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viernes, 31 de agosto de 2012

LA VERDÁ DE LA MILANGA, por Perra Intelectual (para "Show de Perra Intelectual" del 31-08-12)

Moreno, Rajoy, tiros, líos y cosa golda!


Episodio del 31 de agosto del SHOW DE PERRA INTELECTUAL... de Mar del Plata al mundo...
Moreno, Rajoy, Papel Prensa y un asesinato ominoso...


La Justicia desplazó al presidente de Papel Prensa, representante de Clarín, por INFOnews del 31-08-12.


La jueza María Cristina O`Reilly ordenó reanudar la asamblea ordinaria y extraordinaria para el 25 de septiembre y desplazó de la presidencia de Papel Prensa a González Rosas, representante de Clarín.

Por:
INFOnews

"La justicia resolvió garantizar la continuidad de la asamblea ordinaria y extraordinaria de Papel Prensa S.A. que fuera convocada en sede judicial el 29 de agosto pasado y suspendida por haberse retirado los representantes del Estado Nacional como consecuencia del exceso de violencia exhibido por los asistentes por parte del capital privado de la empresa", señala el comunicado de prensa emitido por la Secretaría de Comercio Interior.

El texto añade que: "La jueza designó por el lapso de 90 días a dos veedores judiciales (Fernández Moores y Debenetti) quienes deberán brindarle un informe mensual acerca de su intervención en la empresa".

"La Justicia a través de la resolución dictada recepta y ratifica los argumentos manifestados por el representante del Estado Nacional, quien acreditó su petición tanto con documentación como en la pertinente filmación" agrega el comunicado.

Además expresa que "quedan en evidencia, una vez más, las sistemáticas acciones contrarias a derecho ejercidas por los representantes por el capital privado de Papel Prensa S.A. quienes desde hace más de dos años intentan, pergeñando todo tipo de estrategias ilegales, obstaculizar el ejercicio del derecho del cual es titular el estado Nacional, conforme a las acciones que detenta en la empresa".

El pasado 29 de agosto y en el marco de la asamblea de accionistas de Papel Prensa. S.A. acordada con la justicia, los representantes del capital privado (los diarios Clarín y La Nacion) intentaron que la confección del acta fuera firmada solo por ellos.

La situación fue rechazada de plano por el representante del Estado, el secretario de Comercio Guillermo Moreno, quien denunció además los "excesos de violencia" de parte de los representantes privados.

Dicha asamblea quedó trunca y la justicia dispuso hoy la reanudación de la misma para el próximo 25 de septiembre, al tiempo que ordenó desplazar de su cargo de presidente de la asamblea al representante del diario Clarín.

Publicado en :

http://www.infonews.com/2012/08/31/politica-36612-la-justicia-desplazo-al-presidente-de-papel-prensa-representante-de-clarin-papel-prensa.php

Ver video pulsando AQUÍ.

o el video completo AQUÍ.

jueves, 30 de agosto de 2012

El zonzo de Belgrano, por Hernán Brienza (para “Infonews” del 26-08-12)



Es una figura revulsiva para nuestra sociedad por su honestidad. Belgrano tiene una decencia subversiva.

Por:
Hernan Brienza

Una de las cuestiones que más me llamó la atención en la celebración del Bicentenario del Éxodo Jujeño es la ausencia de crónicas y relatos sobre la célebre gesta popular. No había un solo libro escrito sobre esa epopeya cívico-militar hasta ahora. Y la pregunta que surge casi obligada es: ¿por qué nunca nadie lo hizo? ¿Ni en Buenos Aires ni en la propia provincia de Jujuy? Se trata, sin duda, de un proceso de invisibilización de los sectores populares, de la Argentina mestiza, gaucha, indígena. La gloria siempre perteneció al individuo y no al colectivo. Por eso aquellos pueblos oscuros que sacrificaron todo por seguir a un generalito improvisado como Manuel Belgrano aparecieron como una anécdota apenas en las páginas oficiales de la Historia, escrita así, con mayúsculas. Y del mismo proceso de invisibilización social fue víctima el propio Belgrano. Excepto que el abogado porteño quedó sepultado por el bronce y por el mármol y por la burla socarrona de una sociedad que lo consideró siempre un zonzo.
En 1864, se produjo un debate extremadamente particular entre un presidente y un ministro de hacienda. Bartolomé Mitre y Dalmacio Vélez Sarsfield discutieron sobre qué hacer con la historia argentina.

En los primeros meses de ese año, Vélez Sarsfield publica en el diario El Nacional una serie de notas tituladas "Rectificaciones históricas: General Belgrano, General Güemes". Básicamente, el ministro opinaba que en los pueblos del Norte argentino no había decaído el fervor revolucionario cuando en 1812 llega Manuel Belgrano, que en ese sentido no fue él quien encendió el fuego amortiguado de la rebelión, que los errores de la revolución no fueron culpa de los pueblos sino de sus conductores, que el nombre de Güemes debía figurar al lado del de Simón Bolívar, y que nada habría cambiado si Belgrano hubiese ido o no al Norte. El argumento central de su teoría era que el general Belgrano no era un personaje tan importante como para que su figura sintetizara el proceso emancipador de la segunda década del siglo XIX. Lacónico, el ministro escribió, impiadoso, algo que hoy podría ser considerado una herejía nacional. La obra que había publicado su presidente, según él "es la historia de un zonzo escrita por otro zonzo". Mitre, pese a su investidura presidencial, decidió ponerle el pecho al debate y responde desde las páginas del periódico La Nación Argentina, y aporta la documentación utilizada en su biografía fundacional e inicia un agudo –y no por eso menos macabro– análisis sobre la naturaleza de la democracia y el caudillaje.

Resulta curioso leer a los contemporáneos de Belgrano. Tanto José María Paz como Gregorio Aráoz de Lamadrid tienen una visión con poca estima respecto de Belgrano. Y a juzgar por las bromas a las que era sometido constantemente por sus subordinados, entre ellos Manuel Dorrego, no parece tratarse de un hombre infalible y marmóreo. En las crónicas y en las apreciaciones de quienes convivieron con Belgrano se pueden leer calificativos como "poco brillante", "limitado", "ignorante de estrategia militar", "ingenuo", "inocente", "cándido", "torpe". El imaginario que existe sobre Belgrano es que era poco menos que un "nerd" que se sentaba en la primera fila del colegio, si se me permite la metáfora. No es un héroe narrado con nobleza, hidalguía, victorioso, más bien es un muchachito de modales tenues, dubitativo, que perdió casi todas las batallas que combatió. Es el creador de la bandera y poco más que eso, a lo mejor es un político que, propuesta irrisoria, quería coronar un rey indio. Y es posible que haya sido un poco de todo eso. Pero, aunque parezca contradictorio, creo que es allí donde se esconden sus virtudes.

