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lunes, 18 de octubre de 2010

UNA PALABRA LLAMADA LEALTAD, por Florencia Peña (para "Tiempo Argentino" del 17-10-10)




Lo que nadie esperaba era que iba a resucitar Julio Cleto Cobos. Quién diría, no, que un tipo con esa cara de nada pueda ser tan canalla...Traicionar dos veces al gobierno que representa es demasiado. Y para colmo en la semana del 17, pero claro que en el diccionario de Cobos la palabra ‘lealtad’ no figura.


“El secreto de la vida es la honestidad y el juego limpio. Si puedes simular eso, lo has conseguido.”
Groucho Marx
"La presidenta es una turra que se caga en los jubilados.” Buen título. Contundente. Eso es lo que se busca, que tenga impacto, que tenga punch. ¿No es ese el titular que les habría gustado leer a los “patriotas” del Grupo A en las tapas de sus diarios? ¿No es lo que buscaban que diga “la opinión pública”? Porque “nosotros, los que NO representamos al pueblo argentino, los que fuimos gobierno en otros períodos y nos olvidamos de los sectores más vulnerables, los que supimos llevar al país a la bancarrota, los que nos llamamos ‘progres’ y apoyamos cualquier medida que proponga la derecha conservadora, los que repudiamos las políticas de Derechos Humanos, los que sin pudor votamos una ley que es inviable, los que nos cagamos de verdad en los jubilados, lo único que queremos conseguir es: bajar de un hondazo a esta yegua”. ¡¡¡Genial!!! Pero no vamos a ser tan idiotas como para blanquearlo. Atentemos contra el gobierno y la democracia, pero que no se note. Disfracémoslo como un intento para “intentar garantizar la igualdad. Con la ayuda de Clarín y los diarios que nos bancan y promueven, esto es pan comido”. Pero, ¿saben qué pasa, Morales, Sanz, Bullrich y todos los que conforman el maravillosos Grupo “A”? Que lo que son grita más fuerte que lo que dicen ser. Se les nota todo, chicos. Se les notó antes y se les sigue notando ahora. Son muy obvios en su accionar. Entonces, paremos la moto. Si lo único que los conmueve es no quedar expuestos con Clarín, defender a los grandes pooles y sacarse los ojos para ver quién se queda con el país. Son los conspiradores del momento. Y también los reyes de los pronósticos errados. Y amantes efervescentes de las encuestas. ¡¡¡Ahhh!!! Las encuestas los vuelven locos. Ese artilugio, que utilizan para legitimar su discurso, para atribuirle su ideología a “la gente” mediante informaciones sesgadas y estadísticas engañosas. O sea, a través de las 300 repetidoras de lo que pergeñan Clarín y los diarios afines, instalan sus interpretaciones de lo que pasa en el país. Después le preguntan a 300 personas (mejor si son de clase media, porque los pobres son muuuy peligrosos) qué les parece la gestión de Cristina Fernández. Y luego publican que: “Más del 60% de los argentinos desaprueba a los Kirchner”, para seguir fogueando el descontento que persiguen.
En una crónica de hace más de dos meses, cuando el proyecto imposible del 82% móvil todavía no había conseguido la media sanción, y la oposición no podía explicar cómo pensaban financiar el aumento, escribí lo que iba a pasar: querían aprobarlo a toda costa para que la presidenta lo vetara. Así los medios opositores, es decir los representantes de las corporaciones que añoran el suculento negocio de las AFJP, iban a poder crucificar al gobierno. Y no lo escribí porque sea adivina o clarividente: era tan obvio que daba vergüenza. Hasta el más ingenuo de los jubilados se daba cuenta de que era una operación mediática. Pero... si pasaba, pasaba. Y pasó. Y lo más increíble es que haya gente que todavía sea capaz de tragarse esos cuentos chinos.
Porque, ¿quién les puede creer a los mismos sinvergüenzas que montaron el curro millonario de las AFJP durante el menemismo? ¿Y a los mismos caraduras que, siguiendo las directivas del FMI, impulsaron e hicieron efectivo el descuento del 13%? ¿O a los chantas que pataleaban cuando el gobierno puso fin a la tragada de las jubilaciones privadas? ¿Quién les puede creer que realmente les importan los pobres jubilados?
