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lunes, 23 de agosto de 2010

¿ES LÓGICO PEDIRLE AL KIRCHNERISMO LA "REVOLUCIÓN PERMANENTE"?, por Adrián Corbella (para "Mirando hacia adentro")


Arriba : Cristina, León y Néstor.

En las elecciones presidenciales de 2003 Carlos Saúl Menem logró el primer lugar al ser votado por un cuarto del electorado. Néstor Carlos Kirchner salió segundo, a dos puntos. Fue una sorpresa. Nadie lo esperaba. El santacruceño medía en las encuestas cerca de un 15%, y subió algunos puntos al final, probablemente por el espaldarazo de Duhalde.
Se venía un ballotage, y todas las encuestas coincidían : Menem sufriría la peor paliza electoral de su vida. Se hablaba de 70-30 a favor del sureño. Menem se bajó del ballotage y Kirchner fue presidente.
Fuera de su Santa Cruz natal pocos lo conocían, y por eso la cosa no fue fácil. Tuvo que construir una base de poder (sin la cual es imposible gobernar) dentro y fuera del peronismo. Los acuerdos con dirigentes varios del justicialismo (político y sindical) se hicieron paralelamente a los llamados a una alianza transversal, buscando atraer a políticos potencialmente “progresistas” de otras fuerzas.
Nacía el Kirchnerismo, que más allá de este comienzo atípico, complicado, iba construyendo poder y marcando un estilo , con medidas concretas, como el ordenamiento del caos económico heredado del auge neoliberal, el comienzo del desendeudamiento externo, una activa política de derechos humanos, un compromiso con el rechazo a la represión a las protestas sociales, y el reemplazo de la Corte Suprema sicarlista por una Corte independiente –como debe ser-.
En los últimos meses de su exitoso gobierno su imagen positiva rondaba el 75%. La reelección era segura.
Y Néstor Kirchner tomó una decisión que muchos no entendieron. No se presentó a dicha reelección. Surgía la fórmula Cristina Fernández de Kirchner-Julio Cleto Cobos.
Cristina ganó en 2007 con un 47 % de los votos. Los que la votamos podíamos esperar que ahora el FPV tuviera la fuerza parlamentaria suficiente para emprender las transformaciones estructurales que considerábamos necesarias. Sin embargo, a los pocos meses, el comienzo de una política que afectaba a factores de poder muy consolidados en la Argentina generó la crisis de la 125, en la cual el recién nacido gobierno se enfrentó de plano a la burguesía agroexportadora y a los oligopolios mediáticos cartelizados, quienes lograron en su prédica el apoyo de amplios sectores medios (y hasta de algunas fuerzas de extrema izquierda) que nada tenían que ver con el asunto, pero que se encolumnaron detrás de los “dueños de la Argentina”.
El final “No Positivo” de la crisis de las retenciones significó una sangría del FPV que sufrió la traición de muchos de sus legisladores, elegidos por el oficialismo para luego ser cooptados por la oposición, y la defección del propio Vicepresidente.

¡Cuántos gobiernos argentinos cayeron por mucho menos ! ...

Pero los Kirchner no sólo sortearon el temporal sino que siguieron como si nada. Y no siguieron “haciendo la plancha” o escondiendo las banderas, sino que continuaron gobernando con las mismas ideas por las que los habían votado. Siguieron con una política consistente en dar marcha atrás a las medidas de la restauración neoliberal de las tres décadas anteriores.
El 28 de junio de 2009 , en medio de una crisis global casi sin precedentes –si obviamos el ’30- el gobierno va a elecciones legislativas y sufre un duro golpe , ya que si bien conserva la condición de primera minoría (con 30% de los votos) pierde en medio país, incluyendo una derrota catastrófica en Capital Federal y derrotas por cifras mínimas en Buenos Aires y Santa Cruz.

La oposición política, sindical y mediática ya se probaba el traje del difunto mientras contrataba el servicio de cochería.

Los Kirchner asimilaron el golpe, como habían asimilado el voto No Positivo, y lanzaron un contraataque feroz, un rosario de medidas estructurales destinadas a construir un nuevo modelo de país : continuación del desendeudamiento, estatización de las AFJP, recuperación del espacio de la TV pública vía Fútbol para Todos y TV Digital, la Ley de Medios, la Asignación Universal por Hijo, el reparto de Netbooks, la ley de matrimonio igualitario, la ofensiva legal en las cuestiones de Papel Prensa e "Hijos" de la Señora, la continuación de los juicios a los militares genocidas... dejando por momentos a la oposición alelada, pedaleando en el vacío, y logrando una clara mejoría de la imagen presidencial en las encuestas...
Y hay que tener en cuenta que ni Néstor ni Cristina gozaron jamás del poder que tuvo Perón en 1946 o 1952, del que tuvo Alfonsín en 1983, del que tuvo Menem en 1989 o 1995...
Hicieron todo esto desde una posición de considerable debilidad, casi desde el llano, sin mayoría en ninguna de las Cámaras, con una vicepresidente hostil y fuerzas opositoras que tienden a privilegiar su carácter opositor por delante de sus ideologías.
En estas condiciones lograron protagonizar uno de los períodos de transformaciones estructurales más importantes de la historia argentina.
Uno puede entender a la oposición de derecha. No les gusta este modelo. Sus medidas atentan contra todo lo que ellos quieren. Y es lógico que se opongan. Yo entiendo a la SRA, a los empresarios de los grupos concentrados, a los liberales, a los radicales de derecha. Saben lo que quieren y se ubican siguiendo sus ideas e intereses. Son coherentes y consecuentes con sus intereses.
Me cuesta entender a la oposición de izquierda, a aquellos que no ven, como diría Carlos Heller, el vaso medio lleno, sino que prefieren concentrarse en la mitad que está vacía, y reclaman por las mineras, el petróleo, por ciertos personajes del mundo sindical o por algunos caciques del conurbano . Estos sectores, fuerzas políticas de izquierda – no todas- , algunos intelectuales –no la mayoría- , algún movimiento social despistado, personas de clase media que se creen “progres” pero que son en rigor bastante conservadoras critican al gobierno por lo que no hizo, y desvalorizan lo que se logró.
“Que lo hicieron por compromiso”, que “se nos ocurrió a nosotros primero”, que “antes decían otra cosa”...
Me cuesta entender a los opositores por izquierda. Porque pedirle a este gobierno, en la condiciones que detallamos más arriba, que haga más cosas, que profundice aún más el modelo, es irracional, inhumano, imposible, utópico...
Parecería que más no se puede, que ya es increíble lo que hasta hoy se logró, que no se les puede pedir más...
Sin embargo, les voy a confesar lo que pienso, y espero no equivocarme.
Porque los van a seguir sorprendiendo, muchachos.
En el DICCIONARIO K, la palabra “imposible” no existe...

Adrián Corbella, 23 de agosto de 2010.

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