Belgrano es, fundamentalmente, un intelectual. Un hombre de estudios y de acción política serena, a quien la historia lo tomó por los hombros. Abogado, sin preparación militar, se dedicó a conspirar constantemente contra el dominio peninsular, hasta que el 24 de mayo de 1810 amenazó con volarle la tapa de los sesos al virrey Cisneros. Cerebro económico de los revolucionarios radicalizados, le sopló al oído las pautas económicas a Moreno para el Plan Revolucionario de Operaciones. Porque si hay algo que tenía Manuel era un proyecto de país con un desarrollo autónomo. Basta leer sus trabajos económicos en la Gazeta o el Correo de Comercio para comprender que su liberalismo concluía donde comenzaban los perjuicios para la economía local. Sus trabajos sobre intercambio económico incluyen medidas proteccionistas, espionaje, diplomacia para la exportación, creación de valor agregado a través del trabajo, necesidad de industrialización, intervencionismo estatal. En síntesis, se trata de un liberal nacionalista pragmático. Pero, ¿qué significa exactamente eso? Se trata de estar convencido de que la libertad económica favorece el desarrollo de las dinámicas de creación de riquezas pero que tienen un límite, es decir, que hay un nosotros –la patria– que interviene lo dogmático para transformarlo en empírico. Liberalismo, sí, pero mientras favorezca a la Nación. Un pragmatismo del nosotros, de una identidad concreta. Belgrano no llega a ser un líder popular como Dorrego, como Artigas, como otros caudillos federales. Su concepción sobre los sectores populares no se lo permite. Sin embargo, tiene una idea de democracia mucho más profunda que el de los liberales conservadores que se legitiman con su figura. Alberdi mismo lo admite cuando escribe: "Mitre y Sarmiento… quieren reemplazar los caudillos de poncho por los caudillos de frac; la democracia semi-bárbara, que despedaza las constituciones republicanas a latigazos, por la democracia semi-civilizada, que despedaza las constituciones con cañones rayados, y no con la mira de matarlas sino para reconstruirlas más bonitas; la democracia de las multitudes de las campañas, por la democracia del pueblo notable y decente de de las ciudades, es decir, las mayorías por las minorías populares; la democracia que es democracia, por la democracia que es oligarquía… Belgrano, para librar al país de los Artigas y los Francia, no trataba de exterminarlos, sino buscaba la cooperación de ellos mismos para dar a la democracia la forma que la libre de tener por jefes caudillos semi-bárbaros, elegidos por las campañas y caudillos semi-cultos, elegidos por las ciudades; y que, en lugar de caudillos, o jefes populares de toda especie, tomase una personificación permanente en la forma de gobierno adoptado por la civilización de la Europa liberal, que dé paz y libertad a las campañas y a las ciudades, a los semi-bárbaros y a los semi-cultos, sin perjuicio del derecho democrático de todos a tomar en la gestión de gobierno la parte que le concede esencialmente la necesidad de moderarlo y mantenerlo dentro de la ley y del respeto de los derechos populares. Eso quería Belgrano…" O al menos eso quería el Belgrano de Alberdi.

Pero Belgrano pasó a la historia como un zonzo. En el fuero íntimo, ningún padre querría que su hijo fuera como Belgrano. Porque es profundamente subversivo para el modelo cultural dominante de los argentinos construido en estos 200 años en los que la viveza criolla es más celebrada que la honestidad, y el desprendimiento y la generosidad es objeto de burla por parte del cinismo tanguero. Belgrano cobra su sueldo y lo dona al Estado para que construyera cuatro escuelas. Nace en una familia rica y termina en la pobreza. Su vida está surcada por el sacrificio, el amor a esa "nadería" que se llama patria, la entrega absoluta. Tarde o temprano es inevitable que cualquiera de nosotros tuerza la boca socarronamente y sugiera: "En el fondo, Belgrano era un logi de cuarta". Y allí, justamente allí, está su potencia subversiva. Semeja a la mitad insoportablemente buena del Vizconde Demediado de Ítalo Calvino. Porque aunque equivocado, ignorante, torpe, inocente, Belgrano hace siempre lo que se debe hacer. Es el imperativo categórico kantiano en carne y hueso, si se me permite la humorada. Y ese "despotismo moral" es inaguantable para una sociedad que ha pautado sus conductas admirables en el latrocinio, la entrega y el saqueo. Es inimaginable Belgrano mazorqueando unitarios o degollando gauchos junto a los coroneles orientales de Mitre. Nadie puede pensarlo organizando un ejército para despojar a los pueblos originarios de sus tierras y repartiendo las tierras entre unas pocas familia. Mientras Belgrano donaba su sueldo para construir cuatro escuelas en Jujuy, Julio Argentino Roca se quedaba con cerca de 300 mil hectáreas del sur para su propio provecho tras la Campaña del Desierto. Obviamente, es una comparación descontextualizada y el mismo Roca merece ser debatido profundamente sin eslóganes ni lugares comunes, pero sirve como comparación de instantáneas. Porque parece imposible ver a Belgrano involucrado en el fraude patriótico o en el bombardeo a Plaza de Mayo. Él, un general improvisado que protegió desde la retaguardia a un pueblo que renunciaba a todo en función de su propia libertad, no parece capaz de meter picana, violar mujeres y llevar adelante una guerra contra su propia población. Y no hago una traspolación ideológica absurda. Simplemente, propongo utilizar en clave de juego la mirada inocente e incorruptible de Belgrano sobre las miserias de los sectores dominantes argentinos. Imaginemos cuán distinta hubiera sido la Argentina si los sectores dominantes hubieran elegido el ejemplo de Belgrano como rector de sus acciones. Y lo digo teniendo en cuenta que el pensamiento belgraniano tiene algunos aspectos conservadores, moderados, en materia social.

No tiene el romanticismo militante de un Monteagudo o de un Dorrego ni el cautivante aventurerismo sanmartiniano. No produce la admiración desbordante y caribeña de un Simón Bolívar o la convicción revolucionaria y democrática de Artigas. Su fuerza –más allá de sus admirables ideas y su callado tesón de hombre político y de acción– está en sus convicciones morales. Belgrano es revulsivo para nuestra sociedad por su honestidad. Belgrano tiene una decencia subversiva.

Manuel Belgrano tenía 42 años cuando tomó la decisión más importante de su vida. Reflexionemos un poco sobre lo que significa su renuncia a la comodidad de una vida "burguesa" en la ciudad para abrazar la aventura de andar por cerros y llanos, sucio y desaliñado con un ejército a cuestas intentando una patria a sus espaldas. Sin dudas Belgrano es un zonzo. Pero nadie podrá negarme la cantidad de belleza que contiene su zoncera.

En estos 200 años pocas veces los sectores dirigentes de nuestro país han optado por la ingenuidad belgraniana. Y así se ha ido conformando una entidad cultural en la que el cortoplacismo y la ventajería fueron celebrados como valores en sí mismos. De hecho el liberalismo conservador criollo es apenas la doctrina de los más fuertes en un coto de caza para caníbales. Así, los argentinos aislados hemos sido condenados durante muchos años a elegir entre la hijoputez o el cinismo –entendido como la náusea y el sinsentido– para sobrevivir de la mejor manera posible en plena cacería.

Pensar, hablar, imaginar, preferir a Belgrano supone, entonces, un cambio de paradigma cultural profundo. Significa abandonar la especulación miserable para emprender un peregrinaje gracias al cual la "zoncera" de una patria para todos parece posible.

Publicado en :

http://www.infonews.com/2012/08/26/politica-35769-el-zonzo-de-belgrano.php

miércoles, 29 de agosto de 2012

Institucionalismo y populismo, por Ernesto Laclau (para “Infonews” del 29-08-12)


Institucionalismo y populismo, por Ernesto Laclau (para “Infonews” del 29-08-12)

Proceso emancipatorio

Cualquier proceso de transformación de la relación de fuerzas no puede verificarse sin una reforma de las instituciones.

Por:

Ernesto Laclau

El discurso corriente de los sectores conservadores (pero no sólo de ellos), se funda en una oposición sumaria entre institucionalismo y autoritarismo. El autoritarismo sería sinónimo de arbitrariedad, y sus connotaciones peyorativas son evidentemente tautológicas: ¿Quién podría estar a favor del autoritarismo y la arbitrariedad? Por contraposición, el institucionalismo sería un talismán sagrado que garantizaría por sí mismo las virtudes republicanas y las políticas sensatas que fluirían de ellas. El segundo paso en este tipo de argumentación es inscribir otros términos y referencias en uno u otro polo de la oposición básica. El término "populismo" entra muy rápidamente en esta enunciación enumerativa y evaluativa como parte integrante, ni qué decirlo, del polo autoritario. Si el institucionalismo se presenta como condición necesaria de toda política coherente y racional, el populismo aparece, por el contrario, como el reino de la manipulación demagógica, del personalismo y de la arbitrariedad. Poner en cuestión este dualismo simplista requiere, por tanto, deconstruir las lógicas internas con las que sus dos polos han sido constituidos.

