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lunes, 24 de enero de 2011

CRISIS DE DIRECCIÓN EN LA OPOSICIÓN, por Alejandro Horowitz (para "Tiempo Argentino" del 24-01-11)


Elecciones 2011


Publicado en "Tiempo Argentino" el 24 de Enero de 2011 , por Alejandro Horowicz

(Periodista, escritor y docente universitario).


El proyecto de Héctor Magnetto ha recibido un parate definitivo. Es decir, queda claro que el CEO del Grupo Clarín no conserva el lugar de referente político del arco opositor, que antes compartiera con el cardenal Bergoglio.

Aunque la temperatura urbana resulta amigable, teniendo en cuenta que enero puede ser duro, el verano lo atrapa todo. Las cosas se lentifican y la política, que en un año electoral decisivo requiere un cierto ritmo, transcurre con exasperada parsimonia. Pocas veces la distancia entre la monótona seguidilla de affaires menores –candidatos que saltan de un lugar de la interna a otro, de una alineación política a otra– y el fondo de los problemas nacionales terminó siendo tan grande. Dicho en seco: la denominada oposición sufre una crisis de dirección inenarrable. Tan es así, que la prensa comercial no la puede tomar en serio, a la dirección digo; y basta leer los trabados esfuerzos de los columnistas por ironizar con alguna inteligencia, para darse cuenta que de verdad no entienden qué pasa. Una cosa es burlarse con alguna inteligencia de los postulantes, y otra descular la naturaleza de una crisis de dirección por falta de proyecto alternativo.
Avancemos con algún tino. Mauricio Macri acaba de explicar que sus buenas relaciones con el Peronismo Federal no lo llevaron a ninguna parte. Es lo más parecido a un certificado de defunción extendido sin medias tintas, ya que los muchachos de Eduardo Duhalde no tienen tropa propia en Capital, ni posibilidad de tenerla. Si le sumamos que los federales tampoco tienen estructura, ni candidato que mueva el amperímetro (Macri acaba de decir que cuatro candidatos equivalen a ningún candidato, y aunque lo diga Mauricio es cierto) comienza a quedar en claro que varios millones de votantes en la provincia de Buenos Aires, les guste o les disguste, terminarán mirando para otro lado. Y esa es la esperanza de la UCR, pero no solo del, radicalismo, claro.
Como los votos no están atados con alambre de enfardar, al menos no todavía, los cuatro jinetes del proyecto campero agitan el pastizal. ¿Cómo entender un paro que no para, ni medidas que sólo existen en la tapa de dos diarios comerciales grandes y uno económico mucho más pequeño? Simple, como el intento de mitigar los devastadores impactos de la crisis de dirección, como agitar las aguas para que el deslucido silencio opositor organice la defensa de un programa agrario de mercado libre. Ese ha sido y seguirá siendo el programa de la Sociedad Rural, pero de ningún modo puede ser el programa público de una oposición victoriosa.
Es que la noticia resulta doblemente terrible para los federales. La vacía pirueta de avanzar hacia ninguna parte sólo figuraba en el libreto de unos pocos (los que leen esta columna saben que nunca los tomé demasiado en serio, salvo en el caso de Felipe Solá). Macri deja en claro que su fuga para adelante lo conduce con suerte –eso es todo lo que comprobaremos en octubre de 2011– a las presidenciales del 2015, si llegara al balotaje. Y eso sólo terminará siendo cierto si el PRO, además, ganara las elecciones para jefe de gobierno en Capital Federal. Si perdiera, Dios no lo permita, Macri habrá concluido la primera fase de su carrera política, sin que nadie sepa si dispondrá de otra. Mauricio lo intuye, pero no tiene opción: o el PRO conserva el gobierno capitalino o corre el mismo riesgo que los federales: volatilizarse.
Pero hay más, el proyecto de Héctor Magnetto ha recibido un parate definitivo. Es decir, queda claro que el CEO del Grupo Clarín no conserva el lugar de referente político del arco opositor, que antes compartiera con el cardenal Bergoglio. Esto implica una derrota personal, pero supone además una mayor velocidad para la marcha de la crisis de dirección opositora, teniendo en cuenta que nadie sabe quiénes pueden reemplazarlos.
Retomemos el hilo. Antes de que falleciera Néstor Kirchner, en casa de Magnetto se produjo la cumbre del Peronismo Federal. En esa oportunidad se acordó una división del trabajo que aseguraba una candidatura unificada y por tanto relativamente eficaz. Esa era la carta brava que jugaría “la oposición” y el radicalismo –en esa división del trabajo–, de la mano de Ricardo Alfonsín debía restarle al gobierno votos desde la izquierda. Entonces, la entente radical socialista debía sumar casi todo lo demás –Pino Solanas y Elisa Carrió inclusive– para tapar los espacios de crecimiento alternativo, y ponerle un techo electoral al gobierno muy próximo al 40% de los votos emitidos.
Si la cuenta era correcta, el candidato K ganaba la primera vuelta, pero perdía en la segunda. Esa era la visión de Magnetto, más allá de curiosos detalles, dado que no se le escapaba que Carrió no se sumaría fácilmente a esa asignación de espacios políticos. Pues bien, esa estrategia prolijamente diseñada fracasó. La realidad se impuso al dibujo mediático y la voluntad del jefe no alcanzó para mantener en sus puestos a dirigentes que desconfían de todo, menos de la victoria inmediata.
Mientras tanto Cristina Fernández no ha dicho públicamente nada, ni sobre su candidatura, ni sobre ninguna otra. Sin embargo, su acuerdo con Martín Sabbatella permite inferir matices. Vamos despacio. El nombre de Daniel Scioli se barajó en diversas oportunidades para diversas alineaciones, dentro y fuera del oficialismo. El comportamiento del gobernador frente a la batalla campera sirvió como divisoria de aguas. Scioli demostró que no es el Cleto Cobos. Aun así, los rumores no cesan. Y la presidenta puso límite al juego propio del gobernador. Para que se entienda, al aceptar que Sabbatella compita con sus colores por la gobernación de la provincia de Buenos Aires, pero sumando votos para Cristina en las presidenciales, incrementa su caudal por izquierda. Claro que la teoría deberá ser contrastada con la realidad numérica, y si bien en las filas directivas del ex intendente de Morón todos sonríen, dentro de nueve meses el nuevo mapa político lo resolverá casi todo.
Vale una pregunta: ¿la debilidad manifiesta de un arco opositor que no logra ni candidatos firmes, ni estabilidad de conducción referencial, a qué remite: problemas de personalidad, tamaño de los egos en juego, o imposibilidad de vertebrar una propuesta alternativa capaz de imantar a la sociedad argentina?
En política –como en cualquier actividad humana– el tamaño de los egos y los matices personales cuentan. Sobre todo, cuando aparte del nombre propio no hay mucho y la medianía de esas biografías no admite discusión. Con un añadido: cada vez que un dirigente opositor intenta ganar consenso explica que la edad de la imputabilidad penal debe descender, y cada vez que un opositor intenta ganar fama de serio explica exactamente lo contrario. Es que el programa opositor no pasa del horizonte del country, y aun en la despolitizada sociedad argentina esa pequeñísima propuesta –mezclada con xenofobia y machismo discrecional– no permite articular ninguna mayoría consistente. La oposición no discute la paridad cambiaria, la distribución del ingreso o el pago de la deuda externa, sólo comenta con mala leche el comportamiento del gobierno nacional. Y eso, queda claro, no alcanza.


por Alejandro Horowitz, para "Tiempo Argentino"

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