista, Daniel.”



Unos y otros pretenden que Scioli sea distinto a lo que es. Scioli es Scioli, y nada indica que vaya a ser el candidato de Clarín, ni tampoco Néstor Kirchner va a reencarnar en él. Pero cuidado: los que dan por sentado que está fuera del armado de Cristina Kirchner 2011, apuntalan la versión clarinesca para debilitar a la presidenta. Y mucho más se equivocan, los que lo entregan en bandeja a las conspiraciones magnetto-duhaldistas.Si Martín Sabbatella es la esperanza de un saludable kirchnerismo futuro sin el aparato degradado del PJ, Scioli es el referente indiscutible del kirchnerismo con ese mismo aparato del PJ apoyando la gestión más progresista de los últimos 50 años, y Cristina necesita de esas dos vertientes para garantizar la continuidad del proceso político que encabeza. Son, Sabbatella y Scioli, dos personas que se manejan con distintas velocidades dentro de un mismo dispositivo, aunque no comulguen en estilos, gestualidades y hasta pensamientos. Expresan dos extremos en tensión de una identidad irresuelta. Esta fórmula de suma de opuestos es, en realidad, la clave del éxito electoral que pronostican las encuestas para este año, y es tan kirchnerista esta construcción como incomprensible la actitud de quienes atentan contra ella en nombre de la pureza doctrinaria kirchnerista: se olvidan, los que así piensan, que Gustavo Béliz fue ministro de Kirchner.



El kirchnerismo es un movimiento que conjuga supuestos inconciliables amontonados en la misma vereda por el horror que les provoca volver al modelo de los ’90. Allí, en baldosas separadas, conviven Hugo Moyano, Scioli, Hebe de Bonafini, Estela de Carlotto y Sabbatella. La agenda interna de este invertebrado que reconoce una única conducción en Cristina tiene matices conservadores y progresistas. Esa es su virtuosa característica de acumulación, al menos en esta etapa. Las elecciones son un momento crucial, donde ninguno de ellos sale ganando demasiado si el otro pierde mucho. El kirchnerismo necesita número parlamentario suficiente para impedir que el poder corporativo no se lo lleve puesto en la pelea que comenzó a librar, con más fuerza y también con mayor oposición, desde 2007. Garantizado esto, la discusión por el año 2015 no sólo es legítima sino indispensable.



Será un debate apasionante, donde los beneficiarios del modelo tendrán que decidir si el kirchnerismo fue sólo un momento excepcional y resignarse a pendular nuevamente hacia el pasado. O el piso para dar una tan inusual como épica batalla en la construcción de una sociedad que definitivamente concrete los sueños de todos.

Publicado en :
http://tiempo.elargentino.com/notas/apuntes-para-entender-scioli

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