Comencemos por el institucionalismo. Las instituciones no son arreglos formales neutrales, sino la cristalización de las relaciones de fuerza entre los grupos. A cada formación hegemónica –entendiendo por tal la que se impone por todo un período histórico– habrá de corresponder una cierta organización institucional. Hay, por tanto, que preguntarse por las relaciones de poder existentes en la sociedad si se quiere develar el sentido de las instituciones. Por esto, cuando nuevas fuerzas sociales irrumpen en la arena histórica, habrán necesariamente de chocar con el orden institucional vigente que, más pronto o más tarde, deberá ser drásticamente transformado. Esta transformación es inherente a todo proyecto de cambio profundo de la sociedad.

Este lazo entre instituciones y cambio social es el que trata de cortar el "institucionalismo" corriente. La defensa del orden institucional a cualquier precio, su transformación en un fetiche al que se rinde pleitesía desconectándolo del campo social que lo hizo posible, es la que gobierna al discurso antipopulista de los sectores dominantes. Hay en él una tendencia inherente a sustituir la política por la administración. Ya Saint-Simon afirmaba que es necesario pasar del gobierno de los hombres a la administración de las cosas. Y para hacer un par de referencias a América Latina, "paz y administración" era el lema del general Roca, y en la bandera brasileña aun podemos leer "ordem e progresso", que era la fórmula acuñada por la iglesia positivista de Río de Janeiro. En sus formas más extremas el institucionalismo tiende al tecnocratismo, es decir, a diluir las identidades populares globales y a sustituirlas por un gobierno elitista de los expertos.

Pasemos ahora al populismo. Para que haya populismo se requieren tres condiciones. La primera es que se construya una relación solidaria entre una pluralidad de demandas insatisfechas, que se forme entre ellas lo que hemos denominado una cadena equivalencial. Si la gente ve que hay demandas insatisfechas al nivel de la vivienda, de la salud, de la seguridad, de la escolaridad, del transporte, etc., entre todas estas demandas se da un proceso de interpenetración y de realimentación mutuas. Con esto se ha llegado al primer estadio de una experiencia que podemos llamar prepopulista. La segunda condición –el segundo estadio– consiste en elaborar, a partir de las demandas insatisfechas, un discurso dicotómico que divida a la sociedad en dos campos: los de abajo, el pueblo, y, frente a él, el poder social y político, cuyos canales institucionales tradicionales no logran vehiculizar las demandas de las masas. El tercer estadio tiene lugar cuando este discurso dicotómico cristaliza en torno a ciertos símbolos que significan al "pueblo" como totalidad. En la mayor parte de los casos es el nombre de una figura líder. Esto no da al líder un poder ilimitado, si dejara de responder a la cadena equivalencial de demandas que se ha formado en el primer estadio, su poder de atracción se vería erosionado muy rápidamente. Un populismo realmente democrático debe mantener un equilibrio entre la expansión horizontal de la cadena equivalencial de demandas y su acción vertical en la transformación del Estado.

Podríamos decir que institucionalismo y populismo son los dos polos extremos de un continuo –polos ideales, por reducción al absurdo, por así decirlo–. En la práctica esos extremos nunca se dan en su pureza, una hegemonía siempre se construye en algún punto al interior del continuo, nunca en sus extremos. No hay institucionalismo tan completo que pueda evitar enteramente la construcción de identidades populares antisistema, y no hay un populismo tan puro que abandone todo anclaje institucional.
La moraleja de lo que venimos diciendo es que cualquier proceso de transformación de la relación de fuerzas en el campo sociopolítico no puede verificarse sin una reforma profunda de las instituciones. Gramsci ya lo había entendido. A diferencia de Marx, que hablaba de la extinción del Estado, Gramsci hablaba de la construcción de un Estado integral, que fuera más allá de la tradicional dicotomía Estado/sociedad civil. Las dimensiones horizontal y vertical del accionar político, en sus interacciones mutuas, es lo que Gramsci denomino "hegemonía".

La Argentina ha iniciado en 2003 un proceso emancipatorio que está conduciendo a una considerable expansión de la esfera pública y a la incorporación de numerosos sectores que tradicionalmente habían estado excluidos de ella. Este proceso de construcción de una hegemonía popular no podía darse, evidentemente, sin cambios fundamental en el sistema institucional, cambios que han tenido lugar a través de una serie de medidas legislativas que están produciendo un desplazamiento progresivo en la relación de fuerzas entre los grupos. Todo esto debería culminar, en un futuro cercano, en una reforma constitucional.
Y una ultima reflexión. Decía al comienzo que el fetichismo institucionalista no es privativo de los sectores conservadores. En efecto, hay una izquierda liberal que habla casi en los mismos términos. Ahora bien, se supone que ser de izquierda es dar prioridad a un proyecto de cambio social radical. Pero si de lo único de que se habla es de la defensa de las instituciones existentes, ¿en qué queda ese proyecto? Sic transit Gloria mundi (o así transa Don Raimundo, como decía Mansilla).

Publicado en :

http://www.infonews.com/2012/08/29/politica-36227-institucionalismo-y-populismo.php

martes, 28 de agosto de 2012

Hacia una nueva suma de los factores reales de poder, por Jorge Fernández Baraibar (para “Miradas al Sur” del 26-08-12)


Miradas al Sur. Año 5. Edición número 223. Domingo 26 de agosto de 2012

Por

Julio Fernández Baraibar. Integrante del Instituto de Revisionismo Histórico Manuel Dorrego

politica@miradasalsur.com

Opinión.

El fundador del partido socialista alemán, Ferdinando Lasalle, pronunció en 1862 una famosa conferencia conocida bajo el nombre “Qué es una Constitución”. Decía Lasalle: “He aquí pues, señores, lo que es en esencia la Constitución de un país: la suma de los factores reales de poder que rigen en ese país”. Con esto, se oponía a cierto idealismo constitucionalista, que creía (y cree) suficiente dejar impreso en el texto de la Carta Magna los derechos por los cuales luchaba para convertirlos en efectivos. Lasalle sostenía que ninguno de los derechos allí promulgados iba a ser eficazmente ejercido si no existía, previamente, una modificación sustancial de las condiciones reales de poder.
Si se quemase por completo el Archivo del reino de Prusia y se destruyesen la Constitución y todas las leyes del país, decía, ¿alguien podría, entonces, declarar la República? Y respondía: “El rey les diría, lisa y llanamente: podrán estar destruidas las leyes, pero la realidad es que el Ejército me obedece, que obedece mis órdenes; la realidad es que los comandantes de los arsenales y los cuarteles sacan a la calle los cañones cuando yo lo mando, y apoyado en este poder efectivo, en los cañones y las bayonetas, no toleraré que me asignéis más posición ni otras prerrogativas que las que yo quiera. Como ven ustedes, señores, un rey a quien obedecen el Ejército y los cañones... es un fragmento de Constitución”. Y ¿si a alguien se le ocurría, entonces, retrotraer a los trabajadores a las condiciones de siervos de la gleba de la Edad Media?: “No, señores, no prosperaría, aunque para sacarla adelante se aliasen el rey, la nobleza y toda la gran burguesía. (...) Llegadas las cosas a ese extremo, ustedes dirían: nos dejaremos matar antes que tolerarlo. Los obreros se echarían corriendo a la calle, sin necesidad de que sus patronos les cerrasen las fábricas, la pequeña burguesía correría en masa a solidarizarse con ellos, y la resistencia de ese bloque sería invencible, pues en ciertos casos extremos y desesperados, también ustedes, señores, todos ustedes juntos, son un fragmento de Constitución”.
Lasalle terminaba su idea afirmando: “Se toman estos factores reales de poder, se extienden en una hoja de papel, se les da expresión escrita, y a partir de este momento, incorporados a un papel, ya no son simples factores reales de poder sino que se han erigido en derecho, en instituciones jurídicas, y quien atente contra ellos atenta contra la ley y es castigado”.

