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sábado, 9 de octubre de 2010

6,7,8, La creación de otra realidad : Polémica entre Gvirtz y Sirven, nota aparecida en "Tiempo Argentino" del 03-10-10, pag.30-31.


SE EDITÓ EL LIBRO SOBRE EL PROGRAMA MÁS ADMIRADO Y CRITICADO DE LA TELEVISIÓN ARGENTINA

6,7,8, La creación de otra realidad : Polémica entre Gvirtz y Sirven

Se podrá estar a favor o en contra de 6,7,8, pero lo que resulta inconcebible es mantener una postura indiferente ante este verdadero fenómeno de la televisión argentina. ¿Los motivos?. Es un programa capaz de generar los más incondicionales amores y declarados odios, su público se manifiesta con una fidelidad militante, sus integrantes se ríen frente al discurso de los medios tradicionales y, como si estos ingredientes no alcanzaran, acaba de editarse un libro sobre su génesis en marzo de 2009.
6,7,8, La creación de otra realidad (Paidós) fue escrito por la periodista María Julia Oliván, la primera conductora del programa, y el sociólogo Pablo Alabarces.
El libro incluye una ficha técnica con todos los invitados que participaron en el programa y cuenta la historia de sus protagonistas. También presenta dos extensas entrevistas al productor del ciclo Diego Gvirtz y al periodista especializado en espectáculos Pablo Sirvén, cuyas opiniones se reproducen parcialmente a continuación.

Diego Gvirtz : La ruptura del discurso único

A partir de mi experiencia desde que estoy en los medios, empecé a darme cuenta de cierta manipulación de la opinión pública a favor o en contra de tal o cual cosa y, sobre todo, de lo cerrados que estaban los medios audiovisuales a abrirse a otros discursos, de cómo se podían manejar casi sin hablar con la gente. Después del llamado “conflicto del campo”, quedé un poco shockeado por la manera en que sentía que se había armado, no tanto el conflicto en sí mismo, porque el conflicto estaba, pero si la duración y el nivel de intensidad que los medios le fueron imprimiendo a ese hecho. Y por otra parte, advertí, una vez más y con mayor claridad, cómo se podía manejar la opinión pública. Sentía que la gente no sabía muy bien en qué se iba a beneficiar o perjudicar con el conflicto, y que más allá de sus actores reales y de ser un conflicto sectorial, había atravesado a la sociedad entera.
A partir de ahí, me pareció bueno intentar romper un poco con el discurso único, hegemónico de los medios audiovisuales, y tratar de sumar algunas otras miradas que me parece que estaban – no sé si es la palabra correcta pero lo voy a decir así-, pero pasaban “desaparecidas” de los medios. En ese momento, se me ocurrió que tenía una buena posibilidad, ya que estaba en Canal 13 con algunos productos, y podía poner una pata en algún otro canal, que podía ser el 7 o el 9, para mostrar un poco el discurso de los medios, lo que yo llamo el discurso “oficial”, que no es oficial por expresar al gobierno de turno, sino por ser la voz aplastante y masificadota de las corporaciones, en suma, por representar el poder de los medios. Así fue como se me ocurrido 6,7,8.
La idea del programa es mostrar, desde un lugar crítico, cómo se articula ese discurso hegemónico en los medios. En realidad, más que ser un programa político, 6,7,8, es un programa de medios, aunque en este momento hacer un programa sobre medios implica a la vez hacer un programa político. De todos modos, tratamos de hacerlo lo más amplio posible. Cuando nosotros pensamos en los contenidos del programa, pensamos en lo que reflejan los medios, qué hicieron, cómo defendieron esto o lo otro, cual fue el discurso. Ahora, por ejemplo, cuando el tema que ocupa a la agenda es Papel Prensa, ponemos el foco en cómo se defienden Clarín y La Nación, y en lo que dicen y no dicen los periodistas de esos medios.. Para que quede más claro, ellos no ponen nunca las declaraciones de Lidia Papaleo y tratan de criticar, en todo caso, a las supuestas víctimas o a las víctimas : si Papaleo estuvo o no con López Rega –en lo personal creo que no estuvo, pero eso no es lo central- . Es decir, se aferran a una vieja práctica autoritaria : tratan de matar al mensajero.