Era cantado lo que iba a pasar. Lo que nadie podía prever era la forma en que iba a suceder. Primero, todo el forcejeo por el quórum sí, quórum no. Y algo que quedó en evidencia es que los opositores no se pueden poner de acuerdo ni para sentarse. Y ni siquiera digo todos juntos, ponerse de acuerdo para sentarse todos al mismo tiempo. Entre ellos se calificaban, como “una manga de pelotudos” (palabras textuales del peronista disidente Marcelo López Arias). Y bué... si ellos lo dicen. También acusaron al oficialismo de que no iba a dar quórum para que les voten una ley inaplicable y desestabilizadora. Y adivinen: otra vez fallaron en su futurología. Después se empezaron a acusar entre ellos: que las internas radicales, que no estaba Carrió, que los peronistas decadentes y el PRO no están bien organizados...
Bueno, finalmente lograron coordinarse y empezó el lamentable espectáculo. La verdad que habiendo tantas leyes realistas, sensatas y urgentes por tratar, leyes que beneficiarían concretamente a muchos sectores de la sociedad (como la participación de los trabajadores en las ganancias, el régimen para las empleadas domésticas, los francos para compensar a los empleados de comercio que trabajan los domingos) andar perdiendo tanto tiempo y energía en debatir un proyecto inviable, sólo para demostrar que “a Cristina nada la conmueve”, que “lo mejor que le puede pasar a la Argentina es encontrar el antídoto contra los Kirchner”, según las palabras del revolucionario Mariano Grondona. ¡¡¡Qué chantas que son!!! No resisten archivos. Dicen y se desdicen a piacere, sin el menor atisbo de vergüenza. Pero el show debe continuar, y la oposición necesita tapas escandalosas y gente que se las crea. Y en eso andan.
Lo que nadie sospechaba es que para el desenlace iba a resucitar Julio Cleto Cobos. ¡Para volver a desempatar! ¡Y otra vez en contra del pueblo que lo votó! Y otra vez haciéndole el juego a los que buscan desfinanciar y desestabilizar al gobierno que él todavía integra. Quién diría, no, que un tipo con esa cara de nada pueda ser tan canalla. Traicionar dos veces al gobierno que representa es demasiado. Y para colmo en la semana del 17, pero claro que en el diccionario de Cobos la palabra “lealtad” no figura.
¿Será que extrañaba demasiado la semanita de fama que le deparó el debate por la 125? ¿Querría recuperar la “popularidad” que le trajo haber favorecido a los pooles de siembra y a los pobres patrones sojeros? ¿Querría recuperar un poquito de protagonismo en la UCR, después de haber perdido en internas con Alfonsín? ¿Querría que Clarín lo rescatara de las sombras del olvido y lo vuelva a mimar como el “héroe nacional” que le va a poner un freno a los atropellos de los K?.
Sigo sin comprender, por qué intentan hacernos creer que es un “héroe”, un tipo que no tiene los huevos para plantarse y renunciar. Hubiera sido tanto más respetuoso y respetable si se hubiera hecho cargo de sus valores y principios. ¿Qué pasará por la cabecita de Julio Cobos, que dos años después de haber votado a favor de las corporaciones del campo, traicionando a sus compañeros y a quienes lo eligieron, sigue ocupando su cargo? ¿Qué pasará en esa cabeza que, después de que las políticas del gobierno hayan profundizado un modelo claro de redistribución, él sigue desempeñando su triste papel?.
Pero los traidores son así, son cagones. Como cuenta la historia acerca de Judas, el apóstol que entregó a Jesús con un beso. Y la Historia lo muestra como un ser despreciable. De la misma manera que lo va a mostrar a Cobos. La semana fue contundente. También para los mineros que salieron a la luz. Las entrañas de la Tierra los parieron de nuevo. El encuentro con sus seres queridos, la euforia del rescate que se extendió al mundo, la vigilia mediática. Todo fue. Todo pasó. Pero una pregunta queda flotando en el aire: ¿Qué va a cambiar a partir de hoy? ¿Y qué volverá a ser igual? Sólo el tiempo tiene la respuesta. El final no lo sabemos, pero la película ya se empezó a filmar.

2 comentarios:

  1. Por favor, arreglen el comienzo del artículo, lo quise enviar pero desistí porque su comienzo es una confusión entre el copete y la cita de Groucho Marx.
    Gracias
    Isabel

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  2. Tenés razón. Ya lo arreglé. El plural está de más. Soy uno solo.
    Adrián

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