Nuestras constituciones.

Si aplicamos estos criterios lasalleanos a nuestra historia constitucional veremos que en todos los textos escritos (1819, 1826, 1853) se intentó imponer al conjunto del país una constitución, que, o bien desconocía esos factores reales de poder, esos fragmentos de constitución, o modificaba las relaciones sociales de poder mediante el uso de las armas.
Rosas, con su política de alianzas con los caudillos del interior, logró imponer durante veinte años una constitución de hecho reconociendo esos factores reales de poder, las provincias.
La modificación por medio de la guerra de las relaciones objetivas de poder logró imponer la Constitución de 1853 que, de hecho, fue un acta de rendición de los vencidos en Caseros ante sus vencedores. Al intentar, no obstante, pretender incorporar la renta aduanera a la nación, Buenos Aires se secesiona durante siete años. Es sólo con la derrota nacional de Pavón que la Ciudad de Buenos Aires se incorpora a la Confederación en 1860, con Mitre como presidente, y a condición de garantizar para los porteños las rentas de la ciudad-puerto.
Nuestras guerras civiles sólo finalizan cuando, en 1880, las tropas del Ejército Nacional, a las que los porteños llamaron despectivamente “los chinos de Roca”, ocuparon militarmente la ciudad de Buenos Aires y libraron la batalla de los Corrales, donde murieron 3.500 argentinos. Sólo una victoria militar de la nación pudo terminar con el monopolio porteño sobre el puerto de Buenos Aires, modificando así la relación de fuerzas a favor de los sectores del interior expresados, en ese momento, por Roca.

La constitución borrada.

La primera Constitución Argentina que fue el resultado de una modificación de las relaciones de poder a favor de los sectores nacionales y populares fue la Constitución de 1949. Este texto constitucional que incorporó el sistema moderno, y casi pionero en ese momento, del derecho social y de la propiedad inalienable del subsuelo, fue un producto de la poderosa movilización obrera y popular del 17 de octubre de 1945. Sin ese cambio de las relaciones de fuerza, la Constitución del ’49 no hubiera sido posible.
Fue necesario un golpe de Estado, cuyos resultados aún perduran en la historia nacional, en 1955, para que, de manera ilegítima e ilegal, un decreto militar derogase una Constitución aprobada por una Asamblea Constitucional. Todas las reformas posteriores dependieron de un decreto militar que derogó una Constitución legítimamente aprobada y que fue sepultada en el olvido y el silencio.
Frente al palacio del Congreso se construyeron, hace unos años, unas artísticas verjas de hierro forjado a las que se adornó con una breve síntesis de la historia constitucional argentina. La Constitución Nacional de 1949 brilla por su ausencia. El parlamento argentino ha borrado de dicho homenaje a la única constitución de nuestra historia que fue el producto de relaciones de poder a favor de los sectores nacionales y populares.

La reforma del ’94.

A partir de 1976, el neoliberalismo proimperialista logró transformar radicalmente las condiciones estructurales creadas entre 1945 y 1955. Básicamente, se logró desindustrializar el país. Con ello se diezmó a la clase obrera, convirtiéndola en un ejército de desocupados que todavía no hemos podido reincorporar plenamente al trabajo asalariado. Esa modificación de la constitución real tuvo su consecuencia en nuestra historia constitucional.
La reforma de 1994 puso sobre el papel las nuevas relaciones reales de poder de la Argentina desindustrializada, desnacionalizada y endeudada. Entregó los recursos naturales del subsuelo a las provincias y con ello desarticuló al Estado Nacional, posibilitando las condiciones para la entrega y desguace de empresas como YPF o YCF. Mientras en 1949 se había establecido la propiedad inalienable e imprescriptible del Estado sobre las riquezas del subsuelo, en 1994 se entrega a las provincias la capacidad de negociar con las grandes multinacionales extractivas y, como dijera la señora Presidenta de la Nación, sin las espaldas suficientes para enfrentar a estos enormes poderes económicos.
A su vez, la creación de la llamada Ciudad Autónoma de Buenos Aires implicó retrotraer al país a los días anteriores a 1880. Convirtió al gobierno de la Nación en huésped del gobierno de la ciudad, en la que reside, pero no gobierna. Recuérdese que el intendente de la Ciudad le prohibió a la presidenta de la Nación la realización de Tecnópolis en la Capital Federal. Al darle carácter autónomo, se logró enquistar nuevamente en Buenos Aires a las fuerzas políticas más reaccionarias del país.

Una nueva relación de fuerzas.

Desde el año 2003 han cambiado las relaciones de poder entre los distintos sectores sociales. La deuda externa dejó de ser el cáncer que debilitaba nuestro sistema productivo. La desocupación ya no es el estado endémico en que vivió gran parte de nuestra población durante los gobiernos neoliberales. El poder del imperialismo dentro de nuestras fronteras no es el mismo que en los ’90. La nacionalización de empresas estratégicas, como Aerolíneas Argentinas e YPF y la reforma de la Carta Orgánica del Banco Nación han fortalecido el poder nacional sobre nuestra economía. El derecho laboral ha vuelto a funcionar del modo en que fue pensado. La ampliación de derechos civiles y sociales ha dejado de ser un mero consejo constitucional para convertirse en políticas de Estado. El Mercosur, la Unasur, la Celac y la propia política latinoamericana no son sólo un aspecto de la política internacional. Es política nacional ampliada.
Es necesario cristalizar en una Constitución esta nueva suma de factores reales. Afirmamos con Lasalle: “Allí donde la Constitución escrita no corresponde a la real, estalla inevitablemente un conflicto que no hay manera de eludir y en el que a la larga, tarde o temprano, la Constitución escrita, la hoja de papel, tiene necesariamente que sucumbir ante el empuje de la Constitución real, de las verdaderas fuerzas vigentes en el país”.
Podemos agregar, además, que una nueva constitución consolidará lo que se ha obtenido y estatuirá un nuevo piso, más alto, que dificulte o impida las restauraciones cíclicas que ha sufrido nuestra historia política. Si ello implica ampliar las posibilidades de reelección presidencial es, también, una buena oportunidad para discutirlo.

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http://sur.infonews.com/notas/hacia-una-nueva-suma-de-los-factores-reales-de-poder

lunes, 27 de agosto de 2012

Dilemas diferentes, por Eduardo Aliverti (para “Página 12” del 27-08-12)


Quitada la paja de los fuegos artificiales que iluminaron la última semana mediática, asoma un panorama de complicada sencillez.