En todo caso, si Papaleo cometió algún delito, debería ir a la justicia, igual que todos. Pero analicemos de qué se trata esto y, después, de qué se trata lo otro, o en simultáneo. Sin embargo, en ningún momento hacen eje en el tema de debate. Siempre se corren, lo van rodeando. Nosotros vamos a ese punto. Es cierto que es un tema central de agenda, pero el tema de agenda tiene que ver con cómo lo enfocan los medios.
La agenda de 6,7,8, es una relectura de los medios. Por supuesto, como siempre y como todo, es subjetiva. Nosotros elegimos qué tema de los medios nos interesa más, a qué tema los medios no le dan bola, en qué temas los medios no se pueden defender. Los programas de nuestra productora, si bien no son periodísticos, pueden ser llamados “periodístico-humorísticos”, con una utilización particular del archivo –algo que también se hizo en TVR, Indomables, Duro de domar y, en su momento, Sushi con champagne-, orientada a la crítica de medios, pero con humor. Yo siempre decía que TVR era un programa menemista, porque nos reíamos de lo que antes nos indignaba…
Yo no digo que 6,7,8 tiene la verdad. Eso es una posición de vida. Cuando doy una opinión, digo que estoy dando una opinión. Es más, en las reuniones de producción escuchamos todo y entre todos decidimos qué cosas sí, qué cosas no, qué cosas es mejor, qué cosa es peor, qué cosa es más interesante. Trato de no pararme en el lugar del dueño de la verdad. Justamente eso es lo que cuestionamos y criticamos. Yo lo pienso desde que empezamos en televisión, desde fútbol prohibido para acá , me planteo que es imposible. En lo que yo creo es en la pluralidad de medios. Yo creo que la existencia de Clarín, de La Nación, de TN es muy importante en el sistema de medios. Empieza a ser perverso cuando son los únicos. No cuestiono la existencia de esos medios, puedo cuestionar cosas, obviamente, pero no su derecho a existir. Lo que si cuestiono es esa voracidad por ser la única voz. Desde ese punto de vista, 6,7,8, es mucho más honesto. Tratamos de tener nuestra verdad. Es nuestra verdad. En eso me parece que no dañamos a nadie. Y si hay otra verdad que nos demuestra que estamos equivocados, nosotros lo reconocemos…
Me parece que, en un sistema de medios como el que estamos hablando, cuando aparece un programa que rompe un poco con lo establecido y trasciende, lo primero que se hace es tratar de invisibilizarlo. Hay grupos de medios que estçan acostumbrados a tener una voz única, y eso fue lo que trataron de hacer con 6,7,8 : invisibilizarlo o ignorarlo. A esta altura, si no me criticaran, sentiría que el programa no está funcionando. Básicamente, lo que necesitan es esmerilarlo, cosa que creo que no logran, porque el programa ya superó una barrera y tiene un lugar propio. Yo digo siempre que el día que no nos critiquen -dicho así, esto va a generar que dejen de criticarnos - es que estamos haciendo las cosas mal. Trato de cuidarme desde lo formal, que todo esté como corresponde ; además, los medios buscan cuáles son los puntos para cuestionar, si hay alguna frase que les puede cerrar para armar un gran lío.
Me encanta que nos cuestionen. Yo considero que hay muchas críticas que son válidas. Hay muchos cuestionamientos que tienen razón. Pero, por ejemplo, una cosa que nos cuestionan es que no invitamos opositores. La verdad, invitamos opositores, lo que pasa es que no vienen. Los oficialistas van a TN pero los opositores no vienen a &,7,8. Alguno acepta venir de vez en cuando. Incluso, invitamos al aire. Nos ha pasado con alguna gente que es crítica al programa que la hemos invitado públicamente, y me llamaron para decirme que por determinados intereses no pueden asistir y que por favor no los comprometamos. Respetamos esa decisión, pero después esa misma gente sale a decir que nosotros no invitamos a opositores. Es muy esquizofrénico. Yo creo que en los medios la gente tiene miedo.


