Por Maby Sosa
Cómo se vive el detrás de cámara de uno de los fenómenos televisivos más relevantes de 2010. Quiénes son los que ríen o se emocionan desde la tribuna y quiénes lo hacen posible.
Son las 20:30 y un grupo de gente está en las puertas de Canal 7 esperando por entrar. Como todos los días, a esa hora, el personal de seguridad ordena la cola que quiere presenciar el programa 6,7,8. Con el número de documento como única contraseña, transitan los pasillos del canal hacia donde, 30 minutos más tarde, se dará inicio al programa que en este último año se convirtió en unos de los fenómenos de la televisión. La visita es casi un picnic al que llegan con agua mineral, gaseosa y, en algunos casos, mate.De manos de un productor, las tribunas se acomodan de forma tal que ningún espacio quede vacío, preocupación que más tarde quedará para el público que después de cada corte irá buscando la mejor ubicación. “A los carteles de a uno, ¿puede ser?”, pregunta el productor cuando ve pasar el “6,7,8 Agrupación Jauretche Bernal”. A medida que la tribuna se acomoda, entran relajados los periodistas: Sandra Russo, Nora Veiras, Carlos Barragán, “Cabito” Masa Alcántara y Luciano Galende. “¡Hola a todos!”, saluda Galende cuando pasa. “Buenas noches, viva Perón”, grita Barragán desde el panel. Las luces bajan en el sector y sube el volumen de la música. Aplausos, empieza el programa. “Es muy interesante lo que pasa con la gente, cuando llega al estudio y se emociona”, cuentan en el canal los encargados de recibir al público que sigue atento cada uno de los informes. El apoyo de risas y aplausos dejan poco espacio para los reidores. Por momentos, el público es lo central para 6,7,8. Todos los lunes, un grupo se traslada desde Bernal para participar en el programa. Lo mismo sucede los jueves, cuando llega otro grupo organizado desde Quilmes. Hacia el final de cada bloque, ninguno de los asistentes dudan en acercarse a Galende o a Barragán para volcar su opinión al respecto. Todos quieren participar.
CON LA CÁMARA APAGADA. La buena onda parece caracterizar al programa. Y no es sólo un discurso. Antes que llegue el público y los panelistas, los técnicos arman el set para que salga al aire. Uno de los primeros en llegar es Cabito, que mientras los camarógrafos verifican la iluminación, está abocado a trabajar en su notebook. También están Sandra Russo, que prefiere descansar hasta la hora de salir al aire, y Luciano Galende. “Somos muy hippies para ser un grupo de tareas, ya lo dije una vez para este diario”, repite Luciano Galende mientras lo maquillan. El conductor de “la tanqueta”, camina con orgullo por los pasillos de la TV Pública. “Mirá este plasma, llegó ahora al canal, tiene 150 pulgadas”, señala y entra a Maquillaje. Mientras la maquilladora hace su trabajo, Galende habla con Tiempo Argentino. “La producción trabaja durante el día, elige los temas, edita, invita a la gente y a nosotros nos comunica cuáles son los temas y quiénes son los invitados, a los informes los vemos al aire, en vivo”, explica el periodista. “Nuestra relación respecto al contenido con los informes es casi nula porque ninguno de nosotros participa en la edición, eso no significa que no haya onda para decir, ‘mirá este tema está bueno’ y que la producción se lance a hacer tal tema. Quiero decir, no funciona en forma hermética”, cuenta Galende. “Depende de cada uno llamar y proponer temas o invitados. No es lineal y tenemos toda la libertad para decir lo que queramos de los informes, no estamos condicionados en ese sentido a respetar la línea que plantean. Sí creo que estamos condicionados a hacer un programa de televisión que sea un informe. Pero hasta ahora, no existe la restricción habitual de la tele, es una manera Gvirtz, de laburar”, afirma el conductor. 6,7,8 estuvo bajo la lupa en más de una oportunidad. Lleva invitados “del palo” y carga con el mote de oficialista, sin que esto resulte una ofensa para sus creadores. Con la producción de Pensado Para Tevé (PPT), la productora de Diego Gvirtz que además realiza Duro de domar y TVR. El grupo de 6,7,8 fue acusado de cobrar grandes sueldos, a raíz de una investigación que trascendió en los medios y que daba cuenta de una cifra millonaria (más de 11 millones de pesos anuales) que el Estado destinaba al programa de Gvirtz. Esta información no sólo que no pudo ser confirmada, sino que además, fue desmentida por el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. “Hay muchas cosas que se inventan. Uno viene y se da cuenta cómo laburamos. No sé por qué hacen eso, por qué reproducen una mentira sin haber siquiera pasado por la instancia de la duda. Nada de lo que se dice ocurre en nuestro sistema de trabajo. Otros medios funcionan como grupo operativo, no nosotros. Pasa que cuando uno no tiene nada que esconder, tiene mucho por decir”, expresa Galende. “Lo que sí es feo es que digan que nosotros intoxicamos la gente. Otra instancia de la difamación que es mucho más dolorosa y que no te permite hacer nada. Te dicen corrupto, grupo operativo, chupamedias, todo lo que es difamación, no podés hacer nada, no podés ni responderme. Creo que hay una dialéctica que está quedando al desnudo para la sociedad.” Al conductor no le sorprende lo que se generó alrededor del programa. “Mirá, pasa en todos los laburos, si sos chef no vas a saber por qué a la gente le gusta tu plato, vos lo presentás. Y lo que me pasa es eso, que sé que estoy presentando un plato, un plato que yo considero honesto y noble”, agrega. “En algún momento esa noción de periodismo objetivo va a tener que buscar su replanteo, es una nueva instancia. Porque ahora hay una conflictividad, no un replanteo, porque el replanteo es algo con lo que uno puede convivir, sin embargo, lo que ocurre es que hay mucha gente que, sobre todo el statu quo que se siente afectada por nuestro programa, entonces es más importante la ofensa personal del periodista, la ‘maniobra Maipo’ que hay sobre los periodistas, de la que yo no me voy a hacer cargo”, puntualiza Luciano Galende. Termina su sesión de maquillaje y se dirige hacia el estudio.
ANTES DE TODO. Como todo programa de análisis de medio, detrás de cada emisión hay un equipo de producción y edición que arma cada programa. Para 6,7,8, un grupo de tres editores y un guionista se ocupan de pensar cómo será el tratamiento de temas de ese día y discuten “en total libertad” (aclaran), la forma de encarar cada informe que ese día saldrá al aire. De la misma manera, cada día, otro grupo ayuda a la recopilación del material. El mismo equipo es el que elige la música y mira cómo transcurre el armado del guión para los informes. Según cuentan quienes trabajan día a en el ciclo, el armado del programa no les lleva más horas de cualquier trabajo, y coinciden con los periodistas y el público que 6,7,8 se impuso como fenómeno porque realiza una muy interesante crítica de la hegemonía de los medios y es oficialista a viva voz.
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Hola Adrián, recién veo que subistes esta nota que escribí el año pasado de 6,7,8! Te agradezco mucho, un abrazo!!
ResponderEliminarDe nada Maby ... Me gustó. Felicitaciones.
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