En orden de aparición y como es regla cuando baja el rating de informaciones políticas impactantes, se arrancó con títulos catástrofe acerca de la inseguridad. Fueron provistos –sobre todo– por la tragedia del jubilado asesinado, que desapareció de un día para otro gracias al jamás existente plan de eliminar las barreras en los countries. La forma en que Clarín dio cuenta de esa no noticia, en su portada del miércoles pasado, merece integrar alguna antología de cómo violar reglas básicas del periodismo admitiéndolo en un mismo texto. El título mencionaba “un proyecto insólito”, pero la volanta decía “se habló en el Congreso”, de modo que transformaron hablar en proyectar oficialmente. En la misma edición sucedió algo más impresionante aún, con la sola diferencia de haber ocurrido en página 16. Arrastrado desde el domingo anterior por la versión de que los asesinos de Axel Blumberg integran las filas de Vatayón Militante, fue de cabeza, a cuatro columnas, que “Blumberg pidió una reunión a Cristina por la salida de presos”. A margen derecho, adherido, el título era “Los asesinos de Axel no salieron”. El cuerpo de esta “segunda” noticia, repetitivo de lo insertado en la mismísima nota central (???), entrecomilló declaraciones del propio Blumberg al salir de los tribunales de San Martín. Reconocía, verificados los expedientes, la constancia de que no había ninguna autorización de salida para los asesinos de su hijo. Cabe aclarar que la cita de Clarín sobre el tratamiento de ambos no asuntos, countries y Blumberg, nada tiene de excluyente. Solamente obra como top de lo kitsch, porque en algún sentido mejora lo despampanante de aquel título de Crónica TV referido a que habían muerto cuatro personas y un boliviano. Y si queremos completar –es un decir, por supuesto– la lista de manipulaciones de prensa para construir sentido atemorizante, vale que ensayaron con la “amenaza” de Estados Unidos y Japón por el freno argentino a las importaciones de esos países. Todo consiste en que Washington “hizo un planteo” ante la Organización Mundial de Comercio (la dichosa OMC, que ya no le mueve un pelo a nadie, entre otros motivos porque son los propios países desarrollados los que violan sus reglas liberales). Alejado de la terrible intimidación de la Casa Blanca, figuró que Argentina retrucó con el reclamo por las trabas a sus exportaciones de carne y limones. Y más remotas indicaron las declaraciones del embajador argentino en EE.UU., quien consignó la obviedad de que reclaman normas que no cumplen en su casa. “Argentina es el primer productor mundial de limones. Vende a Rusia, China, Unión Europea. Pero no a Estados Unidos. Si no es proteccionismo, ¿qué es?”, preguntó Jorge Argüello, para que los medios de la oposición enviaran su réplica a la invisibilidad o a la Siberia informativa. Si no se entiende que es a través de esta clase de narraciones como se edifica el falseamiento constante del relato reaccionario, se entiende más nada que poco.

Despejadas estas pajas, entonces, el Gobierno parecería encaminarse –todavía muy en potencial– a provocar disputa en torno de una nueva reelección de Cristina. Son porotos que terminarían de contarse tras las elecciones del año próximo. El punto no es tanto la discusión de tramas constitucionales, sino la cierta debilidad que expresa seguir dependiendo de un solo emblema para garantizar la continuidad del modelo. Los líderes, absolutamente siempre, son condición necesaria, no suficiente. Pero la política es, fue y persistirá en ser así, salvo para quienes crean en el sexo de los ángeles. En opinión del suscripto, sería mucho mejor concentrarse en la fecundación candidateable de una nueva figura y dejar a Cristina como reaseguro. Otra reforma legislativa es pasto para la derecha y, bien antes que eso, agruparía energía para conservar, en vez de proyectar estímulos renovados. Puesto en otros términos, el kirchnerismo necesita evolución hacia sí mismo y debería afrontar el desafío de fugar para adelante. Es una cuestión compleja porque, por cierto, acechan las circunstancias realmente existentes: sobresaliencia de Cristina y tentación de forzar su permanencia.

La oposición, mientras tanto, avanza –o eso dicen en voz baja algunos de sus referentes, y en voz alta sus autoridades periodísticas– hacia la posibilidad de un rejunte, del que no suena que les importara la proyección ni la solidez. El encuentro de Macri con De la Sota no fue ocioso, por tomar un presunto eje de partida. Pero el jefe de Gobierno porteño marcha hacia juicio oral por las escuchas telefónicas; no tiene estructura nacional ni trabaja para eso y, en off salvo por la explicitación del legislador Jorge Triaca, gente de su entorno reconoció que es evaluable su presentación como candidato a diputado o senador, en 2013, para arrastrar votos que pudieran ponerles freno a intentonas de re-reelección presidencial. El conservador cordobés no mueve el amperímetro fuera de su provincia, cosa que ya le ocurrió a comienzos de siglo cuando Duhalde probó instalarlo antes de que el descarte ubicara a Kirchner. Moyano dijo, por fin directamente, que la pelea contra el oficialismo la dará en las urnas y, para sumar al créase o no, anduvo de reuniones con radicales. Pero ya se sabe que el camionero no tiene una gota de aliento entre los sectores medios, sino todo lo contrario.

Si de radicalismo se trata, re-estalló una enésima interna que, insólitamente, alguna colega definió como el despertar de la siesta ucerreísta. En este rincón, los defensores de acordar con Macri (vaya uno a saber sacando cuáles números, con el fresco historial de cómo les fue articulando al hijo de Alfonsín con De Narváez). En el otro, quienes argumentan que eso sería la estocada final para la identidad de un partido, de hecho, más cerca del final que de algún principio. En las sedes mediáticas hicieron reaparecer a Carrió, lo cual testimonia el nivel de desnutrición de todo palenque adonde ir a rascarse. Con esos datos mediante y de acuerdo con lo trascendido en las últimas horas, lo más serio semeja ser que probarían un acuerdo escrito para oponerse a reformas constitucionales. La pregunta casi automática es si una movida de ese tipo, exclusivamente basada en trazar un obstáculo, puede alcanzar siquiera como primer paso a fin de mostrar un consenso creíble. La probable respuesta es que una foto de tal naturaleza, análoga a la registrada hace unos días en la convocatoria de la Federación Agraria, tendría más resta que suma. Como fuere, siguen sin dar en la tecla de presentar una oferta de capitalismo mejor que la demostrada por los K.

Quizá puede sintetizarse en una afirmación un tanto elemental. El Gobierno enfrenta el dilema de cómo continuar siendo a mediano y largo plazo. Y la oposición, el de cómo empezar a ser.

Posdata: un tema ya señalado por algunos colegas, al igual que en blogs y redes sociales. Falta, nada menos, que se pronuncien con igual intensidad justamente los opinadores de la oposición, periodística y dirigencial. Es decir: quienes entre ellos todavía conserven algún grado de amor propio para, aunque sea, no ser víctimas de aceptar desatinos que destruyen todo rasgo de honestidad intelectual. En las últimas semanas, con paroxismo en la indescriptible columna del jubilado de privilegio Marcos Aguinis publicada por La Nación (martes pasado), se acentuó la tendencia de comparar al Gobierno con hordas nazis, fascismo y juventudes hitlerianas. Sólo resta que hablen de campos de concentración. Increíblemente o no tanto, las jefaturas institucionales de la comunidad judía tampoco se expresaron al respecto. Se ratifica que nunca debe perderse la capacidad de asombro. Habrá –y de hecho hay– quienes juzguen que estos disparates repugnantes tienen el costado positivo y preeminente de explicar, per se, de qué va la oposición. El firmante no concuerda. Si el debate político de este país acepta cruzar estos límites, significa que podría atravesarse cualquier otro, que no hay piso de discusión, que no hay profundidad posible. Si en nombre de un (eventual) aprovechamiento de autoquemazón opositora se acepta que una gestión democrática sea asimilada a los pogroms, así sea por parte de quienes disponen de múltiples antecedentes como cómplices de dictaduras y genocidios, desde el Gobierno hasta el último bien nacido estaría admitiéndose que, al cabo, somos iguales a ellos. Y no somos iguales.