Diego Gvirtz es creador de 6,7,8 y director de la productora Pensado para Televisión (PPT) .

Pablo Sirven : Una propuesta panfletaria.

Desde el punto de vista formal, como producto periodístico, como pieza televisiva, el programa está logrado. Es un producto redondo, que tiene una dinámica y un ritmo adecuados ; es ameno, cuida la estética y la paleta de colores del piso ; tiene buenos compactos de video, con una buena compaginación, buenos relatos en off. También tiene una planta de piso interesante en cuanto al conductor, los columnistas, los invitados y las tribunas, si bien un tanto pasiva. Todo esto no llama la atención porque Diego Gvirtz no es ningún improvisado ; no es un arribista ; es una persona que está en el medio desde hace muchos años y sabe cabalmente lo que la televisión necesita. O sea, se ajusta bien, encuentra formatos adecuados a las circunstancias. Estoy pensando en TVR, Duro de Domar, por ejemplo, y en este 6,7,8, que, en principio era una suerte de Televisión Registrada “kirchnerizada”, podríamos decir, y que finalmente se terminó devorando los otros productos.
Es muy curioso lo que sucede, porque siendo de alguna manera una especie de TVR “especializado” en lo político, sobre todo en el kirchnerismo y sus enemigos, 6,7,8, termina fagocitándose a Televisión Registrada, que cada vez pasa más fragmentos –yo he llegado a contabilizar quince o dieciséis utilizaciones del programa 6,7,8, dentro de TVR- , y a Duro de Domar, que era un programa muy simpático, liviano y frívolo, que quedó como una versión más ligera de 6,7,8, aunque ahora parece depender de 6,7,8, en lo ideológico.
El programa es premeditadamente panfletario, paródicamente panfletario. Utiliza en off a ese locutor que tiene una entonación incluso graciosa. Tiene muchos hallazgos, entre los que se cuentan un manejo muy hábil del archivo –por momentos hábil, por momentos avieso-, en los cortes y en las descontextualizaciones que se hacen a veces de determinadas compaginaciones. Todo eso sirve para el objetivo de quienes lo hacen.
Creo que el programa fue pensado de una manera y, lo que es muy común en la televisión, luego fue encontrando su camino en la acentuación de aquello que, en un principio, sólo era un esbozo. Es decir, quisieron hacer un programa para marcar las propias fortalezas y las debilidades del otro, pero de una manera más o menos leve. Creo que el programa se fue poniendo militante, de una manera muy fuerte, y empezó a parodiarse a sí mismo y, básicamente, a pesar de no tener un rating importante, una audiencia muy significativa, si la tuvo desde el punto de vista de la repercusión : muchas notas, muchas declaraciones de personas con malestar, con fastidio ; entonces empezó a ser, de a poco, un programa de culto. Ellos, además, subrayaron esa condición mediante el sitio en Facebook, mediante las convocatorias. 6,7,8 arrancó en el espacio que antes había ocupado El lugar del Medio, un programa que dirigía Aldana Duhalde y en el que participaban Carlos Ulanovsky y Luis Alberto Quevedo, entre otros. En un principio era una lectura de medios intencionada, que buscaba dónde poner las contradicciones. Y si bien ahora es mucho más político, no perdió ese pie, esa plataforma que es, básicamente, la lectura de la prensa, de Clarín por sobre todas las cosas, un poco de La Nación, y después un poco de los referentes audiovisuales : Mariano Grondona, Ernesto Tenembaum, Jorge Lanata… Han ampliado mucho el abanico de enemigos, porque hay mucha gente –como Tenembaum o el propio Lanata- que durante el gobierno de Kirchner eran más o menos cercanos…
El principal cuestionamiento que le he hecho y que le hago a 6,7,8, es la pantalla en la que se ve. Es decir, me parece que un programa de esas características, en un país normal, civilizado, no puede ir por un canal público, estatal. Acá tenemos un concepto de que lo estatal representa sólo al gobierno de turno, pero en realidad, lo estatal y lo público –como se hace llamar Canal 7 : la Televisión Pública- debe representar más a la sociedad. Representa a una parcialidad de ella, la parcialidad que está en el poder.
Yo siempre lamenté que no hubiera un 6,7,8 más amplio. Que lo mismo que hace con el antikirchnerismo pudiera hacerlo hacia el gobierno. Pero, claro, si se hiciera en serio, ese programa no iría en Canal 7. Eso era un poco lo que hacía TVR en algún momento, antes de bandearse completamente. Como diciendo, bueno, vamos a analizar y el que caiga, cae y listo…
Paradójicamente, 6,7,8 agudizó ciertas aristas del discurso autoritario también en los medios tradicionales. No lo hago cargo de esto a 6,7,8, ya que como producto es un emergente. En general, la prensa “grande” nunca se refería a la otra prensa, es decir, la otra prensa podía decir lo que quisiera, hacer lo que quisiera, que no se le daba bolilla. Lo cual, en muchos casos, era tomado como una postura soberbia. Y en verdad puede ser soberbio como en el caso nuestro, de La Nación, pero así es el liberalismo. Es decir, nosotros decimos esto, y Página 12 que diga lo que quiera, todo bien, hay público para todos y, quizás, uno se arma una mejor idea leyendo un poco de todo.
Aunque Néstor Kirchner ya utilizaba la política del atril y no tenía muy buena relación con la prensa, fue durante el gobierno de Cristina cuando se empezó a ver la polarización de una manera más acentuada, particularmente a partir del conflicto con el campo. Creo que ahí se marcaron muy bien las aguas y algunos medios oficialistas empezaron a hacer una especie de docencia, de prédica, de evangelización sobre lo que decían los otros medios. Todo el tiempo, todos los días. Entonces, de alguna manera, eso comenzó a mover a la otra parte : ¿Qué hacemos? ¿Contestamos o no contestamos nunca o en algún momento vamos a contestar?. En el caso de Clarín, además, se da que hay una ofensiva de todo tipo (económica, comercial, etc), y ellos lo toman y lo contestan de forma tal que se acentúan en su diferencia. De alguna manera, se espejan un poco con el gobierno. Y eso sucede en todos los medios. Hay un tono que obliga a la polarización y a la pérdida de los matices. Blanco y negro, blanco y negro, blanco y negro… Se acabaron los grises. Lo que se propone es tan brutal que entrar en lo gris parece no estar permitido. No hay lugar para las sutilezas. 6,7,8, también trabaja de esa manera tajante…
Uno tiene que reconocerles que el programa es atractivo, que uno lo puede mirar y sabe que, de alguna manera, aunque no te guste, te puede atraer. Esa es otra de las características de la televisión : muchas veces una gran cantidad de gente habla mal de Mirtha Legrand, de Susana Jiménez, de Marcelo Tinelli, pero no puede dejar de verlos. Uno va al teatro, al cine, a escuchar música cuando le gusta, cuando es la que elige. La televisión juega un poco con esa cosa perversa del “te odio pero igual te veo”.


Pablo Sirven es un periodista de larga trayectoria que hoy trabaja en La Nación.


[Nota digitalizada por "Mirando hacia adentro"]

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