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sábado, 30 de octubre de 2010

SU VIDA FUE EL COMBUSTIBLE QUE REVIVIÓ A UN PAÍS MORIBUNDO, por Adrián Corbella (para "Mirando hacia adentro")

Arriba : Simplemente Néstor

Alto, flaco y desgarbado ; bizco y narigón ; desaliñado, desprolijo y un poco torpe…


En este envase, ideal para un actor cómico, nos llegó a los argentinos el que estoy convencido que será con el correr de los años una de nuestras máximas figuras. Un hombre construido con la materia prima de los héroes.


Un hombre que llegó al poder casi por casualidad, siendo para muchos una incógnita, pero que tuvo la capacidad y la valentía de dar el golpe de timón necesario para poner a la Argentina en una nueva senda, en un nuevo camino. Con tozudez y un arrojo a veces suicida él y su socia política, Cristina Fernández, su eterna compañera, enfrentaron factores de poder que parecían invulnerables, dentro y fuera del país. Y lo hicieron manteniendo la democracia, fortaleciendo la libertad de prensa, garantizando la independencia del poder judicial y negándose fanáticamente a reprimir cualquier tipo de protesta. En absoluta paz y libertad.


Uno puede hacer una larga lista de logros políticos, económicos y sociales. Pero quizás más importante es el cambio de mentalidades, el cambio de paradigma.


Néstor fue un hombre que nos devolvió la esperanza; que nos devolvió los sueños ; que nos demostró que algunas “utopías” son bien reales, están a la vuelta de la esquina tapadas por unos “molinos de viento” que son en realidad bestias monstruosas ; que nos devolvió la fe en la política, en la democracia y en la militancia. Un hombre que puso a un país moribundo de pie.
Un hombre que, a diferencia de otros grandes líderes, que mueren sin herederos directos, nos dejó a su socia y compañera con el bastón de mando en las manos. Y esa compañera es una auténtica Leona. Una fiera indomable.


Un hombre que consumió su vida al servicio de sus ideales. Que murió en la suya, con las botas puestas. Haciendo aquello en lo que creía. Inmolándose.


La llama cegadora del León que encendió un país, que lo puso en marcha, brilla ahora en otros cielos. Y nos ilumina.
Pero queda en pie la Leona.


Un poco triste y dolida como todos nosotros.


Pero es una Leona formidable.

Adrián Corbella, 30 de octubre de 2010.

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