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domingo, 26 de agosto de 2012

Cristina y las banderas históricas del peronismo, por Roberto Caballero (para “Tiempo Argentino” del 26-08-12)



La presidenta reivindicó a los protagonistas del Operativo Cóndor que en 1966 aterrizaron en Malvinas e izaron siete banderas argentinas. La viuda de Dardo Cabo le pidió que una de ellas sea exhibida en el mausoleo de Néstor Kirchner. El emotivo homenaje a El Kadri, fundador de la Juventud Peronista y las FAP.

Por:


Roberto Caballero

La presidenta reivindicó a los protagonistas del Operativo Cóndor que en 1966 aterrizaron en Malvinas e izaron siete banderas argentinas. La viuda de Dardo Cabo le pidió que una de ellas sea exhibida en el mausoleo de Néstor Kirchner. El emotivo homenaje a El Kadri, fundador de la Juventud Peronista y las FAP.

En dos actos públicos, y con menos de una semana de diferencia, Cristina Kirchner volvió a hablarle cara a cara al peronismo, y el peronismo a ella. En realidad, el diálogo fue con el "segundo peronismo" –según la definición de Alejandro Horowicz–, ese que surge de la derrota del ’55, el de la Resistencia, con el aliento del Perón desde el exilio, que suma a las "20 verdades" de los "años felices", la operatoria clandestina derivada de los fusilamientos, el decreto represivo 4161, la proscripción, y la irrupción juvenil en la política bajo el influjo de las revoluciones cubana y argelina.

El primero fue durante un homenaje a Envar “Cacho” El Kadri, emblemática figura de la JP insurrecionalista de los ’60 –junto con Gustavo Rearte, Jorge Rulli y Felipe Vallese–, fundador de las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas) y del foco guerrillero de Taco Ralo, que marchó al exilio amenazado por la Triple A a mediados de los ‘70, y luego de la dictadura regresó como militante y productor de películas inolvidables como Sur, El exilio de Gardel (dirigidas por Pino Solanas) y Cazadores de utopías (de Eduardo “Coco” Blaustein), en una síntesis entre ética y estética nunca suficientemente reconocida por fuera del circuito "nacional y popular".

Cristina reivindicó la figura de El Kadri, a quien comparó con Néstor Kirchner por sus ideales, frente a Ester El Kadri, su madre, de 89 años, quien agradeció a la presidenta su "bondad". La emoción era palpable en el Centro Islámico, donde se llevó a cabo el acto. Una jefa de Estado acudía a homenajear a un símbolo del peronismo rebelde, contraseña reconocible entre la militancia de los ‘60 y los ‘70, pero cuya experiencia militante traspasó apenas sus arrabales generacionales.

Cristina trajo a "Cacho" El Kadri al 2012. Lo rescató de los "libros sagrados" y de la nostalgia entre pares. Lo puso, sencillamente, a caminar. A su lado, con el aval de la platea.

El segundo acto ocurrió el viernes último, en la Casa Rosada.

Todo comenzó con una misteriosa caja circular de las que se usan para guardar sombreros, depositada junto al atril presidencial. En el Salón de las Mujeres Argentinas había una pequeña multitud, a la espera del discurso conmemorativo del izamiento que el Gaucho Rivero hizo del pabellón nacional en las Islas Malvinas, el 26 de agosto de 1833. La mayoría, sin embargo, quería además ver a la presidenta luego de la lipotimia. En primera fila, dispuestos por el personal de protocolo como si fueran agasajados, había una hilera de desconocidos. La caja seguía allí, junto al atril, cuando Cristina irrumpió en el salón, tomó el micrófono y recordó a Rivero y a José María Vernet, y una vez más reivindicó la soberanía argentina sobre las islas. Pero luego sorprendió a todos revelando detalles de una charla privada que mantuvo con María Cristina Verrier, la viuda de Dardo Cabo –hijo de Armando, dirigente metalúrgico histórico, y director de la revista El Descamisado, asesinado por la dictadura en 1977–; una pareja peronista que el 28 de septiembre de 1966 encabezó el Operativo Cóndor, durante el cual 18 militantes peronistas, católicos y nacionalistas –algunos más de izquierda, otros más de derecha, hay que decirlo–, sin disparar un solo tiro, secuestraron un avión de Aerolíneas Argentinas, lo desviaron hacia Malvinas e hicieron flamear siete banderas argentinas durante un día y medio, antes de ser expulsados por los ingleses y entregados a las garras de la dictadura de la “Revolución Argentina” de Juan Carlos Onganía, que los metió presos. La edad promedio del grupo, integrado por obreros, estudiantes y un periodista –Héctor Ricardo García, director del diario Crónica–, era de 22 años, y la operación fue financiada por el empresario César Cao Saravia.

Cristina recordó el episodio como una gesta. La puso, claro, en su contexto de época: aquella era la Argentina de la persecución, la intolerancia y la proscripción. Aprovechó para decir que esas cosas sólo las hacen los jóvenes (nuevamente, defendió la militancia juvenil, señalando a los dirigentes de La Cámpora, aunque también habló de otras organizaciones), y antes de ocuparse de la caja junto al atril, le pidió a la locutora que leyera una carta que Verrier le envió para ser leída durante el acto. En ella, la única mujer de aquel operativo dejó asentado por escrito que legaba a la presidenta y al pueblo argentino las siete banderas que flamearon en Malvinas, y que durante 46 años mantuvo bajo su custodia, en una caja de sombreros. La que estaba, ahora, allí mismo, junto al atril.

En ese preciso instante, la historia entró de golpe al salón. Los desconocidos de la primera fila cobraron nombre. Eran los "cóndores" sobrevivientes, que estaban siendo reconocidos por la presidenta, en la propia Casa de Gobierno, casi medio siglo después de que desafiaran a una dictadura ("dictablanda", dijo Cristina, por la de Onganía, comparándola, claro, con la genocida de Videla & Cía) y al colonialismo británico, para reafirmar la soberanía sobre el archipiélago.

En su carta, Verrier le pidió dos cosas a Cristina: que una de las banderas fuera exhibida junto a la Virgen de Itatí, en Corrientes, bajo cuya protección se largaron a aquella aventura; y que otra fuera desplegada en el mausoleo de Néstor Kirchner, en Río Gallegos. Un hilván invisible, de sentido y reconocimiento, por voluntad de la viuda de Dardo Cabo, unió los sucesos de 1966 con el presente. Aquel peronismo resistente y clandestino, con el peronismo del siglo XXI, el de Cristina y Néstor Kirchner: "Yo sabía que la historia los iba a traer", sentenció Verrier en su carta. Y el auditorio estalló en aplausos.

La presidenta anunció que el resto de las banderas serían enviadas a Diputados, a la Catedral de Luján, al Museo Malvinas –pronto a inaugurarse– y a la Casa Rosada.

No hubo amagues de cantar la marcha. Curiosamente, el diálogo entre Cristina y el peronismo no adopta las formas clásicas del folclore partidario y, sin embargo, negarle que sea peronista es una necedad que sólo Eduardo Duhalde, herido en su orgullo, puede azuzar junto al Momo Venegas. En el acto de la Rosada no estuvo El Tula, ni se cantó la marchita, pero hubo política, memoria y continuidad identitaria. Estaban Verrier, los "cóndores", el recuerdo de Cacho El Kadri y Dardo Cabo, y hasta Elsa Oesterheld, viuda del creador de El Eternauta, la metáfora máxima de la Resistencia Peronista, que llegó sobre el final.

Y allí estaban, sobre todo, las banderas que esperaron casi medio siglo, en una caja de sombreros, para que finalmente la historia les diera algo parecido a una revancha, que es la de toda una generación.

