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domingo, 21 de noviembre de 2010

COMO UN EJÉRCITO DE TERRACOTA , por Jorge Giles (para "Miradas al Sur" del 21-11-10)

Arriba : El ejército de terracota argentino. En primera fila : Elisa Carrió, Patricia Bullrich, Julio Cobos, Ricardo Alfonsin y Carlos Reutemann (un poco adentro, y un poco afuera, como siempre) ; en segunda fila : Eduardo Duhalde, Graciela Camaño, Francisco de Narváez y Mauricio Macri. Bien atrás, Cinthia Hotton.
Algunas caras son tan chiquititas que apenas se ven. Como sucede en la realidad.
[La imagen y el pie de la misma es responsabilidad exclusiva de "Mirando hacia adentro"]


La oposición del Grupo A y sus adyacencias, se parece al ejército de terracota de la dinastía china Qin, del año 210 antes de Cristo.
Sin tener para nada aquella belleza plástica de los orientales, pero de barro al fin, los opositores se exhiben fantásticos, siempre que no se muevan ni se muestren al aire, en vivo y en directo.
Ahora, como están vivos y encima la juegan de vivos, cada vez que se menean sobre el escenario de la realidad concreta, indefectiblemente se resquebrajan y pierden la lozanía del color brillante y bronceado de sus fotografías en el diario del día.
La dura realidad y sus responsabilidades, los oxida irremediablemente.
Mientras permanecen quietos cual si fueran estatuas de un imperio gastado, no corren el peligro de mostrarse como lo que verdaderamente son al entrar en movimiento.
Cuando lo hacen, el derrumbe es inevitable.
Es la primera amigable conclusión a la que llegamos después del escandaloso episodio en la Cámara de Diputados protagonizado por el Grupo A, impidiendo que por primera vez en esta etapa democrática un gobierno elegido por el pueblo tenga su propio Presupuesto como legítima y constitucionalmente corresponde, demostrando la falacia absoluta de sus denuncias y pegando con violencia física y moral cuando se saben desarmados de argumentos.
Recordemos que algo semejante sucedió en la inauguración de su aparente mayoría parlamentaria a fines del 2009 y principios del 2010, ocupación de las comisiones legislativas y del Banco Central, mediante.
Ese ejército fantasma del que venimos hablando, se rompe a sí mismo mucho más de lo que pueden romper y obstruir a las filas identificadas con el gobierno de Cristina.
Así, el regimiento de la división cívica radical ya no puede ocultar sus jefaturas tan contradictorias.
Cobistas, alfonsinistas, moralistas (de Gerardo Morales), (Oscar)Aguad, (Ernesto) Sanz, (Ricardo) Gil Lavedra.
Pasen, vean y elijan.
El batallón del pejota de derecha es una patrulla perdida, ya no en un desierto, flotando sin destino en el espacio sideral.
Duhaldistas, menemistas, romeristas, saadistas, dasnevistas, felipistas, reutemistas sin Reuteman, cada uno por su lado.
También pasen, vean y elijan.
El macrismo se partió por dentro y no lo pueden disimular ni con el discurso afable del diputado Pinedo.
La fanfarria del comité socialista también se muestra partida en dos, Hermes Binner por un lado, y Rubén Giustiniani por el otro.
La mesa de enlace de la patronal rural, que les oficiaba de salvavidas social a falta de pueblo, siguió el mismo percance divisionista y allí está penando lo que quiso ser y no pudo.
Podríamos seguir observando esta inocultable fragmentación opositora, pero con lo dicho alcanza para concluir que ese ejército de barro, en su totalidad, quedó empantanado en la misma sustancia con el que fue formado.
No obstante, habrá que guardar en la memoria las maldades que hicieron en la semana que termina, para entender mejor por qué al país le fue como le fue cuando gobernaron.
Lejos de este mausoleo, pasa la vida y andan por aquí y por allá los hombres y las mujeres de carne y hueso; pasan los jóvenes y los viejos, los estudiantes y los laburantes, los profesionales y los comerciantes, los productores y los científicos, los verduleros y los artistas… pasa la vida en definitiva.
Es en este tramo que se juega el destino de un país que no quiere más violencia ni crispaciones de ningún tipo. Un país que quiere tener de continente, un horizonte de inclusión social.
Ni nada más, ni mucho menos.
Un país que desprecia los oropeles de guerreros que no existen más que en una cripta.
Desde esa convicción es imprescindible seguir construyendo las herramientas organizativas que requieran un abordaje superior cualitativamente.
Un movimiento popular revalida títulos cuando universaliza su representación social, no cuando la achica.
Por este apotegma deberá transitar seguramente el gobierno de Cristina, el Frente para la Victoria y sus valiosos aliados.
La celebración del combate de la Vuelta de Obligado va en esa dirección, porque señala con luces suficientes la recuperación de una mirada propia como pueblo y como nación. Esa es la fuente bautismal de nuestra identidad. De allí venimos y hacia ese ejemplo recurrimos siempre que haga falta hacerlo.
No se trata de una fecha más en el calendario oficial que, por otra parte, ni siquiera existía.
Es el origen y el final de una historia ocultada y que al desenterrarla por voluntad de un pueblo y su Presidenta, no hizo que encontremos otro ejército de terracota, sino por el contrario, hizo que nos encontremos con nosotros mismos, los que estamos de pie, los que seguimos andando, los que izamos y cantamos alta en el cielo un águila guerrera, audaz se eleva en vuelo triunfal, azul un ala del color del cielo, azul un ala del color del mar.
Aún con todos nuestros amados muertos y desaparecidos, o por eso mismo, nuestra mirada sabe más de cielos que de lodazales.
El cruce que aún nos falta emprender como pueblo, requiere de paciencia, inteligencia, solidaridad y generosidad. Con estas sustancias sí será posible hacerlo. Sabiendo que es la hora de abrir los brazos y tener la vista ancha y profunda puesta siempre allá, donde el sol se esconde.
Así miraba Néstor, así mira Cristina, así miran los pueblos cuando se deciden, como ahora, a saltar sobre esa delgada línea entre el posibilismo y el heroicismo.
El adversario opositor ya demostró su impotencia y su resignación en esa cachetada artera que nos duele a todos.
Carlos Kunkel se ganó como una medalla de honor los golpes y torturas de los represores de la dictadura, pero nadie como él se merece semejante muestra de cobardía como la demostrada por Graciela Camaño y el coro de la infamia que la festejó.
En medio de tanta crispación opositora, de tanta canallada y misoginia política y mediática, la sola presencia de la Presidenta de la Nación en la conferencia industrial del viernes pasado, sus palabras y su temple, fueron la muestra más elocuente de que el país avanza, con vientos calmos o con tempestades.

Publicado en :

http://sur.elargentino.com/notas/como-un-ejercito-de-terracota

Publicado en la edición impresa de : Miradas al Sur. Año 3. Edición número 131. Domingo 21 de noviembre de 2010


Por
Jorge Giles


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