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El Braden o Perón energético y petrolero, por Federico Bernal (para “Infonews” del 26-08-12)


La energía como factor de presión y dominación económica imperialista

Frente a la política neoliberal de entrega de recursos, la Argentina eligió una opción autónoma en la que establece alianzas con inversores que convienen con su estrategia de desarrollo.

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Federico Bernal

El lobbysta Daniel Montamat chilla a los cuatro vientos que YPF "nació floja de papeles" por no haber habido "indemnización previa". Sus declaraciones no son las que cabría esperar de un argentino preocupado porque a YPF le vaya bien. Pero, ¿qué le puede importar a quien fuera testigo para una empresa estadounidense en su demanda al Estado nacional ante el CIADI? Mientras tanto, el embajador argentino en EE UU es entrevistado por el órgano oficial del think tank Inter-American Dialogue (financiado por el BID, entre otros), debiendo contrarrestar las críticas estadounidenses hacia la política energética nacional. El título del número correspondiente al mes de agosto se pregunta: "¿El gobierno argentino está ayudando o entorpeciendo el crecimiento energético?" Como vimos en nuestra columna del pasado lunes, EE UU está resuelto a desmantelar la política energética y petrolera nacional. Hay mucho en juego. Según el último estudio de la consultora privada Hart Energy –y que confirma lo señalado tiempo atrás por el Departamento de Energía de EE UU–,nuestro país podría convertirse en una potencia productora de petróleo y gas no convencional. Claro que semejante estatus sólo sería asequible con la implementación de "políticas adecuadas de estímulo", según el mismo BID. Pero esto no es todo. El Departamento de Comercio de EE UU en su informe anual de 2011, afirma que en los próximos cinco años el 85% del crecimiento económico mundial se ubicará fuera de EE UU. El comercio exterior, aunque fundamentalmente la "colocación" de sus compañías y "capitales" afuera, es como nunca, crucial para la recuperación estadounidense y la conservación de su hegemonía. En este sentido, la actual política energética y petrolera argentina está lejos de ser la que más conviene a los intereses privados estadounidenses. El festín de los noventa y los primeros años del nuevo siglo terminó. Por favor, recuérdese de nuestra columna anterior la valoración que la Argentina neoliberal le merecía a Estados Unidos.

Una Argentina inconveniente... a las compañías energéticas estadounidenses.

Del furor del referido informe económico-energético de comienzos de 2003 (basado en datos de entre 1989 y fines de 2001), el Departamento de Energía Estadounidense (DEE) pasó a este de mayo de 2012. "La Argentina es el principal productor de gas natural de América del Sur, y un significativo productor de petróleo", recuerda el DEE a las compañías estadounidenses del sector, desilusionadas con el cambio operado por la Argentina kirchnerista. Acto seguido, les advierte y señala el camino: "Sin embargo, el altamente regulado sector energético incluye políticas que limitan el atractivo industrial de inversores privados, a la vez que protegen a los consumidores del incremento de precios. En consecuencia, la demanda de energía impulsada por el rápido crecimiento de la economía argentina aumenta, mientras que la producción de gas y petróleo está en declinación, conduciendo a la Argentina a una creciente dependencia de energía importada." Primero, tener en cuenta que nos pretenden dar lecciones los reyes de la dependencia foránea de energía. Segundo, la economía crece porque se verifica un proceso de estatización del desarrollo, esto es, estatización de los resortes fundamentales del país. La producción de gas y petróleo ha venido declinando porque la administración privada de la principal empresa energética e hidrocarburífera nacional resultó incompatible con un modelo de desarrollo, industrialización y justicia social. Sigue el sollozo yanqui: "Los términos fiscales para la exploración de crudo en la Argentina incluyen un impuesto a las Ganancias del 35% y un 12% en concepto de regalías sobre el valor de la producción, pero esto puede variar por provincia [...]". Nótese la referencia positiva que el DEE hace de la desigualdad de criterios en materia de regalías entre provincias. Un obsequio más de la provincialización.

EL LOBBY ENERGÉTICO DEL BID.

La editorial del número de agosto del Inter-American Dialogue comienza con la siguiente reflexión: "El 27 de julio, el gobierno argentino anunció un nuevo plan de inversión energética, el cual incrementará la regulación gubernamental del sector. El viceministro de Economía Axel Kicillof supervisará una comisión encargada de evaluar los planes de inversiones de las compañías privadas, con el poder de solicitar cambios y sancionar a compañías que no logren lo comprometido. ¿Cuáles serán las implicaciones prácticas de este decreto? ¿Apuntalará el crecimiento del complejo sector energético, como el gobierno espera, o ahuyentará inversores? ¿Está el sector energético argentino en condiciones de alcanzar una buena performance considerando la actual situación económica?" La nota continúa con una entrevista a Jorge Argüello quien, por supuesto, responde afirmativamente, aclarando que el flamante marco regulatorio petrolero, sumado al potencial de los "recursos no convencionales está convirtiendo a la Argentina en un claro blanco para la inversión". Obviamente, los dichos del embajador son contrarrestados con las opiniones de sendos especialistas, entre los que figura el director de la consultora Orlando Ferreres. ¿Qué señala este último? "La medida destinada a incrementar el control del gobierno sobre el sector probablemente se convierta en un boomerang para el plan oficial en relación a YPF. [...] En lugar de desregular y fijar reglas atractivas para los inversores, el gobierno se decidió por hacerse del control de YPF y sus reservas de petróleo y gas shale. [...] No fue esta una buena decisión, por tener los siguientes y obvios problemas. Primero, está la dificultad de convencer a un socio extranjero a invertir en un lugar donde los precios locales de la energía están por debajo de los internacionales. Segundo, emitir deuda mientras YPF está en litigio con Repsol [...]".

A diferencia del exultante informe de 2003 sobre la década del '90, el de 2012 no se juega tanto políticamente. Tampoco describe la ganancia reportada por las empresas estadounidenses ni celebra su participación en las importaciones o exportaciones de hidrocarburos, combustibles y equipos en el mercado energético argentino. En el informe de este año, el listado de las firmas beneficiadas (para 2003 eran unas 34) brilla por su ausencia. ¿Es esto un dato positivo? Visto que EE UU necesita y promueve como vínculo comercial el sistema metrópoli-colonia (o en su defecto, metrópoli-semicolonia), sí, es un dato positivo. Se explica así que los medios argentinos voceros de la Argentina atrasada y dependiente repliquen las directrices emanadas desde Washington, pues nada mejor para rellenar el listado de las firmas beneficiadas que un país semicolonial. En fin, reclutar como inversores a las multinacionales de EE UU y Europa es inversamente proporcional a la defensa de los intereses nacionales. Puede haber excepciones, pero la regla es esa. Por tal motivo, la Argentina está decidiéndose por compañías no tradicionales (aunque tradicionales desde su actuación en el mercado regional y mundial, como por ejemplo PDVSA y la estatal china). Se trata de inversores que convienen a los objetivos y pilares del modelo de desarrollo vigente desde 2003. En relación al frente petrolero anglosajón en nuestro país, la histórica disyuntiva de "Braden o Perón" vuelve a la palestra. O se benefician ellos y nos perjudicamos nosotros, o se benefician los 40 millones y que ellos se vayan a explotar colonialmente la energía e hidrocarburos a otro lado. La Argentina dejó de ser colonia hace 202 años; semicolonia, en 2003.

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La oposición se lanza a la carrera de 2015 a pesar de no tener proyecto, por Hernán Dearriba (para “Tiempo Argentino” del 26-08-12)


Las movidas de Macri, Moyano, De la Sota y el radicalismo en su estrategia por captar el voto antikirchnerista

El alcalde porteño buscó profundizar sus contactos con el PJ Federal y se sacó una foto con el gobernador cordobés.
La UCR, sin una figura saliente, llamó a resistir una reforma constitucional, y el camionero avisó que disputará en 2013.

Por:

Hernán Dearriba

El pasado se empecina en volver una y otra vez. La política no parece encontrar la solución para ese reflujo que devela una carencia de ideas alarmante. Cuando falta más de un año para las elecciones de medio término, los principales referentes de la oposición se lanzaron en una carrera frenética directa a 2015 sin escalas en 2013.
Cada uno a su manera busca construir sustento electoral con un solo argumento, mostrarse como el más opositor. Y para eso toman a los comicios legislativos como una verdadera interna abierta.El jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, el radicalismo, Hugo Moyano y, muy atrás, el cordobés José Manuel de la Sota; aparecen anotados en esa carrera y hasta Eduardo Duhalde se animó a volver al ruedo.
La disputa se da en todos los terrenos, aunque el más atractivo parece ser el de la reforma constitucional, por ahora una movida clásica del kirchnerismo para mantener ocupada a la propia tropa y retener poder, sobre lo que la presidenta Cristina Fernández no se ha expresado. Si la disyuntiva es un tercer mandato o el trasvasamiento generacional, la segunda se presenta como la más acertada.
La reforma constitucional tiene distintas vertientes en el kirchnerismo. El sector más entusiasta levanta la bandera de un nuevo mandato para la presidenta. Otros, en cambio, proponen una modificación en la Carta Magna que le dé sustento legal a los cambios que la sociedad experimentó en la última década. Aparece como expresión de esa posición el último documento de Carta Abierta. Esa última mirada no excluye la posibilidad de la re-re, pero no la pone como fin último. En cualquier caso, para eso habrá que esperar. En el oficialismo entienden que no hay 2015 sin 2013.
Hay excepciones a ese frenesí de oposición cerril. Fernando Pino Solanas llevó a Proyecto Sur a votar a favor de la expropiación de la ex Ciccone. Sus críticas a la gestión del gobierno nacional fueron tan desdorosas como los cuestionamientos a los opositores que un par de semanas antes propiciaban la expropiación y ahora rechazaron el proyecto con el argumento falaz de que la operación sobrevendría en un encubrimiento político para el vicepresidente Amado Boudou. Sostiene con razón Solanas que el procedimiento administrativo corre por carriles absolutamente distintos a los de la justicia, que además debe ir al hueso para esclarecer responsabilidades y sentenciar a quien corresponda.
El mismo camino recorrió el cordobés Luis Juez. Dio su apoyo en el convencimiento de que se debe fortalecer el Estado y cuestionó los procedimientos del oficialismo para llegar a la expropiación.
El resto de la oposición volvió a la lógica que imponen los medios dominantes. "No es así como se construye una fuerza política, tengan sus propias ideas", los apostrofó desde su banca el jefe de los diputados del Frente para la Victoria, Agustín Rossi. Hasta ahora la historia parece darle la razón a Rossi. Las fuerzas que tomaron como propia la agenda que se plantea en las portadas de los medios de mayor penetración sufrieron derrotas calamitosas en los últimos comicios. Hasta Elisa Carrió reapareció y denunció a todos los legisladores por traidores a la Patria.
Lo cierto es que el debate por la expropiación de Ciccone mostró dos caras. El regreso de la subordinación de algunos partidos políticos a la agenda de los medios; y la vuelta de un debate que parecía haber quedado superado entre lo público y lo privado. Varios de los legisladores del PRO y del Peronismo Federal que argumentaron en contra de la expropiación lo hicieron bajo la afirmación de que ese paso terminaba con la propiedad privada en la Argentina. No es un exabrupto, es parte de esa línea argumental que estrenó Macri en medio del incendio que le ocasionaba la parálisis del subte y que sostiene sin ponerse colorado que la Argentina adoptó el chavismo sin cortapisas.
El alcalde porteño busca profundizar sus poros de contacto con el peronismo. El punto más álgido de esa estrategia lo mostró esta semana con su visita a Córdoba. En medio de los gases y las balas de goma con que la policía reprimía a los trabajadores estatales que se oponían a la reforma previsional, Macri se sacó la foto con José Manuel de la Sota.
Ambos desmintieron que la imagen buscara algún impacto electoralista, pero emparentaron discurso en el diálogo como eje de la política y en el federalismo que se opone al gobierno central que pone de rodillas a los gobernadores como bandera de lucha. Su cruzada contra el esquema de coparticipación no parece encontrar aliados entre los mandatarios del oficialismo. Córdoba, al igual que otras provincias grandes, tiene una estructura impositiva que pone el acento en los impuestos urbanos y en el consumo antes que en los sectores más beneficiados por la marcha de la economía en los últimos años. Algunos creen que detrás de esta puesta en escena, De la Sota intenta construirse a sí mismo como el futuro "armador" de la entente antikirchnerista, consciente de que los números nunca le fueron favorables cada vez que se propuso salir de los límites mediterráneos.
Macri busca aliados en todos lados, con el objetivo de construir una red nacional que saque al PRO de ese corsé municipal que le impidió disputar las presidenciales en 2011. Para eso se reúne tanto con radicales como con De la Sota o Jesús Cariglino. Busca acuerdos con Hugo Moyano y los referentes de la Mesa de Enlace y mantiene intactos los vínculos con el Peronismo Federal. Sin embargo, la realidad se empecina en mostrarle una mala cara. Las encuestas lo exhiben por ahora muy lejos de la Casa Rosada.
En breve podría enfrentar un nuevo conflicto por el subterráneo y el año que viene debería sentarse en el banquillo de los acusados, imputado por liderar una asociación mafiosa que desde el Estado espiaba a ciudadanos argentinos de manera clandestina. Para colmo, la alta exposición lo lleva a constantes traspiés, como el berrinche con el que amenazó con dejar todo y dedicarse a cuidar a Antonia; o la última de esta semana, cuando llevado por la furia del 0800 afirmó que El Eternauta, la obra cumbre de Oesterheld y Solano López, iba a ser borrada de las escuelas porteñas. “Me expresé mal”, aclaró 24 horas después.
El radicalismo tiene dificultades tanto para encontrar un candidato como para conseguir anclajes con la realidad. Enarbola la bandera de rechazo a la reforma constitucional pero no consigue ponerse de acuerdo puertas adentro sobre si irá con postulantes propios, aliado con la derecha del PRO o con el progresismo del FAP.
Más claro tiene el panorama Hugo Moyano, que luego de una serie de encuentros con Eduardo Duhalde, el Momo Venegas, Roberto Lavagna, algunos sectores del radicalismo y un acercamiento con el PRO, anunció que en 2013 dará la pelea electoral contra el kirchnerismo. Quienes conocen su pensamiento aseguran que no será candidato y que podría abrevar en esos sectores con los que mantuvo ya conversaciones para buscar postulantes de una fuerza que encarne su proyecto del partido laborista con la mirada puesta en 2013.
Es cierto que su CGT quedó debilitada tras la ruptura, pero el antimoyanismo tampoco encuentra un camino fácil para consagrar a un referente. Mientras tanto, en el Luna Park, Moyano ahondó en las críticas al oficialismo, pareció sumarse al discurso contra la militancia juvenil y dejó algunas definiciones que se acercaron mucho a la reivindicación de la teoría de los dos demonios. La democracia argentina se merece algo mejor que eso. «

La cifra - 20

puntos es lo que le lleva Cristina Fernández al segundo, en distintos escenarios, según una encuesta de Rouvier.

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